EL-GRAN-TIMO-DE-RYANAIR

Una vez más, y ya van unas cuantas en lo que llevamos de Verano, Ryanair y especialmente su CEO, Michael O´Leary, saltan a la palestra del panorama informativo europeo, esta vez debido a la decisión unilateral de cancelar alrededor de 50 vuelos diarios hasta el mes de Noviembre.

Como es habitual en esta compañía, que nunca tiene culpa ni es responsable de nada, se indica que esta medida obedece a la necesidad de facilitar los correspondientes días de vacaciones anuales a sus pilotos y reestructurar la operativa de vuelos, cuya puntualidad se había reducido hasta el 80% debido al mal tiempo, diversas huelgas ajenas a la compañía y otras circunstancias debidamente inventadas para la ocasión.

Como buenos escribas del gran faraón, la mayoría de medios, incluso aquellos que se consideran a si mismos como «especializados», procedieron a transcribir literalmente la noticia del «favor» que Ryanair estaba haciendo a todos sus clientes, sin querer entrar al fondo de la cuestión, precisamente por la enorme gravedad de estos hechos, su origen real y las consecuencias futuras.

Cualquiera que conozca un poco los entresijos de esta aerolínea se dará cuenta que aquellos que miran hasta el último céntimo y la manera de sacárselo del bolsillo a sus clientes, no están dispuestos a dilapidar en dos meses más de 120 millones de euros en reembolsos y compensaciones económicas, sólo para complacer a sus empleados y pasajeros, precisamente porque nunca ha mostrado el más mínimo respeto por ninguno de los dos grupos.

Antecedentes

O´Leary no se esconde, siempre ha dicho que ni le gusta volar ni le gustan los aviones. Realmente aterrizó en este sector como podría haberlo hecho en el de la exportación de la aceituna, a pesar de tener que admitir que a lo largo de todos estos años ha sabido crear y manejar una filosofía empresarial de probado éxito, que lo llevó a embolsarse en el 2016 unos respetables 3,26 millones de euros en concepto de sueldo más incentivos.

Precisamente, gran parte de su éxito se debe a las medidas adoptadas para reducir al mínimo todos los gastos de la empresa, lo que incluye las condiciones laborales de sus empleados.

Esta misma semana Ryanair se llevaba otro palo judicial más, al sentenciar la corte europea que sus TCP (tripulantes de cabina) pueden elegir estar sujetos a la legislación laboral del país en el que residan, y no la impuesta por la aerolínea, que respondía exclusivamente bajo el amparo de las leyes irlandesas.

Este tipo de imposiciones son muy normales en la empresa, que abusa de manera notable de una intolerable arrogancia y desprecio.

De hecho, en el anuncio de la ola de cancelaciones hacía referencia a que afectaría a «unos pocos pasajeros». Esto demuestra, una vez más, el poco cuidado con el que se trata a los clientes de la aerolínea, ya que los irlandeses son conscientes de que su relación comercial con estos es lo más parecido que hay en el mercado a la alcahuetería (por no utilizar otra palabra peor sonante), en la que ni el pasajero ni la compañía tienen el más mímino interés el uno por el otro, pero ambos se benefician de un servicio prestado a precios realmente bajos.

Aunque el afectado hubiese sido sólo un usuario, por decencia empresarial habría que haber mostrado un poco más de empatía y respeto, pero es que en este caso se prevé que se vean afectados hasta 400.000 pasajeros, todos ellos con sus planes de viaje ya cerrados y reservas debidamente abonadas.

A O´Leary todo esto no le quita el sueño. Cuando fue preguntado en público por el cargo (declarado ilegal) de 40€ a aquellos pasajeros que no pueden llevar al aeropuerto su tarjeta de embarque impresa, contestó de manera taxativa que «se lo merecían por estúpidos». Curiosamente, igual que el actual presidente de los EEUU, Donald Trump, había declarado en la última campaña electoral, podría seguir insultando a quien quisiese, o atropellar a un viandante en plena calle, y no perdería ni un solo cliente.

Hace tan solo una semana se desmarcaba de nuevo precisamente acusando a sus pasajeros de los retrasos que estaban sufriendo sus vuelos, ya que estos se habían aprovechado de su política de dos bultos de mano en cabina y los aviones tardaban una eternidad en despegar, dados los jaleos que se montaban al no existir espacio suficiente en los compartimentos superiores del avión.

Igual que si tratara con niños, procedió a castigar a sus clientes prohibiéndoles subir con más de un pequeño bulto de mano a bordo, salvo pago del correspondiente extra por embarque preferente.

