Si se pudiese sobrevolar lentamente el centro de la capital peruana, la imagen que tendríamos es la de un pequeño caos: miles de vehículos intentando llegar a su destino en unas vías totalmente colapsadas, ruidos de bocinas, las famosas combis con sus conductores gritando el trayecto a los viandantes, los cambistas con su chaleco de color y billetera en mano…