¿SE APROXIMA GRAVE ACCIDENTE AÉREO EN EUROPA?

La pregunta que da título a este artículo no es retórica, se trata de una cuestión totalmente real. Al igual que durante la grave crisis económica que se vivió hace tan solo unos años a nivel mundial se tuvieron que realizar importantes recortes en sectores clave, que acabaron afectando al usuario directamente, en la aviación comercial está pasando actualmente lo mismo.

La situación actual de las aerolíneas

En Europa, y gran parte del planeta, ya no quedan compañías aéreas tradicionales, lo que hoy se conoce con el nombre de «full service» para intentar distinguirlas de las «low cost». Las que todavía se consideran como tal, están funcionando a nivel operativo de la misma manera a como lo hacen las aerolíneas de bajo coste.

El cliente, en este caso pasajero, ha pasado a un segundo plano y en la actualidad se priorizan otros factores, como obtener la máxima rentabilidad económica a base de disminuir los gastos fijos.

Esta progresiva reducción de costos operacionales significa que una mayor carga de trabajo, y mucho más especializada, tiene que hacerse con un menor número de empleados.

Quizás el mejor ejemplo de esta situación lo podamos ilustrar poniendo como modelo a Iberia, una aerolínea que ha pasado momentos muy difíciles, que incluso hicieron temer por su viabilidad. En la actualidad, por fin, se puede decir que está funcionando de una manera aceptable y ganando dinero, lo cual, al contrario de lo que se podía pensar, va a significar la próxima aprobación del tercer gran ERE (Expediente de Regulación de Empleo) de su historia y el despido de un gran número de sus empleados.

Entonces, ¿cómo es posible que justo cuando una empresa empieza a ganar dinero se despida a sus empleados?. La respuesta la encontramos en una curiosa paradoja del mundo económico, que es totalmente aplicable al de las compañías aéreas: el presente no existe.

El presente, es decir, la situación que se está viviendo en la actualidad, es en realidad el pasado. Todo lo que está por venir ya está marcado por las acciones que se han tomado en el pasado y en la actualidad. Aunque ahora se atrievese por un momento de «vacas gordas», las estrategias y decisiones que se tomen marcarán el devenir futuro, y hay que anticiparse a este.

Iberia sabe que, por mucho que duela, no le va a ser posible competir en el futuro más inmediato con sus rivales de bajo coste. Las rutas nacionales van a estar acaparadas por Iberia Express, Vueling, y todas las low cost que las están operando actualmente, y las nuevas que lo harán en el futuro. A esto hay que sumarle las apertura de nuevos tramos del AVE (tren de alta velocidad), que ha sido un rival que ha logrado conquistar uno de los territorios marca de la casa: el puente aéreo Madrid Barcelona.

El largo recorrido va a estar copado por las lowcost como Level, Norwegian, WOW, y la próxima Boost, por lo que aunque hoy se está ganando dinero, mañana se va a perder. El Brexit también amenaza con romper al grupo IAG, por lo que sólo queda una solución: anticiparse al futuro y empezar a tomar medidas, como el despido de empleados. El presente no existe, el presente no importa.

Los avisos

Como resultado de lo explicado anteriormente, todos los empleados de las compañías aéreas están siendo sometidos a una presión infinitamente superior a la habitual para poder conquistar los objetivos que ha determinado cada aerolínea.

Hace poco saltaba a la luz un vídeo de un encargado de handling (traslado de maletas) del aeropuerto de Ibiza, que víctima del enfado y desesperación por la falta de medios para poder hacer su trabajo, acababa pagando su frustración con el equipaje de los pasajeros del avión, que miraban atónitos la increíble escena. Puedes ver el vídeo aquí.

Este asunto saltó casualmente a la opinión pública como algo excepcional, cuando este tipo de comportamientos y escenas son vividas a diario en privado.

Sin embargo, el trabajo de mayor responsabilidad recae sobre la espalda de los pilotos, que son los encargados de volar los aviones y de mantener la seguridad a bordo. A los pilotos se les está pidiendo ahora más y mejores resultados, más puntualidad, menos consumo de combustible, más rentabilidad y, sobre todo, generar menos problemas para la compañía.

Esto conlleva una situación de estrés añadida que ya ha causado graves problemas en el pasado, como el fatal accidente del SpanAir en Barajas, en el año 2008, en el que los dos pilotos, víctimas de los retrasos producidos por averías antiguas y que se repetían en el avión de manera constante, dejaron de prestar atención a uno de los momentos más básicos y cruciales del vuelo, el despegue, para intentar correr lo máximo posible y evitar más demoras y pérdidas para la compañía. Todos conocemos el resultado final.

Sin embargo, nos ha llamado poderosamente la atención otra de las noticias que ocupó todos los espacios informativos y medios escritos estadounidenses en los pasados días, y que parece que ha sido evitada en Europa. La mayor catástrofe aérea de la historia se evitó el pasado 7 de Julio gracias a un comentario de un piloto que, en el último segundo, hizo que el avión de Air Canada que estaba a punto de estrellarse contra otros 4 aparatos que estaban esperando para despegar en el aeropuerto de San Francisco, abortase la maniobra a tan solo 30 metros de la primera aeronave que se encontraba en la calle de rodaje. Puedes leer lo ocurrido aquí.

La razón de este hecho, casi incomprensible, radica en el hecho de que el piloto confundió la calle de rodaje, utilizada por los aviones para llegar a la pista activa, con la pista de aterrizaje que se le había asignado, llegando incluso a ver a las luces de las aeronaves que se encontraban esperando.

