La crisis migratoria en Canarias se suma a la la larga lista de problemas que arrastra el archipiélago desde el comienzo de la pandemia.
Los constantes cambios de rumbo en materia turística, la falta de medidas, y la nefasta gestión realizada de la crisis provocada por el coronavirus, dejan a Canarias en uno de sus peores momentos históricos.
Si queremos poner una fecha de comienzo a la actual crisis de Canarias, bien podría ser esa el 24 de Febrero, cuando un turista italiano llegado desde el norte de su país se convertía en el primer caso de Covid19 en el archipiélago.
Igual que ocurre en la trama de todas las películas de grandes catástrofes, muchos voces avisaron de lo que se nos venía encima, pero parece ser que evitar dañar la imagen turística de las Islas estaba muy por encima de cualquier otro tipo de consideración.
Así que en apenas una semana, Canarias contaba con 8 turistas contagiados y un hotel confinado, un hecho que debería haber dado ya en aquel momento la señal de alarma.
En vez de eso, desde diversos organismos como la Asociación de Empresarios Hosteleros de la Costa del Sol, se exigía al gobierno central que no se volviese a repetir un confinamiento semejante dentro de un establecimiento hotelero, ya que esto dañaba la imagen turística de España de cara al exterior.
El día 10 de Marzo era la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos la que comenzaba a verle las orejas al lobo, y solicitaba formalmente al ejecutivo el poder aplazar los pagos a la Seguridad Social.
Tras dos meses de «aquí no pasa nada», de la noche a la mañana pasamos al «aquí no pasa nadie», y el 14 de Marzo se produce un hecho insólito en la historia turística de nuestro país, que posteriormente marcaría todo el devenir de acontecimientos.
Varios aviones de la aerolínea inglesa Jet2 que volaban desde el Reino Unido a diversos destinos en nuestro territorio, se daban la vuelta en pleno vuelo y regresaban a sus aeropuertos de origen, ante la lluvia de comunicados contradictorios que llegaban desde España.
El 15 de Marzo se anunciaba un confinamiento general de la población y se decretaba el estado de alarma por segunda vez en la historia de nuestro país.
Sólo 3 días después, Meliá anunciaba el cierre de 59 hoteles, ubicados en territorio peninsular e islas Baleares y Canarias.
El 26 de Marzo se comunicaba oficialmente la necesidad de cerrar todos los establecimientos hoteleros, y las aerolíneas dejaban a la práctica totalidad de sus empleados en situación de ERTE, y a sus flotas de aviones en tierra.
Mientras todo el país permanecía confinado, durante el mes de Abril comenzó la interminable retahíla de contradicciones administrativas de todo tipo, que todavía continúan a día de hoy.
En fecha 2 de Abril Tenerife lanzaba una campaña de promoción turística, de cara a captar viajeros tras el fin del confinamiento, y tan sólo 5 días después, el 7 de Abril era el propio Presidente de la Comunidad Canaria el que afirmaba que daba por perdida la temporada turística 2020.
ASHOTEL solicitaba formalmente que la Liga Profesional de Fútbol finalizase en las Islas Canarias, y ponía a disposición de la Federación Española toda la infraestructura hotelera necesaria para ello.
La correspondiente contestación al respecto todavía se sigue esperando.
A pesar de los numerosos avisos realizados por la inmensa mayoría de empresarios turísticos canarios, el 16 de Abril se constata el colapso del SEPE, y miles de trabajadores del sector que habían entrado en los expedientes de ERTE, se quedan sin cobrar ni un solo euro.
Desde Exceltur se afirma que han mantenido varios contactos con el Rey y con el primer partido de la oposición, pero que no ha sido posible sentarse en una mesa con la Ministra de Turismo.
En medio del caos surge la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, recomendando a los usuarios no hacer reservas de viajes, ante la incertidumbre sanitaria que pesa sobre Europa.
