AUMENTAN LOS PASAJEROS QUE ESTAFAN A LAS AEROLÍNEAS

Hoy vamos a darle la vuelta a la tortilla. Aquellos que nos seguís habitualmente sabéis que no nos duelen prendas cuando tenemos que denunciar los comportamientos abusivos, injustos e ilegales de muchas aerolíneas, que acaban causando graves problemas y perjuicios a sus pasajeros. Esa ha sido la filosofía de Turama desde el primer día, y seguirá siendo en el futuro.

Sin embargo, después de tratar multitud de temas que afectan a las relaciones de las compañías aéreas con sus pasajeros, también hemos descubierto comportamientos por parte de estos que dejan mucho que desear, la inmensa mayoría encaminados a conseguir algún tipo de compensación económica o indemnización por parte de las aerolíneas en las que volaban.

Con el fin de huir de bulos y demás historias falsas o exageradas que pululan por la red, nos hemos limitado a contaros aquellas de las que hemos sido testigos en primera persona, o que nos han pasado otros miembros de Turama que están actualmente prestando sus servicios en diferentes compañías y puestos muy diversos.

Nos dejamos otro gran montón de este tipo de incidencias archivadas en el cajón de los «posibles timos», dado que a día de hoy todavía dudamos sobre su veracidad, pero tampoco tenemos ni los datos ni los medios para poder asegurar que se trate de estafas.

Pasamos a continuación a relataros algunos casos que nos han parecido especialmente significativos:

Una vida truncada…

Como sabéis, solemos contactar telefónicamente con muchos de los que os dirigís a Turama para comentarnos distintas incidencias sufridas a consecuencia de viajes o vuelos con problemas.

El motivo es precisamente para evitar el incesante ir y venir de correos electrónicos y mensajes, que muchas veces pueden ser malinterpretados, y hablar directamente con aquellos que habéis interpuesto algún tipo de reclamación o denuncia, o estáis pensando en hacerlo.

No hace demasiado tiempo estuvimos hablando telefónicamente con una pasajera que vió como su vuelo tenía que ser desviado a otro aeropuerto, a consecuencia de unas condiciones climatológicas adversas.

El avión en el que viajaba tuvo que realizar la maniobra conocida como «go around», o «motor y al aire», que la inmensa mayoría de los que viajáis de manera habitual habréis experimentado en algún momento.

En este tipo de situaciones los pilotos intentan tomar tierra en el aeropuerto de destino, pero una vez que verifican que este no reúne todas las condiciones que garanticen una maniobra de aterrizaje segura, frustran la misma y vuelven a acelar los motores de la aeronave para intentarlo de nuevo o, como en este caso, dirigirse a otro lugar.

Dicha maniobra, por inesperada, suele sorprender a gran parte del pasaje, pero ni siquiera podemos calificarla de «incidencia», ya que es algo relativamente habitual y que se lleva a cabo de manera muy estudiada y segura, por lo que sólo podríamos etiquetarla como una simple «anécdota».

Pues bien, esta pasajera nos comunicó verbalmente su intención de interponer una reclamación judicial contra la compañía aérea, no por el hecho del desvío y las consecuencias que este pudo haber tenido con sus planes de vacaciones, sino porque a consecuencia de la tensión y la situación de «peligro» que había vivido a bordo de la cabina, había entrado en un estado de «shock» que no le permitiría volver a subirse a un avión nunca más en su vida.

Literal y específicamente nos comunicó que la aerolínea había «jugado con su vida», y la del resto de pasajeros que la acompañaban en el vuelo, y esto le había provocado un bloqueo mental que le impediría poder volver a volar en el futuro.

Tenemos que reconocer que la persona que habló personalmente con esta pasajera en representación de Turama también ha quedado en estado de «shock» después de esta conversación y esperamos que no nos demande por ello, porque debemos reconocer que tampoco estaba muy lúcida mentalmente antes de la misma.

En todo caso, lamentamos otra «vida truncada» a consecuencia de un motor al aire y desvío inesperado, y deseamos que con el tiempo se curen las heridas de tan nefasta experiencia y poco a poco, y con el tiempo necesario, esta pasajera pueda volver a mirar cara a cara a un avión comercial de pasajeros.

El grupo de jetas

La siguiente situación nos fué trasladada por una tripulante de cabina de una conocida aerolínea de bajo coste que se dedica, entre otros, a realizar vuelos transoceánicos subdividiendo hasta el infinito el número de extras que ofrece a sus pasajeros.