Con sus empleados tampoco se queda precisamente corto. Hace ya varios años había solicitado permiso para volar sus aviones con un solo piloto, ya que afirmaba que el trabajo de estos estaba demasiado sobrevalorado y era posible que una sola persona lo desempeñase con total seguridad.

Evidentemente, los organismos europeos no le permitieron adoptar semejante medida, pero no es descartable que sea de los primeros en implementarla en cuanto la legislación y la tecnología se lo permitan.

Entre su lista de «deberes» también se encuentran las cabinas con asientos corridos, para dar cabida a más pasajeros, la tasa por utilizar el cuarto de baño y la adoptada recientemente que obliga a pagar un extra para poder comprar asientos contiguos dentro de la misma reserva.

Esto último ha causado una gran indignación, principalmente en el Reino Unido, donde en un programa de radio fueron cientos los pasajeros de Ryanair que llamaron por teléfono para protestar por esta medida, y que consiguieron que finalmente O´Leary les contestase en público con un rotundo: «¡Dejad de quejaros!», lo que vuelve a demostrar que parece que está tratando con sus hijos, en vez de con sus clientes.

Los hechos

Ryanair ha anunciado que procederá a la anulación de un 2% de todas sus operaciones programadas hasta el mes de Noviembre, lo que significa que desaparecerán de los aeropuertos de toda Europa alrededor de 50 vuelos diarios.

Este mismo fin de semana, entre el Viernes y el Domingo, se vieron ya afectados un total de 170, que dejaron literalmente tirados a miles de sus pasajeros, los cuales recibieron un aviso de la compañía por correo electrónico 24 horas antes del despegue, razón por la cual a la gran mayoría le ha sido imposible comprar billetes nuevos en tan poco espacio de tiempo.

Muchos de los afectados han tenido que cancelar sus vacaciones, lo cual les ha obligado a perder todo lo abonado por el mínimo espacio de tiempo para proceder a comunicar el aviso correspondiente, y otros tantos no han podido regresar a sus domicilios desde los destinos en los que se encontraban, teniendo que abonar de sus bolsillos los gastos de permanencia en sus hoteles hasta poder conseguir nuevos billetes.

El mayor delito que está cometiendo Ryanair, y que debería de ser estudiado por las autoridades europeas ante el terrible desamparo en el que deja a sus clientes, es que se niega a facilitar un listado completo de los vuelos que van a ser cancelados.

Esto conlleva que cualquiera que tenga un billete comprado para volar con la aerolínea hasta el mes de Noviembre, puede recibir con la mínima antelación el temido mensaje de Ryanair avisando que su vuelo se ha cancelado, incluídos aquellos pasajeros que ya han realizado el viaje de ida y tienen pendiente sólo el regreso.

Por otro lado, en Turama creemos que existe un claro atentado a las normas más básicas del comercio, ya que se siguen comercializando sin ningún rubor vuelos que ya se sabe que van a ser cancelados; es decir, ahora mismo hay pasajeros haciendo sus reservas, y pagando las mismas, en vuelos que la compañía ya sabe que no va a operar.

Ryanair se sigue riendo de todo el mundo y se niega a publicar el listado requerido, que ayudaría a todos los afectados a poder tener el suficiente tiempo de margen para intentar reorganizarse y no perder sus vacaciones.

En su página web se anuncia que los pasajeros pueden optar a una devolución íntegra del importe de su billete, lo cual no les arregla para nada la situación, o ser embarcados en otros vuelos de la compañía, normalmente con más de 2 ó 3 días de diferencia con el que estaba previsto inicialmente.

Desde luego, no habla para nada de la compensació económica que debe de abonar a todos aquellos que van a sufrir estas nuevas medidas en sus carnes, y que dependiendo de la distancia del vuelo están valoradas entre los 250 € y los 400 €, además de la obligación de tener que hacerse cargo de todo tipo de gastos a mayores en los que incurran, como más noches de hotel, comidas, desplazamientos, etc.

A pesar de que la legislación europea da un plazo máximo de 7 días para proceder a indemnizar por parte de la aerolínea, todos aquellos que ya se hayan visto envueltos en una situación semejante con Ryanair sabrán que no se lo van a poner precisamente fácil para poder formalizar sus reclamaciones.

Ayer mismo se presentaron múltiples quejas por parte de usuarios que vieron cómo las líneas telefónicas no eran contestadas por ningún empleado de la compañías, y el chat habilitado para estos casos tampoco se encontraba activo.