Esta recomendación fue respaldada por el Ministro de Consumo, Alberto Garzón, que poco antes ya se había ganado la antipatía de buena parte del sector turístico tras unas declaraciones poco afortunadas.
Los empresarios, hosteleros, y hoteleros, muestran su preocupación tras haber perdido un mes entero sin haber podido establecer un plan de acción conjunto destinado a volver a levantar el turismo.
En el mes de Mayo diversos gobiernos extranjeros comienzan a aprobar medidas para fomentar el turismo doméstico, como Italia, Reino Unido, o Japón, a base de bonos y ayudas de diversa índole destinadas a incentivar de nuevo el consumo.
Sin embargo, en nuestro país se publica la noticia de la prohibición de las rebajas, la ocasión que esperaban todos los comercios para resarcirse tras varios meses sin ventas.
Rectificación tras rectificación, la medida se fue suavizando ante la cara de incredulidad de empresarios, autónomos, y profesionales de diversos sectores.
Comienzan también en Mayo los problemas de millones de pasajeros para recuperar el dinero de los vuelos cancelados durante el confinamiento, una medida tomada por las aerolíneas bajo la recomendación de IATA y la bendición del Ministro de Transportes, que a día de hoy sigue pesando como una losa sobre diversas aerolíneas.
Por fin, el 22 de Mayo se produce una reunión entre la Ministra Maroto y la Confederación Española de Agencias de Viajes, en la que se adelanta la posibilidad de abrir las islas al turismo extranjero el día 15 de Junio.
Este anuncio provoca una significativa tensión entre Baleares y Canarias, después de que el gobierno autónomo balear desvelase un plan para establecer una prueba piloto en su territorio con 6.000 turistas alemanes.
El 16 de Julio comienza la cadena de meteduras de pata por parte de la Ministra de Exteriores, que se estrena con unas declaraciones que en el Reino Unido se interpretan como una amenaza al turismo inglés, aludiendo a posibles confinamientos y cuarentenas.
Touroperadores, mayoristas y aerolíneas británicas se contraen a consecuencia de la noticia, y comienza una lluvia incesante de cancelaciones de reservas que ya no cesaría hasta la finalización del Verano.
Mientras tanto, los aeropuertos de gran parte de Europa ya exigen pruebas PCR a determinados turistas, y se procede a proteger los territorios de Madeira, Azores, Córcega, Cerdeña, y Sicilia.
Los grandes operadores reubican a sus clientes en países como Grecia y Turquía, que ya estaban haciendo pruebas a turistas extranjeros, y Canarias no es capaz de remontar el vuelo.
No sólo no se mantienen reuniones bilaterales para estudiar la posibilidad de crear corredores aéreos seguros, tal y como se había prometido, sino que además se tensa la cuerda con el Reino Unido al mismo tiempo que Alemania comienza a dudar de la situación sanitaria en España.
Lejos de intentar suavizar las relaciones bilaterales en un momento clave para el sector turístico, una vez más la Ministra de Exteriores riza el rizo y el 22 de Julio se reúne personalmente con el Ministro Principal de Gibraltar, lo que irrita profundamente al ejecutivo británico.
Una reunión sin sentido, que desde luego no venía al caso y no requería de ninguna urgencia, y que además acaba provocando una riada de eventos posteriores que perjudicarían enormemente al turismo.
Apenas 24 horas después de este encuentro bilateral, el Reino Unido recomienda no viajar a España, y TUI anuncia que cancela todos sus vuelos hacia el territorio peninsular español, con la excepción de Canarias.
El día 25 de Julio, el Coordinador de Emergencias, Fernando Simón, se congratula de la decisión tomada por el gobierno británico de no recomendar viajar a España, comentando literalmente «mucho mejor, así menos problemas…».
Dos días después, son TUI y Jet2 las que cancelan la totalidad de sus programas vacacionales a España, y el Reino Unido incluye a las islas en su lista negra de destinos.
