Se trata de una de las paradojas más inexplicables del sector aéreo: cientos de millones de pasajeros en toda Europa están renunciando a cobrar las cantidades que les corresponden como indemnización derivada de un vuelo retrasado, o cancelado. Estamos hablando de una cantidad mínima de 250 euros, y máxima de 600 euros, que en vez de ser abonada al afectado…