Colombia, el riesgo es que te quieras quedar

Artículo de Javier Abeal

Colombia era un viaje que llevaba rondando mi cabeza desde hacía años, y quizás el ir retrasando su visita era un autoengaño que me hacía a mi mismo, porque todavía no estaba preparado para dar ese salto. Todo hay que decirlo, algo incomprensible, porque ya había estado en Brasil.
Llegué un miércoles al Aeropuerto Internacional de El Dorado, en Bogotá, impulsado por la diferencia horaria y ganando prácticamente un día.
La mejor opción para llegar a la ciudad es utilizar un taxi o las App de transportes mundialmente conocidas. Personalmente, me moví por todo el país en taxi, muy económico y seguro, eso sí, siempre tomando las debidas precauciones. Mucho cuidado si abordas un taxi a pie de calle. Es posible sufrir un robo o que te  hagan  el “paseo millonario” o «secuestro exprés». La mejor opción es descargar la App Easy Taxi.
Mi alojamiento fue en el Hotel bh Bicentenario, con una excelente ubicación, situado frente al Parque de Los Periodistas. A modo de ejemplo, la Plaza Bolívar queda a diez minutos andando.                                      
Bogotá es una metrópoli de cultura y de negocios en continuo desarrollo. Para ver lo más importante y señalado de la ciudad, con tres días es suficiente.
No hay que dejar de visitar el Centro Histórico: La Candelaria, la plazoleta del Chorro de Quevedo y cómo no, la Plaza de Bolívar. Es recomendable callejear y perderse por sus calles, aunque dicen que los rolos (bogotanos hijos o nietos de personas provenientes de diferentes zonas de Bogotá) son muy antipáticos y que los bogotanos o cachacos son muy pinchados (presumidos) y que tienen humor negro. El caso es que, en mi experiencia, parecen buena gente y eso se puede comprobar cuando dejan sus trabajos y obligaciones diarias y se echan a la calle a disfrutar de la vida. Bullicio en las calles, olor a comida, música, «te falta cumbia mi amor»…
El Museo del Oro, la Casa de Moneda, Museo Botero, El Museo de la Independencia  (Casa del Florero) en una esquina de la Plaza Bolívar.
La Casa de Nariño, residencia oficial del Presidente de Colombia
Bogotá presenta una diversidad amplia en su territorio. Es obligatoria la subida a El cerro de Monserrate. Se puede acceder en teleférico y en funicular. Opté por el funicular: la subida es rápida, aproximadamente 10 minutos. El teleférico lo hace en solamente 4 minutos, ofreciendo unas maravillosas vistas. Por supuesto, la opción más saludable es subir andando.
A 3152 metros de altitud ahí la tienes, la inmensidad de Bogotá.
El Domingo dejo Bogotá para continuar con mi aventura hacia Cartagena de Indias. Existen varias compañías con atractivos precios como VivaColombia, Wingo y después Avianca y la que he elegido para realizar el trayecto, en este caso Latam.
Cartagena de Indias es uno de los destinos turísticos más visitados y populares en Colombia y entre los de mayor auge en el resto del mundo. Más allá de perderse por sus calles históricas, Cartagena es sentirla, es hablar con los locales y no perderte un atardecer desde el Baluarte de Santo Domingo.
Recomiendo una visita al Castillo de San Felipe de Barajas, la fortaleza colonial española más grande de América, situado fuera de las murallas mediante paseo a pie desde la Ciudad Amurallada. Eso sí, no olvides llevar un buen sombrero para realizar la visita ya que, como es habitual en la ciudad, el sol cae con fuerza. El precio de la entrada es de 25000 COP, aproximadamente unos 7 euros al cambio.
Una vez en Cartagena es necesario realizar una escapada a algunas de sus playas. Playa Blanca, en Barú, es una de las más conocidas y visitadas junto con Isla Múcura y las Islas de San Bernardo.
Para llegar a la Península de Barú existen numerosos Tours que realizan la excursión en un día. El viaje en autobús es de aproximadamente 1 hora. En este lugar, en la playa te vas a encontrar con el asedio de los vendedores ambulantes, que puede llegar a ser agobiante. Te ofrecen absolutamente de todo y se comunican entre ellos («el español es alérgico al  marisco»; opté por esa explicación y me dejaron tranquilo, o también se puede escribir en la arena «No necesito nada, si quiero algo los avisaré»).
Es una playa con demasiada gente aunque tuve suerte porque el día que fui no estaba masificada. Sin embargo aquí el verdadero problema son los precios exageradamente elevados. Es muy importante preguntar siempre el valor de cada producto, hasta de una simple bebida. Y lo más recomendable, llevar tú mismo la comida y la bebida. En resumen, yo no recomendaría este lugar, me iría directamente a Isla Múcura.
Mi estancia en Cartagena fue una de las mejores decisiones en relación al alojamiento. Era mi primera vez en un Hostel y elegí este por su situación, precio y por la disponibilidad de habitaciones individuales con baño privado. Es el Selina Cartagena. Situado en Getsemaní, el barrio cool y a la vez pintoresco.
Es una cadena de alojamientos que está apostando fuerte por otro concepto de alojamiento en Latinoamérica. Su punto fuerte, los centros históricos urbanos. Por cierto, ya ha dado el salto a Europa. Selina Lisboa y Selina Porto en Portugal. Os invito a probar esta red de alojamientos.