Ante las quejas de Pedro Sánchez, el 28 de Julio el Ministro de Exteriores del Reino Unido afirma que entiende el enfado de España, pero le recuerda al Presidente que los contagios en nuestro país se han incrementado en un 75%.
Sánchez vuelve una vez más a negar la posibilidad de realizar pruebas PCR en los aeropuertos más sensibles de nuestro territorio, y el 14 de Agosto es Alemania la que afirma haber localizado a 100 turistas contagiados mientras estaban de vacaciones en nuestro país.
De esta manera, Alemania se une a Reino Unido, y posteriormente le seguirían Holanda y una buena parte de gobiernos europeos, los cuales concuerdan no recomendar los viajes de placer a destinos en España, incluyendo las Islas Canarias y Baleares.
El 19 de Agosto se produce un rebrote en la Isla de Gran Canaria, que estropea la buena marcha que llevaba el archipiélago en el número de contagios y fallecidos.
De nuevo, descoordinación total.
Tenerife se desmarca del resto de islas y comienza a hacer la guerra por su cuenta, vendiéndose como el destino más seguro de Canarias, una decisión que consigue exactamente el efecto contrario al deseado y parece espantar a más viajeros.
Comienza el mes de Septiembre tras un Verano absolutamente desastroso para el turismo en las islas, y el día 4 se exige una vez más al gobierno central el poder realizar pruebas PCR en los aeropuertos insulares.
Transcurre el resto del mes sin tomar ninguna medida al respecto, mientras que en toda Europa ya se habla de una «segunda ola» de la pandemia en España, la cual es negada desde estamentos oficiales.
Una vez más, se retoma la idea de realizar corredores aéreos seguros para poder incrementar el flujo de turistas hacia las islas, pero no se registra ningún tipo de iniciativa ni movimiento para intentar cristalizar esta posibilidad.
Entramos en el mes de Octubre y las contradicciones y descoordinación son absolutas.
Primero, se afirma que se harán controles PCR en los aeropuertos, que serán abonados por los dueños de los establecimientos hoteleros de Canarias.
Ante el enfado y consiguiente sorpresa por parte de estos, se rectifica y se confirma que serán los touroperadores los encargados de afrontar los gastos que causen estas pruebas.
Obviamente, los touroperadores se desentienden del problema y dejan a los gobiernos nacional y autonómico en entredicho.
Finalmente, se da por hecho que tendrán que ser los propios turistas los que abonen sus pruebas médicas, una noticia que vuelve una vez más a provocar una lluvia de cancelaciones sin precedentes.
Para complicar un poco más todo, AENA comunica su decisión de no ceder espacio dentro de los recintos aeroportuarios para realizar los tests, lo que echa por tierra los planes previos.
Se regresa a la casilla de salida cuando, a la vista de la negativa de los visitantes extranjeros a tener que pagar las pruebas PCR, se cambia todo el discurso comenzado durante la Primavera y el sector turístico pasa a exigir tests de antígenos para entrar al país, más económicos que los primeros.
Y cuando el lío estaba alcanzando su culmen, comienzan a llegar cientos de migrantes ilegales a Canarias, los cuales en un principio pasan a ocupar las plazas hoteleras que permanecían vacías por la ausencia de visitantes extranjeros.
Al mismo tiempo, comienza una guerra en el Sahara y desde la vicepresidencia del Gobierno Español se aviva la necesidad de realizar un referendum en el país africano.
Estas declaraciones causan un enorme enfado en el Reino Alauita, y casualmente y por arte de magia se multiplica exponencialmente la cantidad de cayucos y pequeñas embarcaciones que deciden poner rumbo a Canarias, cargadas de migrantes ilegales.
El resultado es una crisis económica sin precedentes, acompañada de una crisis social, política, y migratoria, que se unen a la ya más que complicada crisis sanitaria.
Así que toca ajustarse el cinturón, porque estamos entrando en una zona de turbulencias severas, y confiar en que hayamos tocado el fondo de la inutilidad y la parsimonia institucional, porque si no es así estamos arreglados.