El adjetivo "barato" ha sido siempre la palabra clave en cualquier plan de negocio y venta que pretenda atraer la atención de clientes en potencia.

Hoy en día, añadiendo dicho adjetivo a cualquier término de busca en internet, como mínimo, se quintuplican las listas de resultados. Todo tiene su versión "barata": seguros, pisos, coches, hoteles, etc.

Pero, sin duda, una de las mayores revoluciones de las últimas décadas, en cuanto a turismo se refiere, ha sido la irrupción en el mercado aeronáutico de las autodenominadas líneas de bajo coste, o low cost. Venden sus servicios como "vuelos baratos", pero ¿realmente son sus billetes más económicos que los del resto de aerolíneas?.

Una compañía low cost, en resumen, no es otra cosa que una empresa que ha implementado una serie de medidas dentro de su estructura interna que le permiten reducir sus propios costes y, con ello, ofertar mejores precios que la competencia. Esto les permite competir en el mercado y, aún así, obtener un importante beneficio.

Cualquiera puede entrar en internet y comparar fácilmente los precios de un billete de avión para un destino concreto y verá que, efectivamente, las low cost tienen precios más reducidos que el resto de la competencia.

Ahora la pregunta sería en qué medida nos puede afectar a nosotros, los usuarios, estas reducciones de gastos por parte de este tipo de aerolíneas.

En primer lugar, estas compañías actúan sobre la gestión económica de la empresa. En concreto, una aerolínea de bajo coste elimina todo tipo de intermediarios y tiende a tratar siempre de manera directa con el cliente final en todo el proceso de venta de billetes. Eliminados los intermediarios, eliminados los gastos por comisiones. Por supuesto, los pagos se harán siempre con una tarjeta de crédito y con la mayor antelación posible, si se quieren conseguir mejores precios, lo que creará un interesante fondo de reserva económico para la empresa. Estos pagos tienen un recargo mínimo del 2% sobre el precio final del billete.

Cualquier otro elemento que no sea estrictamente el billete de avión, deberá ser abonado a mayores, desde la maleta que irá en la bodega del avión, al carrito de bebé, pasando por la guitarra o la tabla de surf, entre otros. Si se quiere disponer de preferencia en el embarque, o un asiento designado con antelación, también deberá de ser abonado como un extra.

Por otro lado, no es ningún secreto la política de objetivos que tienen estas aerolíneas con sus empleados, cada vez más extendidos también entre el resto: el personal de tierra tiene que facturar un número de cargos extra a pasajeros por cada vuelo; da igual si se trata de una bolsa de mano a mayores o de un kilo de más en la maleta, hay que buscar cómo y dónde sea para poder cumplir con la empresa. El personal de a bordo, cuyo fin siempre fue garantizar la seguridad de los pasajeros dentro de la cabina, tarea que no pueden hacer los pilotos al estar concentrados en el propio vuelo, ahora se dedica a la venta de rifas, y si hace falta para conseguir la misma, se despierta a aquel pasajero que se haya quedado dormido plácidamente en su asiento. Esto se consigue a pleno grito directamente en el oído, o utilizando una serie de sonidos tipo "feria" que harán imposible que se despiste.

Pero hay otro tipo de gestión económica que redunda en importantes beneficios para las low cost, que no es otra que la elección preferente de aeropuertos secundarios para operar. Esto se consigue ofertando al ayuntamiento correspondiente una serie de servicios a cambio del abono de comisiones por utilizar su aeropuerto. Con esto se eliminan las tasas a abonar por operar en los aeropuertos principales, con mucho más movimiento y más caros, y a la vez se obtiene una renta anual de dinero público.

Esta estrategia económica es lo que se denonima una situación para "ganar siempre": si los resultados son buenos se intentará renegociar el acuerdo con el consistorio y pedir más dinero. En caso de reticencias por parte de este, se acudirá a la competencia más cercana para ofertar los mismos servicios, lo que prococará una tensión política importante de la que la aerolínea siempre sale beneficiada. En caso de que los resultados resulten peores de lo previsto, se levanta todo el campamento y se vuelve a comenzar de nuevo desde cero en otra localidad. 

Internamente también se aplican medidas que pueden resultar bastante chocantes, siempre con el fin de reducir costes y a la vez, si ello es posible, obtener algún beneficio. Es archiconocido el caso de Ryanair, en el que los empleados tienen que pagarse todos los cursos de acceso para poder optar a un puesto de trabajo dentro de la compañía. Además, deberán abonar también diversos cursos de reciclaje, seguridad, etc. Incluso tienen que pagar sus propios uniformes, lo que finalmente equivale no sólo a disminuir gastos, sino también a ganar dinero.

