Los dos aparatos coincidieron durante la pasada cumbre de Ginebra.
EEUU y Rusia siguen utilizando sus aviones presidenciales como símbolos de poder.
La llegada del Air Force One a cualquier aeropuerto es la mejor carta de presentación para el que probablemente sea uno de los hombres más poderosos del planeta.
Su librea, diseñada por Raymond Loewy, es reconocida a nivel internacional gracias a infinidad de películas, reportajes, y a los millones de fotografías que se le han hecho durante sus 34 años de historia.
Estrenado por primera vez durante el mandato de Ronald Reagan, será sustituido por otra aeronave más moderna en el 2024.
Pero Rusia no se queda precisamente atrás en lo que se refiere al avión de su máximo mandatario, aunque este no haya alcanzado el nivel de popularidad de la que goza el de los EEUU.
Putin también hace uso de una flota dedicada en exclusiva al transporte de los miembros del gobierno ruso, formada por 65 aviones oficiales y que comprende desde pequeños jets, a gigantescos cuatrimotores.
Aunque ambos aparatos comparten ciertas similitudes en lo que se refiere a prestaciones básicas, son tan diferentes en el resto como la filosofía política que profesan sus pasajeros habituales.
¿El tamaño importa?
Parece que en lo respecta a la imagen que tienen que dar en el exterior los presidentes de Rusia y EEUU, el tamaño sí es un factor determinante, y ambos vuelan en grandes cuatrimotores diseñados ad hoc para su uso y disfrute.
El Air Force One es un modelo VC-25, especialmente desarrollado por Boeing a partir de su famoso 747-200.
Aunque este modelo comenzó a volar durante la década de los 70, el VC-25 ha implementado de manera progresiva todos los avances tecnológicos que en el sector aéreo se han ido produciendo, además de disponer de los últimos adelantos en materia de comunicaciones.
Actualmente existen dos unidades del modelo VC-25, que suelen viajar siempre juntas para evitar problemas en el caso de que surgiese cualquier contratiempo en alguno de los aparatos.
Por su parte, el presidente ruso tiene a su disposición cinco aviones del modelo Ilyushin 96-300PU, una adaptación del conocido Il-96, que a su vez deriva del Il-86.
El Ilyushin-96 surgió en Rusia durante la década de los 80, pero no acabó de cuajar entre las preferencias de las aerolíneas nacionales del momento.
Todos los vuelos del presidente ruso están operados por una sección especial de la compañía estatal Rossiya, que a día de hoy ya se ha separado por completo de su matriz.
El más antiguo de los cinco Ilyushin 96 utilizados por Putin data de los años 90, y el más moderno cuenta con apenas dos meses de vida operativa.
Mientras que la librea del Air Force One se ha mantenido prácticamente intacta desde los años 80, a pesar de la petición de Donald Trump para poder modificarla, la rusa sí ha experimentado diversas variaciones.
Actualmente, la aeronave está pintada de blanco y combina los colores de la bandera nacional rusa, destacando en su fuselaje la palabra Rossiya (escrita en cirílico), que significa «Rusia».
Así como el VC-25 norteamericano mide 70.66 metros de largo, frente a los 55.30 del Ilyushin ruso, este último tiene una mayor envergadura.
La distancia entre las dos puntas de ala del Ilyushin es de 60.11 metros, mientras que el VC-25 alcanza los 59.90 metros.
El VC-25 es considerablemente más voluminoso que su homólogo ruso, y alcanza un peso máximo al despegue 60 toneladas superior al Ilyushin. Monta 4 motores del modelo CF6-80C2, que desarrollan un 60% más de potencia que los PS del Ilyushin.
El aparato ruso dispone de una autonomía superior al norteamericano, de 14.800 Km frente a 12.600 Km, pero el Air Force One está preparado para repostar en vuelo, por lo que puede llegar a aumentar esta prestación siempre que disponga de un avión que le suministre el fuel necesario.
Ambos aparatos cuentan con medidas de seguridad frente a ataques externos, y pueden soportar la radiación derivada de una explosión nuclear.
En caso de conflicto bélico, también pueden funcionar como puestos de mando desde los que dirigir todas las operaciones.
Las siglas PU presentes en el modelo presidencial ruso son un acrónimo de Punkt Unpravleniya, que signifa «puesto de mando».
Aunque es muy difícil establecer el precio actual que tendrían ambos aviones, debido a los equipamientos especiales que utilizan, muchos de ellos considerados como de alto secreto, se cree que el Air Force One podría alcanzar los 1.000 millones de dólares, mientras que el avión presidencial ruso se situaría en torno a los 550 millones.
Boeing confirmó en su momento que el Air Force One tiene el doble de cableado que cualquier otro 747.
Cada hora de vuelo del Air Force One le cuesta al contribuyente norteamericano un mínimo de 210.877 dólares, cantidad que puede llegar a triplicarse dependiendo del tipo de operación y ruta.
El interior es lo que importa
El avión norteamericano presenta mucho más espacio dedicado a tareas administrativas y reuniones que el ruso.
La parte delantera del Air Force One también se conoce como «La Casa Blanca», ya que dispone de una amplio apartado para celebrar reuniones, un comedor de grandes dimensiones y también una sala de comunicaciones.
En este aspecto, el Ilyushin ruso es algo más modesto, con un despacho de 10 metros cuadrados, y una sala de conferencias con capacidad para 9 personas.
Ambos disponen de cocina, pero mientras el Air Force One puede llegar a preparar in situ un total de 3.000 raciones, el aparato ruso oferta un menú bastante más limitado, lo que ha provocado en más de una ocasión los comentarios sarcásticos por parte de Putin.
También disponen de un gimnasio y un dormitorio completo, pero en este aspecto parece que el avión ruso es bastante más sofisticado que el norteamericano.
Fue el propio Putin el que supervisó la decoración interior del avión presidencial, que es obra del artista Ivan Glazunov, y cuenta con detalles en oro y múltiples materiales nobles.
Sin embargo, la decoración del Air Force One fue realizada en su momento por Nancy Reagan, que imprimió al interior del avión un carácter de oficina especialmente austero.
Aunque el avión del presidente Biden se ha ido modernizando con el paso de los años, nunca se llegó a considerar decorarlo con la opulencia de la que presume el presidente ruso.
Eso sí, a día de hoy el Air Force One nunca ha dejado tirado al presidente de los EEUU, algo que si le ocurrió a Putin en el año 2005 en Finlandia.
Tras una avería técnica en el sistema de frenos, el presidente ruso acabó regresando a su país a bordo de un pequeño Ilyushin-62.
Como decíamos anteriormente, el Air Force One actual será reemplazado por el nuevo modelo VC-25B, que tiene un coste por unidad superior a los 2.000 millones de dólares.
Parece que igual que en otros aspectos de la vida, en este también se cumple lo de «caballo grande, ande o no ande»…