Después de disfrutar de toda la magia y el encanto de Cartagena de Indias durante cinco días, mi viaje continúa hacia Santa Marta, conocida como la Perla de América.
Para llegar a Santa Marta, utilicé los servicios de Transportes Marsol. Se trata de una empresa que para realizar el trayecto utiliza Furgonetas Vans. Un dato a tener en cuenta: es importante llevar ropa de abrigo ya que la mayoría de los conductores en Colombia ponen el aire acondicionado o climatizador a temperaturas bajísimas.
La distancia desde Cartagena a Santa Marta es de 240 km. La duración del viaje es entre cuatro horas y media o cinco horas. Durante el trayecto se hace una pequeña parada para comer algo  o acudir al WC. Yo recomiendo llevar algo de comida, porque los conductores suelen parar en lugares estratégicos y los precios son más elevados. El trayecto tiene un precio de 50000 COP (14 euros) . Se puede contratar un día antes. Lo atractivo de contratar sus servicios es que son de puerta a puerta. Es decir, te recogen en el alojamiento y una vez en destino, lo mismo.
Santa Marta se encuentra en el departamento de Magdalena, al norte de Colombia. Es la puerta de entrada para el Parque Nacional Tayrona y para contratar a los guías para poder llegar al yacimiento arqueológico de Ciudad Perdida, situada en las montañas de Sierra Nevada de Santa Marta. Es un recorrido de trekking durante cuatro días por la selva y por lo que me ha comentado gente que ha ido a Machu Picchu y Ciudad Perdida, les ha sorprendido más esta última… No hay que olvidarse de visitar la playa de Taganga, a unos 15 minutos en coche.
El Parque Nacional Tayrona se encuentra a 16 km de Santa Marta. Se puede acceder por lancha (no lo recomiendo, son 40 minutos en continuo movimiento y a pleno sol),  independientemente o contratando algún Tour. Recomiendo esta última por la tranquilidad y la seguridad de estar en todo momento acompañado de un profesional. En todo viaje, lo más importante es la seguridad y la tranquilidad, y en este ocasión lo ofrecen los guías turísticos.
Una vez dentro del parque, para llegar al Cabo San Juan, una de las playas más fotografiadas de todo Colombia, es necesario caminar durante cuatro horas en total. Dos para la ida y dos para el regreso. El recorrido, al estar en contacto con la naturaleza, es muy agradable y no es necesario tener una condición física especial. Durante la caminata es posible que te encuentres con los Kogui, un grupo indígena que habita en la Sierra Nevada de Santa Marta.
En esta playa y sobre estas rocas fue grabado el videoclip de «Tierra del Olvido» de Carlos Vives. Siendo el cantante de Santa Marta, dicen que son habituales sus visitas a las playas con su familia.
Debe destacarse que últimamente se están produciendo muchos accidentes porque la gente se sube a las rocas para hacer selfies y se producen caídas con consecuencias muy graves. Aun estando terminantemente prohibido, la gente hace caso omiso a las advertencias.
Como ya he comentado el contacto con la naturaleza es lo más impresionante:
Existe la posibilidad de dormir dentro del parque, en tiendas de campaña o  en los Ecohabs:
Para acceder al parque es obligatorio llevar el pasaporte, en este caso lo mejor es una fotocopia. Aunque está prohibido el acceso con comida, a mí no me han inspeccionado la mochila, ni he visto que se lo hicieran a nadie, por lo que recomiendo correr el riesgo de llevar comida y bebida.
También existe la posibilidad de realizar los trayectos en caballo. No me gusta que se utilicen los animales para este tipo de ocio, pero a la vuelta no tuve más opción que contratar su servicio por una lesión. No lo recomiendo, en absoluto. Los caballos están sometidos a mucha presión y desgaste físico con un único fin económico. Hay muchas protestas y parece que se están consiguiendo pequeños avances para que se prohíba su uso dentro del parque.
También es obligatoria la visita a alguna finca para poder ver un cafetal y alguna plantación de cacao. Y para eso está Minca, que se encuentra  a unos 20 km de Santa Marta.
Minca tiene numerosos atractivos, es el encanto de un pueblo cafetero. Pero no precisamente la zona cero en relación al mundo del café.  Para eso está el Eje Cafetero, situado en los departamentos de Risaralda, Caldas y Quíndio. Pero Minca también te seduce por sus montañas, su naturaleza…
En Santa Marta me alojé en Hotel Boutique Casa Carolina:
Desde Santa Marta también es muy recomendable acercarse a La Guajira y Cabo de la Vela, a cinco y seis  horas en coche, respectivamente. Algo más distante se encuentra ya Punta Gallinas.
Cabe decir que los colombianos tienen mucha parsimonia y pueden llegar a ser impuntuales. A la hora de moverse, los trancones (atascos) están a la orden del día, así que para un compromiso importante como tener que coger un avión, se deben tener en cuenta estas situaciones y asegurarse un buen margen de tiempo.
Para terminar, decir que Colombia es el segundo país más biodiverso del mundo por lo que es un país para descubrir, con unas playas espectaculares, una gastronomía deliciosa y lo mejor de todo, sus gentes.

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