Parecía algo demasiado obvio, pero muchos a día de hoy todavía se niegan a reconocerlo: no es viable comercializar vuelos a precios ridículos y mantener una operatividad real que no acabe perjudicando de manera muy grave a los usuarios, y como consecuencia también a las propias compañías y sus empleados.
Monarch y AirBerlin
Los ejemplos más claros de esto nos han llegado durante todo el Verano, período en el cual millones de pasajeros se han visto involucrados, directa o indirectamente, en los desmanes de las compañías aéreas que en muchos casos han frustrado sus vacaciones y desplazamientos, provocando además graves pérdidas de importantes sumas de dinero que están requiriendo de interminables procesos judiciales para poder recibir las compensaciones económicas correspondientes.
Han llamado especialmente la atención los casos de aerolíneas como Monarch o AirBerlin, perfectamente implantadas en el mercado aéreo y que contaban con una grandísima experiencia dentro del sector, además de una flota y un número de empleados muy importante.
La primera, después de casi 50 años operando, cerraba de la noche a la mañana, al igual que hizo en el 2012 Spanair, dejando tirados a cientos de miles de pasajeros, muchos de los cuales han tenido que ser literalmente «rescatados» por el gobierno británico.
Todos aquellos que no dispusieran del correspondiente seguro para este tipo de situaciones, no sólo han perdido todo su dinero, sino que han tenido que gastar mucho más para poder regresar a casa, o proseguir con los planes de viaje previstos.
En el caso de AirBerlin, que dejará de volar en unos pocos días, sus pasajeros afectados se han convertido en acreedores de la aerolínea, por lo que no verán ni un euro del importe que habían gastado al comprar sus billetes.
Lo que tienen en común compañías como Spanair, Monarch o AirBerlin es que ninguna de ellas era precisamente conocida por maltratar a sus pasajeros, más bien todo lo contrario, pero precisamente esa actitud comercial, opuesta a lo que está ahora mismo aconteciendo en el sector, ha acabado por llevarlas a la tumba.
Ryanair y EasyJet
Estas dos compañías son las que copan ahora mismo el mercado de bajo coste en Europa, en lo que se refiere a los desplazamientos de medio y corto alcance.
Curiosamente, ambas se han visto involucradas en problemas de especial gravedad, que como siempre han acabo perjudicando a sus pasajeros.
Ryanair ha provocado una de las mayores crisis en el sector aéreo que se recuerde en el viejo continente. La continua ola de retrasos, que derivó en una cascada masiva de cancelaciones, ha afectado a prácticamente un millón de pasajeros y provocado las reacciones airadas de diversos gobiernos europeos que ya han anunciado cuantiosas sanciones en contra de la aerolínea irlandesa.
Además, la situación de tremenda precariedad que han vivido durante muchos años la gran mayoría de sus empleados, ha despertado también un continuo flujo de deserciones que la compañía se ve incapaz de controlar. La diáspora de pilotos hacia otras empresas amenaza la estabilidad operacional de la aerolínea, que ve peligrar sus planes de futuro e incluso su funcionamiento normal en el presente.
O´Leary ha querido calmar los ánimos de los suyos enviando una carta a sus pilotos, en los que les promete igualar siempre el mejor sueldo que podrían tener de cualquier otra compañía en las bases en las que están adscritos, pero no dice absolutamente nada en lo que se refiere a la mejora de las condiciones laborales y de contratación.
Incluso los TCP de Ryanair han empezado a despertar de su sueño y ante el aumento de demanda de estos profesionales en otras compañías, han decidido también plantar cara al gran tirano, que los ha tenido durante años pendientes del número de perfumes y comidas que lograban vender a bordo.
Ryanair ahora mismo es una total incógnita. Sabemos que no sólo no ha perdido el favor de sus clientes, sino que incluso parece haberlo aumentado, pero también somos todos conocedores de que su tipo de pasajero es especialmente cambiante y mañana mismo podría aburrirse de la compañía irlandesa y mandarla a paseo definitivamente.
Por otro lado, los conflictos laborales futuros entre empleados y empresa se prevén especialmente duros, por lo que no es posible descartar incluso lo impensable: una huelga en Ryanair.
Easyjet se ha visto beneficiada por los cierres de AirBerlin y Monarch, y también por el fiasco de Ryanair, y habiendo empezado el año pasando penurias económicas, ahora ve su futuro mucho más despejado y prometedor.
La compañía inglesa ha provocado el caos en toda Europa durante el Verano, causando el mayor número de retrasos que se ha visto hasta el día de hoy en el sector, por lo que tampoco puede sacar demasiado pecho.
