En menos de 100 años, la evolución de los sistemas de entretenimiento a bordo de los aviones ha sido colosal.
Se ha pasado de proyectar en la cabina una película muda de apenas 3 minutos de duración, a leer las noticias en el propio reloj del pasajero.
Distraer la atención de los pasajeros mientras se viaja a través del aire, a una distancia considerable del suelo, fue un auténtico reto para la aviación comercial desde sus inicios.
En las primeras aeronaves que inauguraron la era del transporte aéreo, el ruido dentro de las cabinas limitaba las opciones de entretenimiento a mirar por la ventana, o a intentar mantener una charla con el compañero de al lado, ya que debido a los continuos vaivenes del aparato, leer un libro solía acabar casi siempre en un fuerte mareo.
Los locos años 20
Al mismo tiempo que Al Capone se trasladaba a Chicago, comenzaba el período de la «ley seca» en los EEUU.
La década de los 20 se caracterizó en la ciudad norteamericana por aportar uno de los mayores ratios de crímenes diarios, pero también por una auténtica revolución social, artística, musical y tecnológica.
Fue precisamente a bordo de una aeronave de la compañía Aeromarine Airways, donde se proyectó la primera película destinada a entretener a los pasajeros de un avión, en el año 1921.
Atando el maletín de un proyector Devry de 35mm a una mesa ubicada en el pasillo de la cabina, los 11 pasajeros del hidroavión pudieron disfrutar del estreno de «Howdy Chicago», un pequeño corto de promoción turística producido por la Cámara de Comercio de Chicago, que se proyectaba al mismo tiempo que se sobrevolaba la ciudad.
La británica Imperial Airways copiaba la idea, y en 1925 decidía proyectar de la misma manera la película muda de ciencia ficción «The Lost World», a sus pajeros de la ruta que unía Londres y París.
La crisis de los años 30
La gran depresión se instaló a nivel internacional durante los años 30.
Sin embargo, en el sector aéreo provocó exactamente el efecto contrario, reforzando la idea de un medio de transporte envuelto en lujo y todo tipo de comodidades.
Proyectar películas dentro de la cabina de un avión se había convertido en una actividad de alto riesgo, ya que en la mayor parte de las ocasiones el film se rompía, o comenzaba a arder al quedarse atascado, lo que suponía un importante peligro a bordo.
Los gigantescos Zeppelin que despegaban desde Alemania marcaron un hito en lo que a entretenimiento a bordo se refiere.
El gran espacio y el mínimo ruido que se podía escuchar en la cabina de un Zeppelin, propiciaron la creación de grandes comedores, en los que los pasajeros se reunían para departir durante el vuelo.
En estos espacios no sólo se podía comer y beber, sino que además se organizaban partidas con los juegos de mesa más populares del momento, e incluso conciertos de piano.
Para ello, la firma Julios Blüthner tuvo que diseñar un piano con materiales más ligeros a los habitualmente utilizados para su construcción, reduciendo el peso de este instrumento a «sólo» 162 kilos.
La Guerra de los años 40
La tecnología aeronáutica había avanzado de manera importante durante los años 40, dotando a las aerolíneas con aparatos más seguros y fiables.
De todas formas, hasta la mitad de la década los vuelos de placer habían desaparecido casi por completo, debido a la II Guerra Mundial.
Concluida esta, de nuevo el transporte aéreo de pasajeros comenzó a recuperar el tiempo perdido, en medio de otra crisis económica post guerra.
Durante esta época, era el propio pasajero el que tenía que proporcionarse su entretenimiento, que normalmente consistía en periódicos y revistas para leer durante el trayecto, las cuales en algunas ocasiones también eran proporcionadas por la propia compañía aérea.
La crisis política de los años 50
Las súper potencias que habían colaborado durante la II Guerra Mundial acabaron enfrentándose entre ellas, en un período conocido como la «Guerra Fría».
