CON RYANAIR LLEGÓ EL ESCÁNDALO

Adelantar por la derecha es una frase que se suele utilizar en argot para reseñar un hecho súbito, repentino e inesperado, el cual generalmente causa una gran sorpresa, y eso es precisamente lo que ha ocurrido en Ryanair.

Tal y como publicábamos en artículos anteriores, estábamos a la espera de anunciar la primera huelga general de pilotos en la aerolínea, cuando nos hemos visto sorprendidos con la presentación de una multitudinaria denuncia por parte de los TCP que prestan sus servicios para la compañía y se encuentran adscritos al sindicato Sitcpla.

Efectivamente, teníamos nuestra mirada puesta en el lado izquierdo, el de los pilotos, y no vimos venir por la derecha a los tripulantes de cabina, los cuales hartos de soportar unas condiciones laborales que rozan la legalidad vigente (por utilizar una sutileza del lenguaje), han tomado la decisión de denunciar a Ryanair en la Inspección de Trabajo para que se proceda a investigar los tipos de contratos que se están utilizando desde hace años.

¿Qué ha pasado?

En varias ocasiones hemos hecho referencia a las condiciones laborales de los TCP que trabajan para Ryanair, precisamente porque siempre nos han parecido un auténtico atentado.

Sabemos perfectamente cómo se las gasta la aerolínea, a la cual le encanta presentar denuncias contra todo lo que se mueve, pero como el mal boxeador, no sabe encajar las pocas que recibe.

A Ryanair no le gusta que le tosan en la cara, y siempre ha utilizado los juzgados para vengar las afrentas recibidas. Epica fue la batalla que tuvo en su día, con cruces de denuncias y demandas, con la agencia de viajes online «Rumbo», con la cual ya venía manteniendo serios enfrentamientos desde hacía bastante años.

Con el SEPLA también se las tuvo tiesas a raíz de los aterrizajes de emergencia que 3 de sus aviones habían tenido que hacer en Valencia en el año 2012, por la conocida causa de la falta de combustible en sus depósitos.

Hace tan solo dos años Ryanair se lanzaba contra la mismísima Google, presentando una demanda que por el mismo precio también acabó en la cara de la empresa EDreams.

En lo que se refiere a sus TCP, Michael O´Leary, el máximo responsable de la aerolínea irlandesa, siempre consideró que se trataba de personal básicamente de perfil comercial, por lo que sus objetivos no eran otros más que vender.

La cuestionable costumbre del CEO de Ryanair de hacer calendarios mostrando a sus TCP femeninas con poca ropa, acabó con una denuncia en el año 2007 por parte de FACUA, en la cual se alegaba un más que evidente sexismo y una utilización de la imagen de sus trabajadoras con fines propios de una película protagonizada por Andrés Pajares y Fernando Esteso.

Ese hecho quedó tan solo en una mera anécdota, si lo comparamos con la situación que se acaba de desatar actualmente y que va a marcar un final en la filosofía laboral de la reina del bajo coste.

Los contratos

La ironía que se produce dentro de un avión de Ryanair es que pueden coincidir al mismo tiempo empleados contratados por la propia aerolínea (los menos), con un tipo determinado de condiciones laborales, empleados de la empresa CrewLink, con otras condiciones totalmente distintas, empleados de otra empresa llamada Workforce, también con sus propias condiciones, e incluso empleados autónomos (gran parte de los pilotos).

En lo que se refiere a los TCP, tripulantes de cabina, aunque cada uno pertenezca a una empresa distinta, todos realizan las mismas labores para Ryanair.

Los que tienen menos suerte tienen que firmar los denominados «contratos cero», por los cuales sólo se cobra cuando se vuela. Sobre esto ya habíamos hablado en su día cuando hicimos referencia a unos correos electrónicos enviados por Ryanair a ciertos empleados de algunas bases inglesas, «invitándolos» a mudarse a otras localizaciones fuera del Reino Unido si querían seguir cobrando a fin de mes, ya que se iban a quedar sin vuelos asignados.

Por supuesto, la mudanza y cualquier otro tipo de gasto tiene que ser asumido por el propio empleado, ya que la compañía no se hace cargo absolutamente de nada.

