Mauricio: la gran "sorpresa"

En Turama conocimos la isla Mauricio cuando todavía no había ningún vuelo directo desde España. Hace unos pocos años el turismo a esta parte del océano Indico estaba copado, casi en exclusiva, por turistas franceses e ingleses, sobre todo por las conexiones políticas que la isla tuvo en el pasado y mantiene en la actualidad con ambas naciones.

En un período de apenas 10 años las cosas han cambiado radicalmente y en la actualidad se ha convertido ya en uno de los destinos favoritos de este año para miles de turistas venidos de todo el mundo. Como pasa en estos casos, este tipo de situaciones tienen sus pros y sus contras. A favor hay que decir que el aumento de la demanda también ha hecho subir la oferta, y con ello los precios se han reducido drásticamente. En contra también sería justo apuntar que se ha perdido en cierta manera la exclusividad, y ahora mismo es normal encontrarse con despedidas de soltero/a o viajes de fin de curso disfrutando de este paraíso.

Desde el primer momento en el que pusimos nuestro pie en Mauricio nos sorprendió el no ver todas sus playas atestadas de sombrillas y gente chapoteando en el agua. No podíamos entender como una joya de semejante calibre podía mantenerse ajena a los circuítos turísticos más importantes.

La competencia de destinos en esta parte del planeta es bastante grande. Desde luego, no está a la altura de la que existe, por ejemplo, en el Caribe donde múltiples islas se disputan a los codiciados turistas, pero con la presencia cercana de Madagascar, la isla más grande del mundo, las Seychelles, las Maldivas, las Comoras y otras tantas de inferior tamaño, aquel que quiera experimentar las bondades del Indico tiene un abanico amplio para poder elegir.

Sin embargo, en nuestra opinión creemos que Mauricio puede ofrecer algo más que sus rivales más destacadas. Sí, efectivamente, se trata de la típica isla paradisíaca perdida en medio del océano y repleta de hoteles y resorts de grandes cadenas, pero es que además posee una riqueza cultural e incluso geográfica que no se puede comparar al resto.

En la mayoría de ocasiones, el turista escoge un destino en esta zona como complemento de otro viaje mucho más completo, normalmente dentro del continente africano. Esto es porque tampoco llama demasiado la idea el pasarse 15 ó 20 días tumbado al sol en una isla de pequeñas dimensiones, sin tener nada más que hacer que practicar todo tipo de deportes acuáticos.

Mauricio, sin embargo, tiene el tamaño perfecto para albergar muchas otras «atracciones» que pueden mantener entretenido al visitante más exigente, y que ayudan a deshacerse de la etiqueda de destino exclusivo para sol y buceo.

La mezcla multicultural es tan grande y variada que llama poderosamente la atención.

En primer lugar, fue descubierta para Europa por los marinos portugueses, que quedaron sorprendidos sobre todo por la presencia de un ave de gran tamaño y aspecto torpe, a la que denominaron como pájaro «dodo» (ya extinto). Posteriormente fue tomada por holandeses, que la bautizaron con su nombre actual en honor al príncipe Mauricio de Nassau.

Estos últimos, poco acostumbrados a tener que lidiar con cambios climáticos importantes, ciclones y suelos poco fértiles, la acabaron dejando en manos de los franceses, que la hicieron suya rebautizándola como la Isla de Francia.

A partir de ese momento pasó varias veces de manos francesas a inglesas, en virtud de diversas batallas y tratados que se mantuvieron durante siglos. Hoy en día es una república independiente integrada dentro de la Commonwealth, que mantiene una estabilidad política y social muy importante, lo cual ha ayudado a auparla no sólo en el sector turístico, sino también en el empresarial, demostrando ser uno de los países del continente africano con mayor renta per cápita.

En un momento tan convulso como el actual, el viajero no sólo busca lugares exóticos y diferentes para pasar sus días, sino también sitios seguros donde no vaya a encontrarse en medio de disputas políticas o religiosas y en las que pueda ser utilizado como moneda de cambio, o cabeza de turco.

En este sentido, Mauricio ha demostrado ser una democracia consolidada, un país serio en el que es posible establecer negocios lucrativos que no acaben en manos de dictadores bananeros. A pesar de la multiculturalidad de la isla, una de las mayores del continente, la convivencia entre las distintas etnias presentes en la misma es pacífica.

Cuando uno sale de la jaula oro que suelen construir las grandes cadenas hoteleras para el turista y se adentra en el día a día real de los habitantes de Mauricio, lo cual aquí sí es muy recomendable, es fácil observar como la mayoría de la población practica el hinduismo. Los pequeños templos caseros que ocupan los jardines de muchas viviendas son un claro ejemplo de esto último.

Junto a estos, conviven aquellos que profesan la religión cristiana, el islam, y un pequeño conjunto de creencias mezcla de fiolosofías asiáticas y europeas, que han acabado por fundar algo así como una religión criolla desconocida fuera de este país.