Las compañías aéreas volvían a retomar las películas a bordo de los aviones, un recurso que no obtenía demasiado éxito dado que no era posible seguir los diálogos con comodidad.
El cine de los 50 precisaba de ser escuchado, algo especialmente complicado dentro de las cabinas de los aviones de hélices del momento, por lo que las aerolíneas buscaron un plan B.
Con el fin de mantener a los pasajeros contentos y entretenidos, se popularizaron los servicios de catering, en los cuales no se escatimaba precisamente con las cantidades de alcohol que se servían de manera gratuita.
Las copiosas comidas, finalizadas con postre, café y puro, tampoco eran lo más recomendado para afrontar los vuelos de mayor duración, y sus consecuencias se hacían notar durante el viaje.
La revolución de los años 60
Fue durante está década cuando se decidió apostar decididamente por el entretenimiento a bordo de los aviones, gracias a empresas como Inflight Motion Pictures.
No sólo se comenzaron a producir películas para su estreno exclusivo dentro de los aviones, sino que además se desarrollaron diversos sistemas que ayudaron a implementar este tipo de servicios por parte de las aerolíneas.
En primer lugar, un film de 16 mm en un proyector más pequeño, adaptado y flexible, que ocupaba menos espacio en la cabina.
En segundo lugar, el invento de los auriculares neumáticos, que por fin permitían escuchar con claridad los diálogos de las películas.
Estaban basados en los estetoscopios utilizados por los médicos, y gracias a dos tubos huecos conectados a un pequeño altavoz, trasladaban el sonido directamente a los oídos de los pasajeros.
La norteamericana TWA y la paquistaní PIA, fueron las primeras compañías en establecer un servicio de entretenimiento a bordo dentro de las cabinas de sus aviones.
La estabilización de los años 70
Con la llegada de los grandes aparatos tipo jet, el entretenimiento a bordo de los aviones experimentó una consolidación y sofisticación a nivel internacional.
Los 747 disponían de una zona de relax, en la que se podía leer, conversar con otros pasajeros, o tomar una copa.
Las principales compañías aéreas proyectaban, al menos, una película durante los trayectos más largos, y los auriculares neumáticos daban paso a los electrónicos.
Las mismas películas que se podían ver en cualquier cine, eran programadas por las aerolíneas, a veces incluso antes de su estreno en las salas comerciales.
Los proyectores de los años 80
Con la aparición en el mercado de los proyectores CTR y los reproductores de vídeo, las compañías podían prescindir definitivamente de los antiguos sistemas de entretenimiento.
La instalación de este tipo de oferta dentro de los aviones cada vez era más complicada, y requería de un mayor cableado interno e inversión económica por parte de las aerolíneas.
El Boeing 767 salía de fábrica completamente preparado con la tecnología que permitía no sólo la proyección de películas, sino también la posibilidad de escuchar música.
Al mismo tiempo se popularizaban los Laser Dics, un formato más grande que las cintas de vídeo, pero que garantizaba una mayor calidad de imagen, ya que las primeras iban perdiendo definición después de cada proyección, mientras que el Laser se conservaba durante mucho más tiempo.
Las pantallas LCD de los años 90
Aunque el entretenimiento a bordo de los aviones ya estaba totalmente normalizado en el sector, todavía había muchos defectos que pulir.
Los proyectores eran especialmente pesados e incómodos, y muchos pasajeros tenían dificultades para ver la pantalla, por lo que se contentaban con poder escuchar los diálogos a través de sus auriculares.
Pero durante esta época nacerían las pantallas LCD, que se colocarían de manera individual detrás de cada asiento de la cabina, lo que permitía el mismo grado de visualización a todos sus ocupantes.
La primera compañía en tantear estos dispositivos fue la norteamericana Northwest Airlines.
