Andrew Wilkinson pagó más de 1.500 euros por un vuelo de ida y vuelta a Sudáfrica con British Airways, pero lo que no sabía es que iba a tener que permanecer sentado en un sillón manchado con orina durante 11 horas.
Cuando Andrew se subió al avión de BA el pasado día 4 de Agosto, vió una extraña mancha en el asiento que tenía asignado, la cual asumió que podría ser de agua.
Después de permanecer sentado durante un rato fue cuando percibió un distintivo y desagradable olor, por lo que llamó a una de las azafatas para comentar el problema. En cuestión de segundos tanto el pasajero como la TCP de British Airways coincidieron al apuntar que se trataba de una mancha de orina.
Andrew declaró a la prensa británica: «Después de ver la mancha y llegar a la conclusión de que se trataba de orina me pidió perdón y se fue. Después de un rato volvió con un pack de toallitas húmedas y me dijo que lo limpiara yo».
El pasajero indignado solicitó un cambio de asiento: «Yo estaba en Economy, y creo que estaba lleno, pero había asientos libres en business y en First Class. Pedí si era posible cambiarme de sitio, ya que era evidente que no podía permanecer más en el mío. La azafata me contestó preguntándome si iba a seguir «quemándola» durante todo el vuelo…».
Finalmente, el pasajero tuvo que permanecer las 11 horas que duraba su viaje sentado en el asiento manchado de orina.
Inicialmente colocó una bolsa de plástico que llevaba consigo encima de la mancha, pero pronto se percató de que la idea no funcionaba, por lo que solicitó una manta a la misma azafata. Por si no era suficiente la lamentable situación en la que se encontraba, durante el vuelo tuvo que solicitar otra manta para él, pero como ya le habían hecho entrega de una para colocar encima de la mancha, no le fue entregada la segunda.
Wilkinson comenta que solicitó a la misma azafata una segunda manta para poder utilizar él para abrigarse, y la contestación que recibió fue que ya le traería una «si podía encontrarla…».
Después de presentar la correspondiente reclamación a la aerolínea inglesa, recibió una «compensación» en forma de 5.000 puntos Avios (que apenas cubren un viaje de ida a París…), lo que irritó todavía más al pasajero, que ha tomado medidas legales contra British Airways.
Por parte de la aerolínea se ha indicado que: «Estamos muy preocupados por este asunto, y hemos contactado con el pasajero afectado para pedir perdón e intentar arreglar las cosas. La pulcritud de nuestros aviones es una de nuestras grandes preocupaciones y por ello se procede a la limpieza de los mismos después de cada vuelo. También solemos hacer inspecciones frecuentes para localizar manchas y asegurarnos que nuestros estándares de limpieza son los más altos posible».
Este asunto se suma a la larguísima lista de quejas presentada por miles de pasajeros de la que un día fue una de las mejores compañías aéreas del planeta.
Desde la llegada del español Alex Cruz a la gerencia de la aerolína, esta ha perdido una estrella en la puntuación de calidad de SkyTrax, debido a las incidencias constantes derivadas del pésimo trato dispensado al pasajero, la supresión de snacks o bebidas en los vuelos de corto recorrido, y la sustitución de la comidas que se servían en los de largo recorrido por platos precocinados por el conocido centro comercial M&S.
La reducción del espacio entre asientos, incluídos aquellos situados en business y First Class, y los escándalos hechos públicos al no poder atender a todos los pasajeros de varios aviones, dejando a muchos de ellos sin comida ni bebida, han terminado por agotar la paciencia de los ingleses.
British Airways se justificó indicando que al no poder pagar algunos usuarios con sus tarjetas de crédito, el proceso de reparto de comida y bebida se retrasaba tanto que no era posible llegar hasta el final del avión.
El gran escándalo llegaba poco antes del Verano, cuando un fallo informático dejaba en tierra a miles de pasajeros justo en el fin de semana de mayor tráfico aéreo en el Reino Unido.
El caos que se reprodujo en todo el país fue debido a una avería de la nueva compañía contratada por Alex Cruz en la India, la cual se encarga en la actualidad de proporcionar todos los servicios informáticos después de que el español despidiera a todos los empleados ingleses de este departamento a su llegada a British Airways, alegando los altos sueldos que estaban percibiendo.
Actualmente la compañía arrastra una huelga de su tripulación de cabina, los cuales están reclamando las mismas condiciones económicas para todos los empleados.
Tal y como se intenta hacer por la mayoría de compañías aéreas, los nuevos empleados que entran a formar parte de las mismas tienen unas condiciones laborales y remuneraciones muy inferiores al resto.
Esto se ha repetido también esta semana en AirFrance, la cual anunciaba la creación de la marca Joon, pero aclarando que no se trata de una lowcost. Sus empleados han anunciando una huelga indefinida, que se suma a la de la filial HOP!, en protesta por las nuevas condiciones laborales aprobadas para la nueva aerolínea.
Iberia va a proceder también al despido de 1.000 trabajadores en los próximos meses, cuando irónicamente está anunciando que necesita nuevo personal para la marca Level.
De esta manera, se deshace de pesados convenios colectivos y aprovecha la creación de la nueva empresa para contratar empleados en condiciones laborales muy básicas.
British Airways se ha convertido en poco tiempo en una lowcost, pero con unos billetes a precios prohibitivos para la gran mayoría.
Esta estrategia comercial de conversión es la misma que se está siguiendo en la gran mayoría de compañías bandera de los principales países europeos. El pasajero queda en un segundo plano y debe de permanecer siempre sumiso a cualquier tipo de abuso o falta por parte de la aerolínea.
En el caso de que proteste, se le obliga a callar bajo la amenaza de no dejarle volar.
Esto es lo que ocurrió el pasado Miércoles 16 de Agosto, cuando padre e hija que volaban en un avión de la compañía Frontier fueron expulsados del mismo al comentar entre ellos el enorme retraso que llevaban acumulado, de más de 8 horas.
Mientras se sentaban en sus asientos ambos comentaron la espera a la que habían sido sometidos, de manera casual y sin elevar la voz, cuando una azafata de la aerolínea se les acercó preguntando: «¿Tenemos algún problema?».
Eric Miller, de 70 años de edad, contestó que él no tenía ningún problema, más bien la compañía aérea. Ese comentario fue la razón para expulsarlo a él y a su hija del avión.
Puedes ver el vídeo de lo ocurrido aquí.
Curiosamente, la misma aerolínea expulsó a otro pasajero en el mes de Junio al comprobar, mientras se sentaba en su asiento, que era ciego. Frontier justificó su acción indicando que al no poder ver «podría convertirse en un peligro en caso de surgir cualquier emergencia».
Para muchas compañías aéreas el pasajero se ha convertido en el mayor enemigo, mostrándose interesadas tan solo por su tarjeta de crédito.
Y esto no ha hecho nada más que empezar…