En ese viaje se encontraban dos parejas que después de que se repartiese el correspondiente servicio de comida para todos aquellos que habían pagado por el mismo, se dirigieron a la tripulación del avión para reclamar la suya.

Una vez realizadas las comprobaciones oportunas, los empleados comunicaron a estos pasajeros que sus billetes no incluían este servicio, por lo que no podían facilitarles el catering en cuestión, razón esta que utilizaron los supuestos «afectados» para entrar en cólera y montar el típico numerito en el que llovieron los insultos a la aerolínea y a todos los que trabajaban en ella, acusándolos de estafadores, timadores y muchos otros adjetivos que no vamos a reflejar aquí.

Dada la gravedad de la situación y que la misma estaba afectando gravemente al resto del pasaje, que se vió inmerso en un escándalo totalmente injustificado, el sobrecargo tomó la decisión de facilitar a los 4 gritones el servicio de comida que reclamaban.

Con posterioridad y durante el propio vuelo se hicieron gestiones a mayores con la compañía, las cuales confirmaron que ninguno de los 4 implicados había contratado la comida a bordo, por lo que se les solicitó se dirigieran al galley para explicarles lo sucedido y reclamarles a mayores el precio de lo que habían consumido.

Los implicados en el altercado comunicaron entonces a los empleados de la aerolínea que ellos estaban convencidos que sí habían comprado ese servicio, pero dado que no era así y fue la propia compañía la que decidió por su cuenta darles de comer y de beber durante todo el vuelo, ellos se consideraban totalmente inocentes y no estaban dispuestos al abono de ningún tipo de cantidad por ese concepto.

Sabemos que esta incidencia fue trasladada en el mismo momento a la compañía y que existía intención por parte de esta de interponer una denuncia contra los 4 implicados, no sólo por los alimentos y bebidas consumidas de manera fraudulenta, sino también por el altercado provocado, los insultos y las amenazas sufridas.

Desconocemos el final de esta historia pero desde Turama, si nos estáis leyendo, sólo deseamos que os lleven a juicio, o como poco que os demanden, así sólo con los honorarios de abogado y procurador que tengáis que pagar os lo pensaréis dos veces antes de volver a montar otra tangana.

No sin mi hijo

El siguiente caso nos fue relatado por un TCP de una de las compañías aéreas más importantes del mundo, de origen estadounidense.

Durante un vuelo nocturno a través del océano Pacífico, este empleado observó como se formaba una pequeña cola de pasajeros delante de uno de los lavabos posteriores del avión. Al acercarse para comprobar lo que estaba ocurriendo se percató de que los sonidos que salían del WC no se correspondían precisamente con los que emite un ser humano que está sufriendo un despeño diarréico, o un episodio grave de estreñimiento.

De hecho, los ruídos se correspondían con los de dos personas que habían decidido intentar entrar en el club del «Mile High», que es como se conoce al grupo de pasajeros que han mantenido relaciones sexuales dentro de un avión en vuelo.

Ante la «delicada» situación que se estaba creando y los cada vez más intensos sonidos que salían del WC, se optó por avisar a los ocupantes del mismo para que depusieran su actitud y saliesen del mismo, considerando además que había numerosos menores que estaban siendo testigos de todo lo que acontecía.

Dado que los pasajeros hacían caso omiso a las llamadas desde el exterior, finalmente no quedó otro remedio que abrir la puerta del lavabo desde fuera, lo que sirvió para confirmar que la pasión se había desbordado dentro del pequeño cubículo dedicado a otros menesteres.

A pesar de estar con la puerta abierta y ante la mirada de varios empleados llamándoles la atención, los dos implicados consideraron seguir a lo suyo, por lo que la persona que nos comentó esta incidencia nos aseguró que llegó a pensarse incluso en la posibilidad de tirarles agua encima, como si de animales en plena calle se tratase.

Finalmente y después de un buen rato, se consiguió que la pareja abandonase el baño, el cual quedó clausurado para lo que quedaba de vuelo, y ambos protagonistas fueron amonestados in situ, reservándose la aerolínea la posibilidad de interponer una reclamación formal contra los mismos.

Soprendentemente, y dada la manera en la que funciona el sistema judicial estadounidense, la pareja de amantes viendo lo que les podía caer encima se adelantó a los hechos y procedió a demandar a la aerolínea aludiendo a que por culpa de las interrupciones sufridas les fue imposible consumar el acto, el cual habían decidirlo hacer allí mismo porque era el momento en el que su médico les había dicho que tenían más probabilidades de conseguir un embarazo, cosa que llevaban intentando desde hace tiempo.