En el Reino Unido ya se ha creado un movimiento de pasajeros afectados que bajo el lema de «BR2B» (Boycot Ryanair to Bankruptcy-Boicot a Ryanair hasta su quiebra), pretenden conseguir que nadie más siga comprando billetes hasta que la aerolínea vuelva a recuperar la normalidad.

La verdad

Somos muy pocos los que osamos exponer la verdad de los hechos y nos apartamos del camino por el que Ryanair quiere que vayamos todos, como ovejitas detrás de su pastor.

Para empezar, Ryanair ha sido advertida muy seriamente por parte de la IAA (Irish Aviation Authority) para que cambie la política que estaba siguiendo respecto a las vacaciones de sus trabajadores.

Cualquier empleado de cualquier empresa en la que trabaje más de un asalariado sabe perfectamente que, normalmente en el primer trimestre de cada año, se suele hacer un cuadro de vacaciones que garantice que todo el mundo pueda disfrutar del descanso que le otorga la ley, y a la vez que los compromisos comerciales de su firma se sigan respetando.

No tiene ninguna lógica que la principal aerolínea europea por volumen de pasajeros, y una de las más importantes del mundo, se haya dado cuenta a finales de Septiembre que no tenía confeccionado correctamente su cuadro de vacaciones, razón por la que van a fastidiar las mismas a cientos de miles de sus clientes y a abonar cientos de millones de euros en indemnizaciones.

El problema viene de mucho más atrás, y es que sólo en los últimos 12 meses Ryanair ha perdido a más de 1.000 de sus pilotos más experimentados.

Si bien hace unos años las oportunidades para encontrar trabajo en Europa como piloto comercial de líneas aéreas eran muy reducidas y Ryanair proporcionaba el puesto ideal para entrar con relativa facilidad y poder ganar una importante experiencia, las cosas han cambiado notablemente hoy en día.

El mejor ejemplo lo tenemos en que justo el día después (menos de 24 horas) en el que AirBerlin se declaraba en quiebra, aparecieron en Alemania reclutadores de la compañía Qatar Airways en busca de pilotos para trabajar en el país árabe.

Ahora mismo son varias las compañías que buscan con urgencia pilotos para sus aviones, entre las que destacan la propia Qatar, la aerolínea europea Norwegian, que ha procedido a la compra de un increíble número de aviones, o incluso la española Vueling, que también ha abierto un proceso de selección.

Al aumentar de manera tan excepcional las oportunidades de trabajo para los pilotos, muchos han considerado que ya no vale la pena seguir aguantando las excentricidades de la compañía irlandesa y han optado por salir de la misma.

Esto ha llevado a Ryanair a tener que empezar a prestar un poco más de atención a este colectivo, al que siempre mantuvo bajo fuertes presiones de todo tipo, entre las que destacó en su día la obligación de ahorrar el máximo combustible posible y que provocó que en una sola noche 3 de sus aviones que tenían previsto el aterrizaje en Madrid tuvieran que ser desviados por mal tiempo a Valencia y acabaran declarándose en emergencia por falta de combustible.

El sangrado constante de profesionales, principalmente de pilotos, está haciendo mucho daño a la aerolínea irlandesa, que está experimentando en sus propias carnes las consecuencias de haber tratado en muchas ocasiones despectivamente a los mismos.

Esto también se ha repetido con el personal de cabina, razón por la cual se han abierto múltiples selecciones para tripulantes lo largo y ancho de toda Europa, con el fin de reclutar al máximo posible de candidatos a vestir su uniforme, que también deberán pagárselo de su bolsillo.

Es realmente espeluznante ver como jóvenes de diversos países se apuntan a lo que Ryanair promete ser una «aventura», más que un trabajo, y les mete en la cabeza paisajes tan bucólicos como la posibilidad de comer un día en Roma y esquiar en Suiza al día siguiente.

Lo que raras veces se comenta es que todos estos candidatos deben de pagar a la empresa reclutadora en concepto de matrícula para la realización de dicho curso, la cantidad de 500 €. A esto hay que sumarle el precio del curso, que son otros 3.000 € a mayores, más 700 € en concepto de gastos de alojamiento.

Además, hay que tener en cuenta que estos cursos se realizan en Alemania, lo que conlleva para el candidato, que ni siquiera tiene la certeza de acabar trabajando para Ryanair, un aluvión de gastos a mayores por muchos otros conceptos que no se nombran, como la normal manutención diaria, gastos de desplazamiento, ropa, lavandería, etc etc etc.

