LA ULTIMA ESTAFA DE LAS AEROLÍNEAS

Imagina que vas al cine a ver una película con tu pareja, tus amigos, o tu familia. Compras tus entradas y descubres que os han sentado a cada uno en distintas partes de la sala. Acudes estupefacto a la taquilla para comentar lo ocurrido y te informan que sólo podrán ubicarte junto a tus acompañantes si abonas el correspondiente extra. Seguro que a muy pocas personas, por no decir a casi nadie, les parecería medianamente razonable este tipo de proceder.

El símil del cine también se puede utilizar en muchos otros casos para ilustrar los desmanes de las compañías aéreas: ¿alguien puede imaginarse llegar con la antelación suficiente, después de haber pagado religiosamente tus asientos, y que te informaran que han vendido más entradas que el número de butacas del cine y por esta razón no puedes entrar a ver la película?. O incluso lo que sería mucho peor: estar sentado esperando a que comience la proyección y que te levantaran obligatoriamente de la sala para dejar sentarse a otra persona.

Nos hemos acostumbrado de una manera asombrosa a asumir los abusos de las aerolíneas como si se tratase de algo normal. Desde que la aviación general llegó al gran público, los derechos de los pasajeros se han ido reduciendo con el devenir de los años, y se ha pasado de venerar al cliente y tratarlo con extrema atención a considerarlo una tarjeta de crédito con patas, de la que hay que sacar la mayor cantidad posible de dinero.

A esto hay que añadir el beneplácito de políticos y gobiernos de todo el mundo, que permiten y legalizan prácticas que serían impensables en cualquier otro tipo de negocio o empresa.

El chiste que muchos utilizábamos cuando nos referíamos al cada vez más menguante espacio destinado en cabina para el confort del pasajero, ha dejado de ser un chiste. El fundador y CEO de la aerolínea low cost colombiana VivaColombia, William Shaw, acaba de anunciar su intención de transportar pasajeros de pie en sus vuelos de corto radio entre Bogotá y Cartagena. El gigante Airbus, por su parte, ya tiene en desarrollo desde hace tiempo un sistema de asientos que permiten esta posibilidad. No tardarán en sumarse a este despropósito otras compañías.

Como siempre, la disculpa y a la vez coartada utilizada es el poder bajar todavía más el precio de los billetes. Desde Turama también damos fe de que una gran mayoría de usuarios se han manifestado en múltiples ocasiones afirmando que, a cambio de un billete barato, estarían dispuestos a volar aunque fuese en la bodega del avión.

Esta filosofía ha servido a todas las aerolíneas para justificar cualquier estrategia económica que implicase limitar un poquito más los derechos de los pasajeros, su comodidad, y las condiciones laborales de sus empleados. A cambio de vender billetes más económicos, vale prácticamente cualquier cosa.

En España nos hemos vuelto especialmente permisivos con este tipo de prácticas empresariales. Queremos que todo sea más económico, excepto nuestros sueldos. Justificamos y admitimos que se pueda atacar cualquier atisbo de estabilidad laboral ajena, si con ello podemos obtener algún tipo de beneficio propio. Evidentemente, esto es celebrado y defendido públicamente, hasta que toca apretarse el cinturón en primera persona; ahí cambia la cosa.

En caso de problemas con las aerolíneas, un escasísimo 2% de pasajeros españoles deciden interponer algún tipo de reclamación formal. Somos especialistas en levantar la voz, y en ocasiones la mano, a los empleados que se encuentren en ese momento aguantando el chaparrón que toque, pero a la hora de la verdad toda la fuerza se nos va por la boca. Gracias a esta actitud sumisa y conformista las aerolíneas se ahorran millones de euros todos los años en indemnizaciones, a pesar de meter la pata de manera épica en muchas ocasiones.

Sin embargo, no todas las naciones aceptan estos hechos como válidos. La estafa de la separación previa de pasajeros, porque no se la puede denominar de otra manera, ha levantado ampollas en la comunidad británica, acostumbrada a luchar por la defensa de los intereses de los consumidores ante cualquier tipo de abuso.

La muy prestigiosa cadena televisiva «BBC» ha tomado cartas en el asunto y ha dedicado uno de sus espacios más emblemáticos «Watchdog», en antena desde los años 80, a investigar esta práctica en los aviones de Ryanair. 

La Doctora Jennifer Rodgers, de la universidad de Oxford, ha dirigido un experimento en el cual 4 investigadores se dedicaron a reservar asientos en vuelos de la aerolínea irlandesa, siendo siempre redirigidos a butacas en extremos opuestos de la cabina, a pesar de haber comprobado previamente que existían vacantes libres a lo largo y ancho del avión.