En principio se trataba de pequeñas pantallas de 2.7 pulgadas, que además se sobrecalentaban con facilidad, pero que en muchos casos marcaban la diferencia y eran un elemento relevante a la hora de escoger volar con una compañía aérea en vez de otra.
British Airways fue la primera aerolínea en implementar este servicio en Europa y mantenerlo en pruebas durante un periodo de 4 meses, durante el cual cosecharía un éxito sin precedentes entre sus pasajeros.
Los mapas movibles del 2000
Un nuevo servicio que en principio estaba destinado exclusivamente a los pequeños jets de negocios, se convertiría con la llegada del nuevo siglo en uno de los preferidos por parte de un buen número de pasajeros.
Los mapas movibles facilitaban información a tiempo real sobre la posición del avión, su velocidad, altura y rumbo.
Su excelente aceptación ha servido para mantener esta opción en la actualidad, implementando un mayor número de datos e información sobre el vuelo.
La Alta Definición del 2007
Gracias a la aparición en escena de tecnología como el Blu-ray player, las aerolíneas comenzaron a instalar pantallas más grandes en los asientos, que permitían no sólo ver películas en alta definición, sino también jugar como si se tratase de una consola.
Con una resolución de 1080p HD, los pasajeros disfrutaban en sus butacas de los estrenos de moda en un formato de enorme calidad, tanto de imagen como de sonido.
Además, la tecnología táctil permitía la manipulación de la pantalla sin tener que hacer uso de un control remoto.
La conectividad del 2008
Sólo un año después comenzaban las pruebas destinadas a ofertar un servicio de conexión a internet en las cabinas de los aviones.
El entretenimiento a bordo ya no podía consistir exclusivamente en ver películas, escuchar música, o leer una revista, y los usuarios del transporte aéreo llevaban años demandando la posibilidad de mantenerse conectados mientras volaban.
Aunque la mayoría de las compañías decidieron implementar este tipo de servicios, los primeros intentos no obtuvieron los resultados deseados, con conexiones muy lentas a precios excesivamente elevados.
Hoy en día se sigue desarrollando esta tecnología, que un futuro permitirá disponer de un servicio de conexión con una velocidad similar a la de cualquier domicilio particular, incluso de manera gratuita.
El BYOD del 2010
Responde a sus siglas en inglés «Bring Your Own Device» (trae tu propio dispositivo), y es el resultado natural de implementar internet en las cabinas de los aviones.
De esta manera, los pasajeros conectan sus propios dispositivos, como teléfonos móviles, ordenadores portátiles, o tabletas, y disfrutan de la oferta de entretenimiento a bordo en ellos.
El streaming del 2012
Los dispositivos que permitían la conectividad dentro de los aviones carecían de la potencia suficiente para mantener una conexión en directo.
En vez de esto, nacieron sistemas como el Jet JukeBox Wireless Media Streamer, que permite el almacenamiento de hasta 500 largometrajes, accesibles a los pasajeros a través de sus dispositivos móviles.
Los monitores Ultra HD del 2013
El entretenimiento a bordo seguía los pasos tecnológicos que daba la industria audiovisual, y en este año se comenzaron a implementar los monitores con resolución Ultra HD.
La tecnología 4K aplicada a las pantallas de los asientos de los aviones permite que los pasajeros puedan disfrutar de la misma calidad de servicios cuando vuelan, que mientras permanecen en sus hogares.
El futuro
A partir de ahora, cualquier innovación que se vaya produciendo en el campo tecnológico de las comunicaciones, o de la industria audiovisual, se irá implementando también de manera progresiva en los aviones.
A día de hoy ya se habla de realidad aumentada, realidad virtual, tecnología 5G, inteligencia artificial que reconocería al pasajero e interactuaría con él presentándole sus preferencias previamente guardadas, o la próxima WiFi 6.
Desde el proyector atado en una mesa de 1920, al pasajero chateando a través de su reloj de la actualidad, sin duda hemos asistido a una evolución que parece no tener límites.