Sus propios pilotos avisaban de que, igual que aconteció el año pasado con la española Vueling, la programación de vuelos de EasyJet era una auténtica locura y no podía ser realizada, por lo que ineludiblemente muchas operaciones programadas acabarían en un increíble retraso, a veces de más de 24 horas, o directamente en una cancelación.
Este Verano quedará marcado por los diversos espectáculos protagonizados por pasajeros abandonados de EasyJet, como aquel que después de quejarse por un retraso infinito en el aeropuerto de Niza, mientras sostenía a su hijo pequeño en brazos, acabó recibiendo un puñetazo en la cara propinado por un trabajador de dicho aeropuerto.
Ryanair y EasyJet se están dando de bruces con la realidad, y aunque ahora mismo el problema más grave lo tiene la primera, ambas podrían dar el campanazo durante el 2018, sobre todo a consecuencia de la nueva rebaja de tarifas que están proponiendo en el mercado para recuperar clientes, y que acabará por afectarlas muy gravemente.
La enorme fragilidad
Una vez más, ha quedado demostrado que las aerolíneas se están moviendo en unos márgenes de ganancia mínimos, ardientes por ofertar unos precios supuestamente rebajados, y que cualquier pequeño incidente puede llevarlas a una defunción casi inmediata.
Condiciones meteorológicas adversas, un atentado terrorista o problemas políticos de diversa índole, pueden ser la puntilla para muchas compañías.
En el Reino Unido y a finales de la Primavera, un fallo informático dejó en tierra a miles de pasajeros de British Airways, lo que se convirtió en una de las peores crisis de la aerolínea en toda su historia, y que ha acabado con una lluvia de indemnizaciones y de pasajeros renunciando a volver a volar con la compañía bandera británica.
En los EEUU, el huracán Irma acabó por frustrar los buenos números que había previsto Delta Airlines, recuperada de sus problemas de overbooking y que finalmente tendrá que cerrar el ejercicio económico correspondiente a este año moviéndose en el filo de la navaja.
Todo lo que pasa en ese país, más tarde o más temprano acaba llegando a Europa, por lo que también sería interesante reseñar que sus aerolíneas de bajo coste están acusando enormemente las bajadas continuas de tarifas, y los problemas que estos acaban acarreando a sus pasajeros en forma de infinitas incidencias.
Esto ha llevado a un resurgir inesperado de compañías como American o United, que después de sufrir desde hace años la presión de las de bajo coste, parece que ahora les toca a ellas llevarse el gato al agua y han mejorado notablemente por esta misma razón sus previsiones de beneficios para lo que resta de ejercicio.
En Alemania, Lufthansa se ha hecho todo poderosa en su puesto de privilegio y ha pasado a ocupar el número uno en el ránking de compañías, a lo que hay que sumar la imparable subida y ascenso de EuroWings, que pronto se convertirá en una referencia para los pasajeros de toda Europa.
Con la más que probable absorción de negocio de AirBerlin y la aerolínea revelación del año dentro de su grupo, Lufthansa se postula para dominar con puño de hierro el mercado aéreo durante el 2018.
Otra que ha tenido que reconocer que ya no se pueden bajar los precios ha sido AirFrance. La compañía bandera francesa saca al mercado Joon, una filial destinada a convencer a los millenials a base de tonterías tan grandes como que los tripulantes vestirán zapatillas deportivas, o que volar con ellos es ser muy cool.
Pero por otro lado, la veterana compañía francesa ha reconocido que Joon no va a ofertar tarifas de bajo coste, básicamente porque no es posible.
Joon se ha hecho con el favor del presidente ruso Putin, que ha autorizado a la compañía a sobrevolar su territorio en Siberia, lo cual ayudará enormemente a todos los vuelos con destino en Asia, la nueva fiebre millenial. Así es como pretenden los franceses ganarse el favor de su público, y no a base de ofertas que saben no son sostenibles en el tiempo.
El nuevo seguro
Desde muchas empresas del sector turístico se está clamando por la implantación urgente de una cantidad que todos los pasajeros de cualquier compañía aérea europea deberían pagar en sus billetes.
Estos importes pasarían a formar parte de una bolsa que funcionaría exactamente igual a cómo lo hace el Consorcio de Compensación de Seguros en lo relativo a los seguros de automóviles.
Recordemos que el CCS cubre los daños en sus vehículos a todos aquellos que sufran cualquier eventualidad derivada de una fuerza o causa mayor, como actos terroristas, robo, inundaciones, huracanes, etc., a cambio de una pequeña cantidad que se abona en el correspondiente recibo de cada aseguradora.