Si al final tienes suerte y pasas dicho curso, con toda probabilidad te habrás gastado una cantidad cercana a los 6.000 €, lo cual considerando que los primeros meses raras veces vas a poder ganar más de 1.000 €, significa que tendrás que vender mucho para poder llegar a ganar dinero. Además, hay que tener en cuenta que el contrato, al igual que en el caso de los pilotos, no se firma con Ryanair sino con la empresa encargada de hacer el proceso de selección.

Queremos recordar que en otras aerolíneas estos cursos son gratuitos para los candidatos y, en ocasiones, en algunas de ellas incluso se compensa económicamente a estos durante los meses que duran los mismos. En Iberia este mismo año se están solicitando también a los candidatos cantidades superiores a los 1.000 € para proceder a realizar este tipo de preparación.

Y queremos recalcar especialmente el término «vender», porque básicamente es lo que Ryanair quiere que hagan sus TCP. Poco importa que seas un gran profesional, debidamente preparado para atender cualquier emergencia que se de a bordo del avión, amable y respetuoso con los clientes y compañeros, nada de esto importa si no se vende.

Ryanair hace un especial marcaje a todos sus empleados de cabina y controla hasta el céntimo las cantidades que logran ganar en cada vuelo mediante la venta de todos sus productos. En el caso de que no se llegue a los mínimos establecidos por la compañía, se recibe una carta como esta a la que hemos tenido acceso en Turama, donde claramente se amenaza al empleado.

En este caso, se le dice que dado que no está vendiendo lo suficiente, se procederá a cambiarlo de base para volver a iniciar el entrenamiento de cara a aumentar su volumen de ventas, con los problemas que supondría para esta persona el tener que volver a desplazarse fuera de su país durante una temporada de tiempo indeterminado.

Finalmente, se le da una última oportunidad antes de proceder en este sentido y se le avisa de que si no consigue llegar a sus objetivos se tomarán las medidas oportunas.

¿Es de extrañar que de esta manera muchos empleados de Ryanair (la mayoría contratados por otras empresas) acaben buscándose la vida en otras compañías?

Conclusión

La medida tomada por Ryanair de cancelar 50 vuelos diarios hasta Noviembre no tiene ningún sentido, y desde luego no guarda la más mínima relación ni con las vacaciones de sus empleados ni con los retrasos que viene sufriendo desde hace tiempo, sino más bien con un problema interno con los mismos, que cada vez se muestran más reacios a seguir prestando sus servicios en esta aerolínea.

En el hipotético caso de que Ryanair tuviese que proceder a semejante medida, lo lógico y normal, igual que hacen el resto de aerolíneas, es subcontratar los servicios de otros operadores aéreos para cubrir los vuelos que ellos no pueden atender.

Esta medida se ha tomado durante todo el Verano por varias aerolíneas, entre las que destaca Norwegian, que en muchas ocasiones acabó metiendo a sus pasajeros en aviones de compañías de Europa del Este, cuyos aparatos rozaban la treintena de años.

También durante el Verando del año 2016, cuando se produjo el desastre de Vueling, la compañía española tuvo que subcontratar todos los vuelos que no podía hacer con otras tantas aerolíneas, con el fin de no dejar a más pasajeros tirados en tierra y sin poder volar.

Ryanair no ha explicado el porqué ni siquiera ha considerado tomar esta medida.

Además, en caso de adoptar este tipo de decisiones que afectan a cientos de miles de pasajeros y deja en la total incertidumbre al resto, la aerolínea debería de proceder de manera inmediata a publicar el listado completo de los vuelos que va a cancelar, con el fin de dejar un mínimo de tiempo a estos para intentar volver a organizarse.

Por último, es absolutamente impresentable que la aerolínea siga vendiendo todos sus vuelos como si no pasase nada, aún a sabiendas de que muchos clientes están procediendo a hacer reservas, y a pagar las mismas, cuando estos no se van a realizar.

Todo esto sólo significa que cualquier cliente de Ryanair que tenga un vuelo reservado hasta el mes de Noviembre de este año, deberá estar atento a su correo electrónico hasta la fecha de salida del mismo, ya que en cualquier momento podría recibir el correspondiente mensaje informando que ha sido cancelado.

Si se adoptan este tipo de medidas, a nuestro modo de ver totalmente injustificadas y especialmente dañinas para los pasajeros, lo mínimo presentable es habilitar el departamento correspondiente para atender, canalizar y resolver la lluvia de reclamaciones que se van a recibir, y no esconder la cabeza y dejar de atender el teléfono, o dar de baja el servicio de chat, dificultando si cabe todavía más la vida a unos clientes cuyo único error ha sido en confiar en la profesionalidad de Ryanair.

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