Por supuesto, también hicieron mención a la humillación pública que este hecho les provocó, lo que supuestamente también afectó al estado de ánimo de ambos, complicando su deseo de ser papás en el futuro.

Desde Turama sólo podemos celebrar que el momento tan crucial y esperado surgiera precisamente dentro de un avión, y no en mitad de un restaurante, o mientras se acudía a misa, situaciones estas que hubiesen sido bastante más esperpénticas, si es que eso cabe.

Lázaro, levántate y anda…

El último de los casos que os vamos a relatar hoy, ya que tenemos bastantes más que, de momento, nos reservamos, ocurrió en la capital de nuestro país y en una aerolínea bastante conocida.

Varios empleados de tierra de dicha compañía se encontraban disfrutando de su descanso para comer en uno de los múltiples restaurantes que se encuentran ubicados dentro de las instalaciones del aeropuerto, y se fijaron especialmente en una persona con problemas muy evidentes de sobrepeso, que según manifiestan se levantaba constantemente para hacerse con diversos postres, tartas, bollos y demás alimentos que no le beneficiaban precisamente en nada.

Dicha actitud fue comentada entre los compañeros, ya que parecía totalmente contraria a la que debería mantener para no tener problemas graves de salud, quedando como una anécdota más del día sin especial importancia.

En el momento de reincorporarse a sus puestos, se dispusieron a ordenar el embarque de un vuelo internacional, llevándose la gran sorpresa de ver a la misma persona a la que habían observado pocas horas antes en el restaurante, llegar hasta la sala donde se encontraban utilizando los servicios de asistencia del aeropuerto y en silla de ruedas.

Dicha pasajera, que al parecer no hablaba español, les comunicó que padecía problemas de circulación y que a consecuencia de los mismos le era imposible caminar, por lo que requería un embarque preferente y un asiento en el que pudiera levantar las piernas y no tuviese nada delante.

Los empleados de la compañía, auténticos profesionales que saben cómo comportarse en estos casos y que ven como este tipo de situaciones se empiezan a repetir cada vez más, optaron por no decir nada y pasar la incidencia a su responsable directo, comentándole que pocas horas antes habían visto a la misma pasajera andando y moviéndose con total normalidad, sentándose y levantándose en numerosas ocasiones y saliendo del restaurante por sus propios medios sin ninguna dificultad.

Esta gestión llevó su tiempo y la pasajera implicada, lejos de intentar no llamar demasiado la atención y mantener el perfil más bajo posible, igual que en el primer caso optó por montar otro numerito, en el que ella misma se veía víctima de la incompresión de la aerolínea y una injusticia universal a consecuencia del grave estado de salud en el que se encontraba.

Para adornar todo un poco más, comenzó a llorar desesperadamente y a solicitar una mascarilla de oxígeno, ya que el disgusto le estaba complicando su capacidad para respirar. Esto último cesó súbitamente cuando le comunicaron que tendría que ser atendida por los sanitarios y era probable que perdiese su vuelo.

Con el tiempo pasando incesantemente y sin saber qué hacer con la pasajera, de repente, y como un milagro venido directamente desde el cielo, esta se levantó y por su cuenta comenzó a caminar a través del finger hacia el avión, comentando que ya había esperado bastante y no quería perder su vuelo de regreso a casa.

Este hecho, a la par que milagroso, provocó un cruce de acusaciones entre la aerolínea y dicha pasajera, que al parecer también aprovechó todo el transcurso del vuelo para no dejar de reclamar en todo momento un trato preferente, incluso demandando su reubicación en primera clase.

Como veis, no son sólo las aerolíneas las que en ocasiones estafan a sus clientes, también estos se aprovechan cada vez más de las pequeñas lagunas que encuentran para intentar sacar tajada económica o mejoras evidentes en sus condiciones de viaje.

En Turama, como buenos adalides de todo este tipo de asuntos, y muchos otros que esperaremos a revelar, también procederemos a comentar públicamente los mismos, ya que nos parece igual de delictivo que el aprovechamiento llegue desde una parte o desde la otra.

Para aquellos que tengan pensando no cortarse ni un pelo, que sepan que nosotros tampoco lo vamos a hacer, y sugerimos que entre todos luchemos contra estos «espabilados» que con sus acciones no sólo perjudican a las compañías aéreas, sino también a todos los pasajeros con los que comparten vuelo.

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