La plantilla es mucho más reducida que la de la competencia. Esto se nota cuando surge cualquier incidencia y no hay personal al que dirigirse para poder hablar, siendo los pasajeros remitidos a un teléfono de pago, o una dirección de correo electrónica. Además, se intenta siempre mantener a los pasajeros que han sufrido algún tipo de cancelación dentro del aeropuerto y se evita ofertar, tal y como indica la ley, comida o alojamiento hasta su reubicación.

En lo que se refiere a la operativa de las low cost, el secreto radica en operar trayectos cortos, siempre con el avión lo más lleno posible y disminuyedo al mínimo el tiempo de estancia en tierra. Se procura que el avión vuelva al aeropuerto de origen al finalizar el día, ahorrando con ello los gastos de estancia en hoteles de la tripulación y gastos de manutención de la misma.

Se intenta que el avión no esté en tierra más de 20/25 minutos en cada parada. Esto se consigue eliminando la reserva de asientos y la diferenciación por clases de los mismos dentro de la cabina. Con esto se agiliza el proceso de embarque, ya que los pasajeros se van sentando por orden de entrada en el avión.

Ha sido también muy criticado el hecho de que no existe prácticamente tiempo material para limpiar el avión de un vuelo a otro. Las low cost solventan este problema eliminando los bolsillos traseros de los asientos, por lo que no se acumula basura para limpiar en ellos, y esta labor la acaba realizando finalmente parte de la tripulación de cabina, con lo cual también se ahorra un importante coste derivado de la contratación de empleados específicos para realizar este trabajo.

Otra parte de la tripulación acude a la terminal para ayudar en el proceso de embarque, y los propios pilotos supervisan la carga que se destina a la bodega del aparato.

El hecho de mantener una flota intentando rozar permanentemente una operatividad del 100% durante todos los días, puede significar que en caso de avería de un aparato o cancelación de un vuelo, como ya ha ocurrido en múltiples ocasiones, no se dispongan de tripulaciones y aviones suficientes para realojar a los pasajeros afectados.

En cuanto a la mecánica propia de los aviones, en primer lugar se intenta siempre trabajar con el mismo modelo de avión, con esto se consigue un ahorro muy importante en:

  1. La formación y preparación de los mecánicos encargados del mantenimiento.

  2. Importantes rebajas a la hora de comprar más aparatos.

  3. La formación y preparación de los pilotos.

  4. Gastos de mantenimiento.

Otro de los puntos clave, en lo que se refiere a las quejas de los clientes, es aumentar el número de asientos dentro de la cabina. Lo más importante es llevar al mayor número de pasajeros en cada vuelo, y hacer esto parando lo menos posible. Para ello se reduce el espacio existente entre cada fila, con lo que algunos viajeros de mayor estatura a la media, pueden tener verdaderos problemas para permanecer sentados.

Se reduce también el número de baños a disposición, lo que muchas veces genera colas en el pasillo y reduce el nivel de higienización de los mismos, si además se tiene en cuenta el mínimo tiempo que existe para limpiarlos en tierra. También se eliminan espacios muertos o destinados a otros usos, para poder situar en ellos más asientos.

Uno de los hechos que más ha preocupado y ha llamado la atención al público en general es la operativa de premiar a los pilotos que generen menos gasto en combustible.

Todo esto salió a la luz a raíz de diversas quejas de pilotos, sobre todo de la cía Ryanair, y de el incidente ocurrido en el aeropuerto de Valencia, al declarar hasta 3 aparatos distintos de dicha compañía una emergencia por falta de combustible en la misma noche, teniendo que dar prioridad de aterrizaje a dichos vuelos.

El propietario de la aerolínea lo justificó argumentando que los aviones tenían el combustible adecuado para llegar a sus destinos, pero al no poder aterrizar en ellos y tener que ser desviados, llegaron demasiado ajustados, teniendo que declarar la emergencia.

Hay que señalar que cualquier avión no sólo deben tener el combustible necesario para llegar a su destino, sino que es obligatorio reservar siempre una cantidad suficiente para poder volar a un aeropuerto alternativo en caso de cualquier incidencia, o tener que hacer esperas en el aire. Los pilotos de Ryanair, en este caso, se quejaban del hecho de que se les juzgase por la cantidad de combustible que gastaban y que se hiciese un ránking para ver quienes ahorraban o consumían más.