Lo que en otras ubicaciones podría ser el caldo de cultivo para mantener enfrentamientos eternos entre distintos miembros de la población, en Mauricio se ha convertido en un ejemplo de respeto entre unos y otros.

Y esto último no es sólo aplicable a la población local, sino también al visitante foráneo. En Mauricio se da por hecho que el turista debe ser tratado con respeto y educación, pero no de manera servilista o casi esclavista, propia de muchos otros destinos, sino desde una altura equidistante de igualdad.

Existe una gran polémica general en torno a qué zona de la isla es la mejor para pasar unos días de vacaciones. Algunos defienden que el Oeste es más tranquilo y menos ventoso, lo que permite disfrutar mucho más de las preciosas playas y todas las actividades que se pueden realizar en ellas.

Otros tantos afirman que es mucho mejor la costa Este, ya que aunque es evidente que el viento está presente casi todo el día, este también ayuda a rebajar las temperaturas y gracias a ello disfrutar de un clima más adecuado para poder hacer deporte, o incluso descansar por la noche.

En nuestro caso siempre hemos optado por la zona noreste, bastante a contra corriente de lo más habitual, y hemos disfrutado tanto de la playa, como de las actividades y excursiones que se realizan por toda la isla.

Ahora mismo, el Norte también presenta un número muy importante de ofertas hoteleras, lo que lo ha hecho muy popular, y el Oeste sigue siendo quizás el punto más elegido por el turista extranjero.

Independientemente de la ubicación que se escoja, lo que está claro es que es casi imperativo el visitar los otros puntos de la isla, ya que cada uno presenta unas particularidades muy atractivas que deberían de ser visitadas.

Con esto no sólo nos referimos a las distintas playas, cada una con un tono distinto de azul verdoso, dependiendo de la profundidad y presencia de corales, sino también a una gran variedad de templos y ubicaciones de gran interés.

Generalmente, el visitante extranjero es invitado a conocer las tiendas de manualidades típicas de Mauricio, algo que va a ser casi imposible de evitar en la mayor parte de excursiones organizadas. Evidentemente queda a criterio de cada uno el hacerse, o no, con algún recuerdo de este tipo. Lo que sí puede resultar algo molesto e incluso irritante son las encerronas que a veces se organizan para intentar vender alfombras venidas desde Asia, estas ya con precios absolutamente prohibitivos para la inmensa mayoría de turistas.

Quitando este pequeño detalle del que queríamos advertir a nuestros lectores, el resto de lugares más visitados suelen ser los siguientes:

Flic en Flac: probablemente la playa más popular de toda la isla. Infinitas posibilidades para disfrutar de todo tipo de actividades en ella, o en el mar.

Río Negro: recomendado para aquellos que gustamos de largas travesías a través del bosque. Imperdible la visita a las 7 cascadas. También es muy recomendable visitar la costa. En la bahía de Tamarin es común poder bañarse con delfines y la pesca se ha convertido en un atractivo turístico de primer orden. La montaña Rempart es un volcán extinto que da a la isla su apariencia tan particular, por lo que tiene que incluirse en cualquier reportaje fotográfico.

Le Morne: quizás la parte más exclusiva de la isla, y por ello una de las menos económicas. Nombrada por la UNESCO patrimonio de la humanidad, cuenta con lagunas de color verde esmeralda y playas de una finísima arena blanca dignas del propio paraíso.

Mont Choisy: pequeña ciudad típica de la isla, donde es posible relajarse en sus playas y hablar con los habitantes locales.

Trou aux Biches: en el 2011 ganó el Travel Award al mejor destino de playa, con eso lo decimos ya todo.

Triolet: no deberías salir de la isla sin haber visitado esta zona y los templos hindúes que están situados en la misma.

Chamarel: La foto más típica de Mauricio es la de la tierra de los 7 colores, una sucesión de capas que se han ido superponiendo con el paso del tiempo y que le dan un aspecto tan especial. Aquí también es posible ver varias tortugas de grandísimo tamaño que nadie acierta a datar en edad.

Port Louis: la capital. Ciudad enminentemente cosmopolita donde es posible perderse por sus calles. Eso sí, en los mercadillos más populares hay que mantenerse siempre atento.

Mucho nos tememos que la isla Mauricio, gracias a la popularidad de la que ya dispone, las nuevas y más económicas rutas aéreas establecidas, y el importante aumento de la oferta y demanda turística, va a acabar cediendo el puesto privilegiado de joya del Indico a su vecina, la isla de Reunion.

Mientras esto ocurre, es un país que recomendamos sabiendo que no va a disgustar nunca a ningún viajero, y que puede ser tomado como parte de un viaje compartido con otras visitas, como Kenia, Tanzania, Zanzíbar o Madagascar, o como único destino.

 

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