Baleares y Canarias: mucho turismo lowcost, pobreza y políticos de pandereta

España tiene 19 Consejerías de Turismo, que corresponden a las 17 Comunidades más las de las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla, un Ministerio central de Turismo, 33 Consejerías de Turismo en el extranjero (Turespaña), e innumerables concejalías pertenecientes a distintas ciudades y poblaciones de todo el territorio Nacional.

Como el sector turístico «tan solo» nos aporta un 15% del PIB, esto es, 178.000 millones de euros durante el 2018, nunca se ha considerado tratar al turismo de manera individual y especializada, sino que tiene que compartir ubicación en la mayoría de los casos con Cultura y Deporte, o a nivel nacional con Comercio e Industria.

Si bien los responsables de otros ministerios y consejerías, como por ejemplo Fomento, Sanidad, Defensa, o Interior, se centran única y exclusivamente en su ámbito especial de actuación, los de Turismo están tan sumamente capacitados y dotados (intelectualmente…) que pueden lidiar con 3 departamentos distintos al mismo tiempo.

Al fin y al cabo, el turismo es la «María» de los ministerios, ya que con la mayor parte de las competencias traspasadas a las Comunidades Autónomas, poco se puede hacer a mayores, salvo viajar a todas las ferias y convenciones internacionales a hacerse la foto de rigor.

Con semejante batiburrillo de cargos, responsables, directivos y asesores, ni uno solo de ellos ha podido si quiera intentar adelantarse a los acontecimientos que estaban cantados, como la última quiebra de Thomas Cook, y tomar las medidas necesarias para minimizar el daño que se iba a provocar en los destinos donde registraba más operaciones.

En nuestro país somos más bien poco de prever, y preferimos esperar a que las cosas revienten por algún lado para luego, en el mejor de los casos, aprobar ayudas especiales para intentar compensar a los perjudicados.

Tal y como comunicaron a la prensa desde instituciones baleares, efectivamente se conocía la situación precaria de Thomas Cook, pero consideraron mejor no hacer nada para no alarmar al sector.

Es como si sabes que un meteorito va a caer en tu ciudad, pero prefieres no decir nada a la población, no se vayan a alarmar. Después del impacto, si eso, ya les echaremos una mano a reconstruir todo de nuevo.

Desde todos, sin excepción, los organismos competentes del sector turístico, se afirma que se trabaja para conseguir «un modelo turístico de calidad, sostenible y respetuoso con el entorno», pero lo único que vemos los que tenemos dos ojos en la cara es el apabullante deterioro progresivo de las ciudades que reciben más turistas, la masificación lowcost, el empobrecimiento de la población local y la disminución de su poder adquisitivo, y un entorno cada vez más deteriorado.

Las ciudades más visitadas, tanto en nuestro país como fuera de el, han perdido completamente su identidad, y en este momento son fotocopias exactas unas de otras.

Da igual si te ponemos en una calle céntrica de Madrid, de Bruselas, de Amsterdam, o de Barcelona, lo que verás a tu alrededor va a ser siempre lo mismo: la franquicia de cafeterías multinacional que todos conocemos, las tiendas de ropa habituales, y las cadenas de comida rápida que parece que se multiplican por esporas.

Padecemos de obesidad turística mórbida. Nos comemos todo lo que nos echan, y tenemos las arterias de los principales destinos totalmente saturadas y al borde del infarto.

No sólo es necesario, es vital comenzar a hacer «dieta turística». Tenemos que empezar a alimentarnos mejor, a «comer» turistas más sanos, de calidad y en un número razonable.

Ahora ha sido Thomas Cook, pero sólo en lo que llevamos de año ya han caído otras 12 aerolíneas, y hasta finales de Diciembre todavía van a saltar muchas más sorpresas, ya no digamos el próximo año.

TUI no está precisamente para tirar cohetes, y visto lo visto con Thomas Cook, vayan poniéndose el cinturón de seguridad porque vienen curvas. Norwegian anda al límite, luchando para poder seguir a flote, pero con resultados muy preocupantes. A Condor se le ha dado una línea de vida, pero se va a acabar mucho antes de lo previsto, y que nadie piense que va a haber segundo rescate. Ryanair sigue jugando al Risk con sus bases: ahora cierro esta, ahora me voy, si me pagas me quedo, echo a empleados a la calle, me los llevo a otro país….

La industria lowcost que se ha creado en nuestro país, y más concretamente en Baleares y Canarias, tiene demasiados intereses económicos…suyos. Estamos sacrificando a muchos para la comodidad de unos pocos.

Nos gusta que la gente salga a la calle a protestar por el cambio climático, a defender el Amazonas, o los Polos, o a denunciar la situación de los países del Norte de Africa, pero quizás ha llegado el momento de gastar la misma energía en luchar por lo nuestro, por nuestra propia casa y nuestro propio futuro.

Con suerte, alguno de los miles de cargos turísticos que tenemos en nuestro país despierta de su letargo, y se da cuenta de que las ayudas están muy bien, pero si vienen sin MEDIDAS para el futuro, son sólo un parche en una balsa de goma que se hunde.

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