No nos olvidamos tampoco de los contratos temporales que se firman año tras año, que en ocasiones se mantienen durante más de una década sólo con el objetivo de que el empleado no llegue nunca a tener un puesto fijo dentro de la aerolínea.

Esta práctica estuvo muy extendida en su día y también hicimos referencia a la misma cuando comentamos los problemas que había tenido AirEuropa en su momento por hacer exactamente lo mismo.

Pero no se trata sólo de un tema de contratos y condiciones. Ryanair siempre tuvo a sus empleados atados con una correa muy corta, y cualquier pequeña bajada en los objetivos marcados por la aerolínea relativos a las ventas a bordo era susceptible de llevar al afectado a un traslado obligatorio de base, con los problemas que esto podría suponer, además de gastos a mayores.

Hay que recordar que los TCP tienen que abonar una importante cantidad de dinero en concepto de «preparación» antes de optar a acceder a trabajar para la compañía, superior a los 3.000€, y que posteriormente necesitan un período de tiempo también importante para amortizar dicho gasto, por lo que la mayoría prefiere aguantar en su puesto por lo menos hasta recuperar lo invertido y ganar algo de dinero y experiencia.

Sin sindicatos

Michael O´Leary, al más puro estilo de Julio César, siempre utilizó la máxima de «Divide et Impera» (divide y vencerás), para mantener el control dentro de la compañía.

El hecho de no reconocer a ningún sindicato exterior facilitaba la labor de tener a los empleados totalmente divididos y luchando cada uno por defender su propio puesto de trabajo.

Un solo empleado, ni diez, ni siquiera veinte, tenían fuerza suficiente para hacer daño a la aerolínea.

Desde que se produjo, hace muy pocos días, la unión de un número importante de empleados bajo una sección sindical del Sindicato Independiente de Tripulantes de Cabina de Líneas Aéreas (Sitcpla), el panorama ha cambiado bastante.

Estos han decidido hacer frente a lo que parece una política laboral poco apropiada para la quinta compañía aérea más importante del mundo, utilizando a su vez otra máxima muy conocida: «la unión hace la fuerza».

Mientras los pilotos seguían debatiendo sobre cómo organizarse y hacer presión para intentar mejorar su propia situación, los TCP han sido mucho más rápidos, si se puede utilizar este adjetivo sabiendo que este problema se arrastra desde los inicios de Ryanair en los años 80.

El fin de una era

No sabemos en qué va a acabar esta situación, pero lo que sí está claro es que se ha acabado una etapa muy negra dentro de la compañía.

En el año 2006 Ryanair ya había sufrido una huelga de personal de tierra, también en defensa de unas mejores condiciones laborales, que había provocado problemas graves a la compañía y a sus pasajeros.

Estos últimos años ha quedado demostrada la diáspora de pilotos a otras aerolíneas, principalmente a la noruega Norwegian, y un claro posicionamiento de estos en contra de la filosofía de su propia empresa.

Cuando todo parecía que iba a explotar por ese lado, ahora los TCP han sacado el hacha de guerra, y razones no les faltan.

Ryanair ha triunfado gracias a sus precios, probablemente los más bajos del mercado en la mayoría de rutas que opera. Esto se ha logrado a base de recortar derechos laborales y otro tipo de garantías, por lo que de tener que cambiar esta política empresarial es bastante probable que la compañía no pueda mantener sus tarifas.

Muchos nos estamos empezando a preguntar qué pasaría si los billetes de Ryanair sufriesen un notable incremento: ¿Seguirían sus fieles pasajeros aguantando las manías y excentricidades de sus directivos?, mucho nos tememos que no.

El éxito de Ryanair está basado en exclusiva en sus precios. Tal y como había comentado en su día Michael O´Leary, sus pasajeros juran y perjuran no volver a subirse en sus aviones cuando pasan por algún trance desagradable, como retrasos o cancelaciones, pero finalmente todos acaban volviendo porque saben que no es posible volar más barato.

Ahora, la empresa tiene todos los frentes abiertos y la situación, que ya estaba bastante complicada, se ha vuelto todavía mucho más tensa. Conociendo a los irlandeses al mando de Ryanair, cualquier cosa puede pasar.

Esperamos que finamente la sangre no llegue al río, y si tuviera que ser así, al menos que sirva para igualar y mejorar las condiciones laborales de un colectivo que ha aguantado mucho y durante demasiado tiempo.

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