Espero no decepcionar a nadie, pero la mejor noticia que puedo dar a aquellos que van a venir a L.A. es que pronto volverán a sus casas. Ahora alguno pensará que soy el típico amargado de la vida, pero eso no es así. Tengo que decir a mi favor que no es lo mismo pasar unos días aquí de vacaciones, que residir de manera permanente, por lo que intentaré ceñirme de manera exclusiva a aquellos asuntos que puedan interesar a los turistas.
Para empezar, me gustaría dejar claro que no considero Los Angeles como una sola ciudad. Más bien la definiría como una gran extensión de terreno ocupada por unas 40 comunidades totalmente distintas entre ellas, con su propia fisonomía, forma de ser y, sobre todo, forma de comportarse, algo especialmente importante en este lugar.
En el momento de aterrizar, empiezas a darte cuenta de la magnitud y extensión del terreno, y la primera mala noticia es que no puedes contar con un transporte público en condiciones. Lo mejor que puedes hacer, dependiendo de donde hayas tocado tierra, y en dónde te vayas a quedar, es reservar un Uber que te traslade desde el aeropuerto hasta tu hotel. Los taxis son caros, y si además te ven cara de turista pardillo te van a dar una vuelta histórica por la ciudad para aumentar el tiempo del viaje, o se quedarán parados en alguno de los múltiples atascos que sufre diariamente la ciudad en sus vías principales.
Mi primer contacto con la gran urbe fue bastante áspero, ya que di por hecho que al ser español tendría algún tipo de trato especial por parte de la enorme colonia latina que reside aquí, pero eso no es así. En Los Angeles importa mucho de dónde eres, y también el color de tu piel. Los problemas raciales están a la orden del día, y el hecho de hablar español no es ningún salvoconducto para nada.
Mi error fue fijarme en los apellidos de los agentes de aduanas que atendían a los pasajeros que llegábamos por primera vez a la ciudad. La inmensa mayoría, por no decir la totalidad, eran nombres españoles. El matrimonio que se encontraba justo delante de mí hablaba alegremente con ellos en castellano, con un claro acento mexicano, por lo que pensé que era una buena idea expresarme también en mi idioma; gran error.
Primera lección: no te vayas de listo. Por muy inteligente, avispado, o espabilado que seas en tu ciudad de origen, aquí es mejor que no te las des de listo. La mayor parte de la gente con la que vas a tratar está de vuelta de casi todo, por lo que vas a recibir collejas por todos lados.
Por otro lado, tampoco adoptes la postura del típico turista que no se entera de nada, porque es mucho peor. Mantén una inteligente distancia con todo, y guarda tus ases en la manga. No vayas por ahí gritando a los cuatro vientos quién eres, a qué te dedicas, o cuánto dinero ganas al mes. En Los Angeles lo único que importa es cuánto dinero llevas en tu cartera y cuánto estás dispuesto a dejar en la ciudad, nada más.
La decisión más importante que vas a tomar de cara a tus vacaciones en esta ciudad es elegir correctamente en qué parte de la misma te vas a quedar, o cuál va a ser tu cuartel general. Como decía antes, las distancias son largas, y no te recomiendo contar con el transporte público. Además, hay barrios en los que no es aconsejable que deambules a según qué horas, por lo que un porcentaje muy elevado del éxito de tus vacaciones va a depender del lugar que elijas para dormir.
La gente
Uno de los mitos que habrás escuchado bastantes veces es que esto está lleno de gente un poco loca. Bueno, te diré que esa afirmación se queda bastante corta. Una gran parte de los habitantes de esta ciudad están como una auténtica regadera, y te aseguro que eso lo comprobarás muy pronto.
No me refiero a la gran cantidad de «sin techo» que duermen donde pueden, y están normalmente drogados o alcoholizados, me refiero a gente que gana un buen sueldo todos los meses y presenta una apareciencia física digna de la portada del Vogue; esos son los peligrosos.
Puedes estar manteniendo una conversación con ellos y de repente molestarse súbitamente porque haces referencia a TU gato o TU perro, y resulta que son activistas del movimiento pro animales que prohibe declarar cualquier tipo de posesión sobre una mascota. En otros casos, de la manera más insospechada, de repente te enteras que profesan extrañas creencias, han sido abducidos, han visto a Dios, o cualquier otra cosa que puedas imaginarte.
Intenta mantener tu mente abierta y no emitas juicios de valor.
Por otro lado, tampoco es raro que te encuentres con gente encantada de entablar conversación y echarte una mano con lo que sea. Aunque es cierto que todavía existe gente así, te recomendaría no fiarte en ningún caso, y eso lo digo desde la experiencia propia.
La comida
Otra de las cosas más importantes que tienes que tener en cuenta el tiempo que vayas a pasar aquí es la comida. La gente come fatal, realmente mal, por lo que observarás que gran parte de la población presenta un nivel de obesidad importante. Si no te importa ganar unos kilos en pocos días, tienes a tu disposición un sinfín de platos de pasta, pizzas, perritos calientes, etc, pero si te preocupa tu salud te recomiendo que mantengas tu dieta lo más limpia posible.
Como decía antes, esta es una ciudad de extremos: al igual que puedes encontrar los menús más llenos de grasa y calorías del planeta, también puedes acceder a otros que son justo lo contrario. Aquí el comer bien se paga, por lo que siempre resulta mucho más económico comprarse un perrito, o el trozo de pizza por un dólar, que una manzana o una pera.
Te recomendaría desayunar lo mejor posible, evitando la pastelería y bollitos que abundan en todas las esquinas. Si es posible y no te disgusta demasiado, intenta empezar con las proteínas que te puede dar una tortilla o unos huevos. Si además puedes hacerte con algún zumo natural, acabas de redondear la mañana.