A pesar de que todavía hay varias investigaciones en curso para esclarecer lo ocurrido, parece que todo apunta a un despiste del piloto al mando, que decidió prescindir de los medios electrónicos para hacer la maniobra de aterrizaje de manera manual. Este tipo de hechos ocurren cuando quien tiene que tomar las decisiones está sometido a tal presión que cae en un efecto psicológico conocido como «Sesgo de Confirmación» o Confirmation Bias, en inglés.

En este tipo de situaciones, que también ocurren en todo tipo de ámbitos, la persona reacciona simplemente creyendo lo que quiere creer.

Otro de los ejemplos más trágicos que hemos visto últimamente ocurrió en el accidente del equipo de fútbol brasileño del Chapecoense.

LaMia era una aerolínea que operaba vuelos chárter, siguiendo la estrategia de cobrar mucho menos que sus competidoras. Su política de reducción de gastos le permitía operar determinadas rutas y obtener un beneficio económico, a cambio de ajustar los gastos al máximo.

Hasta la fecha tenía un expediente limpio de accidentes, habiendo llegado incluso a transportar a la selección nacional argentina de fútbol, por lo que los directivos del club brasileño, ante la diferencia de presupuestos que tenían, decidieron que era una buena idea contratar un vuelo internacional con esta compañía.

Lo que desconocía el club brasileño, y que finalmente causó la tragedia, es que LaMia pretendía volar una ruta desde Bolivia hasta Colombia utilizando la autonomía máxima del avión, sin prever posibles imprevistos, tal y como se estipula en todos los reglamentos aéreos internacionales.

Los pilotos se quedaron cortos de combustible a tan sólo unos pocos kilómetros del aeropuerto, estrellándose contra una montaña cercana. Podían haberse declarado en emergencia mucho antes, y evitar la catástrofe, o haber hecho una parada intermedia, pero se superpusieron los beneficios económicos por encima de la seguridad del pasaje.

Básicamente, los pilotos tenían más miedo a provocar gastos a mayores a su compañía, que a estrellarse en medio de la nada.

El presente

En el momento actual, las compañías aéreas europeas están atravesando por un momento nunca antes visto en la historia de la aviación comercial. La necesidad de reinventarse y adaptarse a las nuevas demandas de los clientes potenciales, a los que sólo les interesa el precio del billete, ha acabado por pasar una factura difícil de asumir.

Ya hemos comentado la situación de Iberia, a punto de aprobar su tercer ERE, pero vamos a resumir la situación del resto:

Air France/KLM : a punto de superar los graves conflictos originados por la salida de la lowcost «Boost». El personal de la compañía francesa, supuestamente, realizando una huelga encubierta para presionar a la aerolínea.

EasyJet : graves pérdidas en lo que va de año, que han resultado en la dimisión de su CEO, Carolyn McCall, que ha decidido dirigir una cadena de televisión. Grandísimo número de cancelaciones y retrasos en lo que va de Verano.

Air Berlin : a punto del colapso. Pérdidas que llegan a los 3 millones de euros diarios y un récord de cancelaciones y retrasos. Situación límite.

HOP! : en plena huelga y causando un caos operacional en toda Europa. 913 cancelaciones en el último mes.

British Airways : en decadencia. Caos informático hace pocos meses que resultó en cancelaciones múltiples. Pérdida de calidad de la aerolínea. Huelga actual de TCP.

Alitalia : en venta al mejor postor.

Lufthansa : el año pasado provocó un caos por la huelga de sus pilotos. Siguen los conflictos en la compañía, que ahora tiene también que echar una mano a AirBerlin y EuroWings.

Norwegian : el gran bluff del Verano. Demasiadas expectativas y una enorme caída en bolsa en las últimas semanas. Ha querido abarcar mucho y se ha atragantado.

Y así podíamos seguir durante un buen rato, dejando claro que, en mayor o menor medida, el comercio aéreo europeo está a punto de tocar fondo.

El futuro

¿Y que puede traer todo esto? esperemos que lo máximo que pueda ocasionar esta situación sea el cierre de diversas aerolíneas, su absorción por otras, u oleadas de despidos múltiples en todos los países de Europa.

En el peor de los casos, creemos que se está sometiendo a todos los trabajadores de estas empresas a una presión difícil de sostener durante mucho más tiempo. Que un empleado desesperado tire las maletas por el aire es algo que está mal, pero sus consecuencias son asumibles. Si un piloto se encuentra en una situación parecida, los resultados podrían acarrear problemas infinitamente más graves.

No podemos dejar de traer a colación hechos inéditos ocurridos en los últimos años, en los que pilotos comerciales deciden suicidarse estrellando el avión que pilotan, como ocurrió en el caso del accidente de AirMalaysia, o de GermanWings en los Alpes.

Parece evidente que la industria aérea está atravesando una etapa de muchos cambios, y esto no había ocurrido hasta ahora. Como cualquier punto de inflexión, este momento acarrea un nivel de tensión demasiado elevado, que se traslada desde los grandes directivos, hasta al último empleado de cada aerolínea.

Hasta que se estabilice un poco la situación, si es que se vuelve a dar esta circunstancia, las aguas van a seguir revueltas, y son el caldo de cultivo perfecto para que se produzcan situaciones extremas que pudiesen derivar en un accidente grave.

Creemos que se está tirando demasiado del hilo y, o se afloja un poco la presión, o este va a acabar rompiendo.

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