Lo que se pretende hacer en el sector aéreo es exactamente lo mismo: que todos los pasajeros paguen una pequeña cantidad extra y que esta se destine para los casos como los protagonizados por Monarch, en el que es necesario repatriar a cientos de miles de pasajeros.
Recordemos que en España, cuando se produjeron las quiebras técnicas de Spanair o AirMardrid, sus pasajeros se quedaron tirados de un día para otro, sin tener a quién reclamar y habiendo perdido todo su dinero.
Con esta medida se pretende evitar que cualquier gobierno tenga que soportar los gastos de una mala gestión por parte de una compañía aérea, tal y como acaba de pasar ahora en el Reino Unido, y que sus pasajeros cuenten siempre con un respaldo económico que les permita completar sus trayectos previstos.
Por otro lado, algunos touroperadores y también pequeñas agencias, están comenzando a evitar a las aerolíneas más conflictivas en sus packs de vacaciones, aquellas que provocan más incidencias a lo largo del año, ya que finalmente las quejas de sus clientes también acaban afectándoles de manera muy grave.
Permanxiety
De esta manera se ha denominado al fenómeno que se provoca a través de las redes sociales y que afecta a cada vez más pasajeros, derivado de las quejas constantes de otros viajeros que se están encontrando con múltiples problemas a la hora de volar.
Según algunos expertos en la materia, esto genera una situación de ansiedad permanente (permanxiety) que acaba consiguiendo que, a pesar de que el cliente abona religiosamente el importe del servicio con la compañía aérea, acabe dudando sobre la manera en la que se va a desarrollar este hasta casi el último momento.
A base de ahorro y recortes, muchas aerolíneas han conseguido bajar sus tarifas, pero en muchos casos esto ha tenido como consecuencia la falta de personal para atender las incidencias que se producen, lo cual acaba desesperando a sus pasajeros.
La nueva low cost española, Level, dejaba tirados a sus clientes en Salt Lake City, después de la avería de un motor en pleno vuelo, mientras que en un caso similiar AirFrance se veía hace pocas fechas obligada a hacer un aterrizaje de emergencia en Canadá y enseguida enviaba dos aviones de su flota para hacerse cargo de sus pasajeros y que estos llegaran a destino a la mayor brevedad posible.
En situaciones como estas es cuando es posible ver la diferencia de calidad entre compañías aéreas.
Conclusión
¿Es posible mantener unos precios asequibles a todo tipo de pasajeros y, a la vez, evitar que estos tengan que sufrir de «Permanxiety» cuando van a volar?. En Turama creemos que sí, aunque desgraciadamente esto no va a ocurrir en el futuro más inmediato.
Aunque parezca mentira, todo va a depender de cómo Ryanair resuelva sus problemas actuales, ya que si la aerolínea irlandesa no consigue solventar la crisis en la que ha entrado, se verá obligada a empezar a valorar un aumento de sus tarifas, ocasión que están esperando el resto para hacer lo mismo.
Lo que parece claro es que los precios podrán subir o bajar, pero la calidad está desapareciendo de manera definitiva. Las compañías están descartando los modelos de avión de 4 motores, y sólo parecen interesadas en aquellos bimotores que prometen poder cruzar continentes con un importante ahorro de combustible.
El Boeing 747, el mejor avión que se ha fabricado nunca, está desapareciendo del mercado a marchas forzadas y su sustituto natural, el Airbus A380, está siendo descartado por la gran mayoría de aerolíneas, ralentizando su producción a mínimos históricos.
Las aerolíneas necesitan empacar al mayor número de pasajeros en sus aviones, ahorrar el máximo combustible y hacerlo todo con el menor número de personal contratado, al que es necesario abonar las nóminas más bajas posible.
No es normal que en un sector como el aéreo, que requiere de ingentes inversiones económicas para poder hacerse con un solo avión y atender todos los gastos que este conlleva, hayan desaparecido más de 300 compañías en los últimos 10 años.
El año que viene, si no es a finales de este, vamos a tener sorpresas muy desagradables dentro del sector y que van a afectar a aerolíneas de todo tipo. Como siempre, los principales afectados van a ser los pasajeros involucrados y los empleados de estas, ya que hemos comprobado que sus directivos acaban cayendo siempre de pie.
Algunos le ven las orejas al lobo con bastante tiempo de antelación, y saben tomar las medidas oportunas para no verse involucrados en problemas de diversa índole. Otros siguen cegados por supuestas ofertas y rebajas, y acabarán engrosando las listas de damnificados por las aerolíneas, el sector que va a acaparar el mayor número de reclamaciones de usuarios en Europa en el 2018.