Al mediodía lo mejor que puedes hacer es tirar de sandwiches. Son baratos y puedes encontrar cosas bastante sanas y ricas en proteinas, como el atún o el salmón. Olvídate de los grandes refrescos de máquina, en los que el 60% del contenido del vaso es hielo. Si tienes calor, compra bebidas embotelladas frías, pero abstente del hielo, ese es un consejo importante que doy siempre a todo el mundo.
Por la noche vas a encontrar multitud de opciones para cenar, pero en los mejores lugares hay lista de espera, o vas a tener que hacer cola para entrar, por lo que es probable que tengas que conformarte con otro tipo de restaurantes más modestos. Aquí hay mucha cocina temática: es fácil encontrar un japonés decente, chino, italiano, thai, tex mex, koreano…. Tu presupuesto será lo que marque tu decisión.
Los sitios
En cuanto a los sitios a visitar, puedo decirte que después de unos años por aquí sólo he estado un par de veces en el paseo de la fama, o haciendo la típica foto del cartel de Hollywood, por lo que es probable que ande algo desfasado de las rutas turísticas por excelencia.
Entiendo que la gente quiera hacerse fotos en Hollywood, Sunset Boulevard, Melrose Avenue, o Venice Beach, pero estos no son lugares que me llamen especialmente la atención. Si fuera por mí, te diría que alquilases un coche y salieses de la ciudad, que te dirigieras a San Francisco, a Santa Mónica o Santa Cruz, preferentemente bordeando la costa por la carretera Highway One. Podrías ver los leones marinos tomando el sol en la playa, los verdaderos surfistas aventurándose con olas de verdad, y no los posturitas de la gran ciudad, o incluso parar a visitar Carmel, un pequeño pueblo en donde el actor Clint Eastwood ejerció como alcalde durante varios años.
Por supuesto, el cañón del colorado es una opción relativamente cercana que también se debería estudiar, sobre todo si puedes hacerlo conduciendo por la ruta 66. Me parece divertido quedarse a dormir en uno de esos típicos moteles, estilo psicosis, que abundan por la carretera.
Si tal y como me temo, sólo tienes pensado quedarte en la gran ciudad, imagino que habrás pensado en visitar los estudios de la Universal, el cartel de Hollywood, Rodeo Drive, el estadio de los Dodgers, o el Staples Center. Si es así, no te rompas la cabeza, hay multitud de excursiones organizadas que te recogen en tu hotel y te devuelven al mismo al acabar.
Aunque te moleste, como a mí, ser «pastoreado» por la ciudad en excursiones de turistas, es infinitamente más cómodo que alquilar un coche y comerse todos los atascos de la ciudad sin saber muy bien qué rumbo tomar y bajo un sol abrasador. Pónte tu careta de turista al uso y disfruta lo más que puedas de sitios a donde quizás no te apetezca volver.
Por mi parte, yo te recomendaría algunas zonas y actividades que probablemente no sean las más usuales, pero que son las que más me satisfacen a mí:
Malibu: para mí lo mejor de la zona. Olvídate de todo lo que te digan, o de todo lo que hayas oído. Los mejores atardeceres que se pueden ver son desde alguna de las playas de Malibu, con mucha diferencia.
Intenta darte un paseo por Paradise Cover, verás a un montón de gente con sus autocaravanas disfrutando de las vistas y observando las peripecias de los muchos surfistas que acuden desde todas partes del mundo para cabalgar estas olas.
Santa Monica: sería un pecado acudir a Los Angeles y no pasear por el muelle de Santa Monica por la noche. Lugar ideal para comer o beber algo y escuchar buena música.
Venice Beach: si te gustan los frikis, este es tu lugar. Aquí encontrarás a todos los musculitos de playa y un montón de gente más rara que un perro verde.
Marina del Rey: salvo que tengas alguna especie de yate, o seas un enamorado de la pesca, no vayas.
Manhattan Beach: muy residencial y de alto standing. Bonitas vistas y poco más.
Hermosa Beach: la playa más salvaje, ideal para jugar al voley o alquilar una bicicleta. Ojo si decides bañarte, las mareas son peligrosas.
Westwood: si te gusta el ambiente universitario, en esta zona puedes visitar el campus de la famosa UCLA.
Brentwood: nada que ver para turistas.
South Park: probablemente uno de los lugares más típicos, tanto si te gusta la música, como el baloncesto o el hockey. Uno de los sitios con más vida turística de la ciudad.
San Pedro: queda lejos de todo, pero es un sitio relajado, tranquilo y bastante atractivo, con bonitas playas y muchas cosas que hacer.
Culver City: si tienes ganas de andar y no te importa hacer un poco de ejercicio, puedes subir a Baldwin Hills y obtener unas vistas impresionantes de la ciudad.
Century City: es una frikada muy grande, pero a todos aquellos que crecimos viendo en el cine a Bruce Willis en «La Jungla de Cristal», nos encanta recordar la película mirando al edificio Fox Plaza, que es el mítico Nakatomi Building que salía en aquella película.
Por último, te diré que es imposible ver todo Los Angeles es 10 ó 15 días. Me atrevería a decir que ni siquiera en un mes, por lo que sería recomendable que establecieses ciertas prioridades y tuvieses muy claro por dónde te vas a mover o lo que quieres ver.
Si prefieres playa, lo mejor es que te quedes cerca de la costa y no te metas en el centro. Si prefieres experimentar la gran urbe, busca algo por South Park.
Va a ser imposible que logres ver y conocer todo, así que es mejor abarcar poco y apretar mucho, tal y como dice el refrán.