Ryanair, igual que la mayoría de sus homólogas, defiende su postura indicando que trata siempre de sentar juntas a las personas que hacen una misma reserva, pero esto no es posible en muchas ocasiones por la gran ocupación de sus vuelos. La doctora Rodgers manifestaba por su parte que existen más posibilidades de ganar la lotería, que de que el algoritmo programado de Ryanair siente a dos pasajeros juntos que no hayan pagado el extra correspondiente por reservar sus butacas.

El programa emitido la noche de ayer en la televisión pública británica ha levantado ampollas. Los usuarios ingleses, mucho más reivindicativos y exigentes, han elevado sus quejas hasta los organismos oficiales competentes, con el fin de que pongan fin a este tipo de prácticas dentro de su país.

Todavía no se han repuesto de la catástrofe sufrida hace pocas semanas, cuando todo el sistema informático de British Airways se vino abajo y dejó a miles de pasajeros varados en aeropuertos de todo el Reino Unido. No perdonan que un español esté al mando de la aerolínea bandera del país, y lo culpan directamente al haber despedido a todos los informáticos ingleses que trabajaban en exclusiva para la compañía, a cambio de contratar a una empresa india que hace el mismo trabajo por muchísimo menos dinero.

Otra de las damnificadas por la creciente presión de la sociedad inglesa ha sido la propia Iberia. La costumbre habitual, que en España hemos dado también por válida, de anular el vuelo de regreso de un pasajero cuando no le ha sido posible embarcar en el de ida, se ha acabado.

Mr. Dove compró un billete para trasladarse desde Londres a Madrid, y regresar a la capital británica. Por problemas personales no pudo llegar a subirse en el avión de ida, por lo que tuvo que trasladarse por sus propios medios hasta Madrid. Cuando contactó con Iberia para confirmar que su billete de vuelta era todavía válido, recibió la respuesta de la aerolínea española informándole que cuando cancelan un billete quedan anulados todos los vuelos del mismo.

Este pasajero presentó la correspondiente reclamación ante un Juzgado londinense, el cual acaba de fallar en su favor, abriendo con ello la puerta para que este tipo de políticas empresariales se modifiquen de manera acorde con los derechos que asisten a cualquier cliente.

Iberia, y su nuevo invento «Level», también utilizan el ya famosísimo algoritmo para separar intencionadamente a pasajeros y conseguir con ello poder cobrar un extra a mayores.

A pesar de utilizar la misma táctica que el resto de aerolíneas que siguen el mismo modus operandi, decir que siempre «se intenta» sentar juntos a los miembros de un mismo grupo familiar, la verdad es que esto no es así en prácticamente ningún caso. El algoritmo utilizado separa y diferencia a los pasajeros por los distintos precios que han pagado por sus billetes, y los extras que han contratado. En caso de no haber pagado la reserva previa de asiento, redirige a estos pasajeros a los extremos de cada pasillo, sentándolos junto a otros viajeros que sí han desembolsado la cantidad solicitada. De esta manera, las posibilidades de conseguir sentarse juntos sin pagar son prácticamente nulas.

El resto de aerolíneas que todavía no han llegado a estos extremos permiten la reserva previa de asiento, de manera gratuita, 24 horas antes de la fecha del despeque. De esta manera, el pasajero puede optar por pagar un extra si quiere reservar su asiento con mayor antelación. En caso contrario, puede hacerlo de manera gratuita escogiendo entre aquellos sitios que hayan quedado vacantes hasta ese momento. Desde luego, un sistema que parece bastante más acorde y razonable que el que se está utilizando por parte de las más «listas».

El defender los derechos de los pasajeros, junto con los de los empleados de las aerolíneas, tampoco es ajeno en Francia. Mientras en España Iberia se inventó otra nueva marca para operar vuelos de largo recorrido a bajo coste, y poder con ello hacer la competencia a Norwegian, con el beneplácito de todas las instituciones, incluído el sindicato de pilotos SEPLA, AirFrance lo está pasando bastante mal para poder dar a luz a su low cost «Boost», ante las demandas laborales de sus propios empleados y de una sociedad que no está dispuesta a ceder derechos o comodidades a cambio de un mayor beneficio económico para una empresa.

Y es que al final, el Karma también se aplica en el mundo aeronáutico. La estadounidense Delta Airlines, conocida ultimamente por diversas prácticas abusivas en contra de sus propios clientes, ahora solicita la ayuda de los mismos para luchar contra las pérfidas aerolíneas asiáticas, fuertemente subvencionadas por los gobiernos de sus países, y contra las que no puede competir en igualdad de condiciones.

En manos de todos queda evitar que en un futuro próximo estemos viajando de pie, apiñados como sardinas en lata y pagando hasta por ir al baño, o consigamos unos precios asequibles, que permitan volar a todo el mundo en unas condiciones de comodidad, y seguridad, aceptables.

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