Sin duda, el apartado de seguridad es el que más preocupa a cualquier pasajero, y si el hecho de volar más barato puede implicar una reducción en los niveles de la misma.

En este sentido, cualquier aerolínea que opere en Europa debe mantener unos estándares de seguridad mínimos para mantener su licencia de operatividad, sea low cost, o no. De hecho, en el ranking de seguridad de cías aereas del año 2016, Iberia, una cia que no es low cost, ocupa el puesto 25, mientras que easyjet, una low cost muy conocida, ocupa el 26 y la famosa Ryanair el 34.

La antigüedad de los aviones de las aerolíneas low cost suele ser muy poca, ya que el hecho de tener aparatos más nuevos redunda en una mayor eficiencia de los motores, y con ello de aprovechamiento del combustible, y un menor gasto en mantenimiento.

Existe además una importante preocupación en todo lo que se refiere a la seguridad y, en definitiva, es por interés propio de la aerolínea, ya que un accidente fatal podría encender definitivamente la llama de la sospecha y acabar con la reputación de una empresa de este tipo de manera permanente.

Ahora veamos un caso práctico y comprobemos si es más beneficioso para un viajero volar con una low cost.

El viaje será: Madrid – Londres.

El viajero A realizará su viaje con Iberia y el viajero B con Ryanair.

Las fechas serán desde el 20/03/2017 al 26/03/2017, intentando abonar las tarifas más bajas posibles.

IBERIA  coste total del trayecto =  125,57.-EUR

RYANAIR coste total del trayecto = 97,90.-EUR

Hay una diferencia de 27,67.-EUR a favor de RYANAIR

Factores a tener en cuenta:

  1. Ryanair vuela a Stansted, que está a 1h30´ aproximadamente de Londres, dependiendo del tráfico y la hora.
  2. IBERIA vuela a Heathrow que está a 1 h     aproximadamente de Londres, dependiendo del tráfico y la hora.
  3. Hemos intentado escoger para cada viajero el medio de transporte más económico para llegar a la capital. El viajero A viajará en metro y el viajero B en autobús.
  4. El viajero A gastará 14,00.- EUR a mayores en su billete de metro y tardará unos 40 minutos en llegar a Londres.
  5. El viajero B gastará 19,00.-EUR  a mayores en su billete de bus  y tardará alrededor de 1h 15´en llegar a Londres.

 

Hasta aquí la diferencia entre los viajes se ha reducido a 22 EUROS a favor de Ryanair, pero fijémonos ahora en los horarios de los aviones:

  1. Ambos viajeros llegarán aproximadamente a las 12:30 del mediodía a Londres.
  2. El viajero A regresará el día 26/03/2017 a las 19:20, por lo que debería estar en el aeropuerto alrededor de las 17:20. Para eso tiene que salir de Londres sobre las 16:20. El viajero A habrá aprovechado toda la mañana de su último día en la capital Inglesa, y parte de la tarde.
  3. El viajero B regresará el día 26/03/2017 a las 06:25, por lo que debería estar en el aeropuerto alrededor de las 04:25. Para eso tiene que salir de Londres sobre las 03:00. El viajero B habrá perdido todo el último día de su estancia en Londres y también habrá desperdiciado la última noche de estancia en el hotel.

En estas circunstancias, el viajero B habrá ahorrado 22,00.-euros netos, pero habrá utilizado una hora más de desplazamientos entre aeropuertos y la ciudad y, lo más importante es que ha perdido un día entero de viaje con respecto al viajero A.

El viajero A ha pagado 22,00.-euros más, pero se ha ahorrado una hora de desplazamientos y, sobre todo, ha disfrutado un día más de vacaciones.

Esto quiere decir que, además de la diferencia de precios, es conveniente revisar siempre:

  • Qué horarios ofrece la low cost en comparación con la aerolínea NO-low cost.
  • Qué aeropuerto ofrece la low cost, en comparación con la aerolínea NO-low cost.
  • Qué gastos a mayores vamos a tener dependiendo del lugar donde aterrice nuestro avión.
  • Cuánto tiempo vamos a perder en los desplazamientos entre aeropuertos y nuestro destino.
  • Qué nivel de comodidad vamos a poder disfrutar durante el vuelo, volando con una low cost o no.

En definitiva, habrá que aprender a no dejarse llevar nunca por un precio sin tener en cuenta otros factores, si cabe, tanto o más importantes, de cara a sacar el máximo rendimiento en nuestros desplazamientos o vacaciones.

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