Dar a luz en un avión: ¿De qué nacionalidad es el bebé?

Tan solo se han registrado 50 partos dentro de la cabina de un avión en pleno vuelo.

Asignar una nacionalidad al bebé puede ser un proceso realmente enfarragoso, que dependerá de diversas circunstancias y normativas internacionales.

Con más de 10 millones de vuelos al año, y aún reconociendo que ha ocurrido al menos en medio centenar de ocasiones, lo cierto es que presenciar un parto dentro de la cabina de un avión en pleno vuelo es un acontecimiento absolutamente excepcional.

Las compañías aéreas suelen tomar muchas precauciones con las pasajeras que han superado la barrera de las 28 semanas de gestación, y generalmente no permiten volar a embarazadas tras la semana número 36.

Aún así, muy de vez en cuando salta a los medios de comunicación la noticia de un parto a más de 10.000 metros de altura, lo que da lugar a comentarios que hacen referencia a la posible nacionalidad del bebé, y también a unos supuestos privilegios de los que gozará durante el resto de su vida.

Aunque hay 36 aerolíneas en todo el mundo que han vivido un parto a bordo de sus aviones, el récord lo ostenta la inglesa British Airways, que tiene registrados hasta 5 nacimientos en pleno vuelo.

Un lío legal

En el Convenio de Aviación Civil de Chicago, celebrado en la ciudad norteamericana en el año 1944, quedó aprobado que la nacionalidad de un avión dependerá del país en el que esté registrado.

De esta manera, la matrícula de cada aeronave indica la nación a la cual pertenece.

Debido a dicha disposición, actualmente todavía hay muchas personas que creen firmemente que el bebé nacido dentro de un avión obtendrá la misma nacionalidad que ostenta el aparato, cuando la normativa internacional aplicada difiere bastante de esta idea.

Por norma general, la primera consideración legal a aplicar es el derecho de sangre, conocido en latín como ius sanguinis.

De acuerdo con el mismo, el bebé tendría la misma nacionalidad que sus padres, o incluso podría conseguir una doble nacionalidad si sus progenitores perteneciesen a países distintos que contemplen en su legislación esta posibilidad.

La gran mayoría de los partos aéreos se han solventado de esta manera, pero hay casos en los que la resolución del problema no es tan sencilla.

En algunas naciones prevalece lo que se conoce como derecho de suelo, o ius soli en latín, una doctrina que originariamente permitía obtener la nacionalidad del país en el que se da a luz, y que hoy en día se ha traslado también hasta el espacio aéreo.

Este es el caso de EEUU o Canadá, que otorgan su nacionalidad a aquellos bebes que hayan venido al mundo mientras sobrevolaban su territorio.

Pero también se ha dado el caso de nacimientos sobre aguas internacionales, en los que además existían graves problemas de filiación por parte de los padres, principalmente en vuelos de repatriación de refugiados políticos.

En este tipo de situaciones lo que se invoca es el Convenio Internacional para Reducir los Casos de Apátrida, firmado en Nueva York en el año 1961, que dispone lo siguiente:

«A los efectos de determinar las obligaciones de los Estados contratantes en la presente Convención, el nacimiento a bordo de un buque o en una aeronave se considerará, según sea el caso, como ocurrido en el territorio del Estado cuyo pabellón enarbole el buque, o en el territorio del Estado en el que esté matriculada la aeronave».

La mala noticia es que sólo 65 países han llegado a firmar este Convenio, por lo que sus directrices entrarían en vigor únicamente en el caso de que el avión perteneciese a alguno de los Estados que rubricaron el mismo.

Esto nos dejaría ante la peor de las situaciones, que sería un parto sobre aguas internacionales de una madre con problemas de filiación, dentro de un avión perteneciente a un país no firmante del Convenio para Reducir los Casos de Apátrida, y cuya legislación interna aplica exclusivamente el derecho de suelo.

Ante esto, el bebé no podría adquirir la nacionalidad de la madre, tampoco la del área que sobrevuela porque se trata de aguas internacionales, y mucho menos la del país donde está matriculado el avión porque no se permite tal posibilidad.

En un caso semejante, se tendría que recurrir a la justicia para dictaminar la nacionalidad del bebé, a través de un proceso que muy probablemente requeriría invertir importantes cantidades de dinero y tiempo.

Afortunadamente, este tipo de casos se pueden contar con los dedos de una mano, y en la inmensa mayoría de partos en pleno vuelo el bebé acaba adquiriendo la nacionalidad de alguno de sus padres, la del territorio que sobrevuela, o en último caso la del país de origen del avión.

Regalos y privilegios

Hay una leyenda popular que afirma que aquel que nace a bordo de un avión podrá volar gratis en la misma compañía por el resto de sus días.

Lamentablemente, nada más lejos de la realidad.

Si bien es cierto que algunas aerolíneas han considerado hacer ciertos regalos a los bebés que han llegado al mundo dentro de sus aviones, no existe ninguna ley ni normativa que obligue a esto.

Por ejemplo, la compañía india Jet Airways había otorgado vuelos gratis de por vida a una niña que había nacido durante un vuelo de la aerolínea en el año 2017.

Menos de dos años después de este acontecimiento Jet Airways cesaba operaciones, por lo que el bebé no tuvo ni tiempo para disfrutar semejante regalo.

En 2009, otro parto dentro de un avión de Air Asia llevó a sus directivos a regalar vuelos gratis de por vida tanto a la madre como al hijo, que seguramente aprovecharán en un futuro si la aerolínea logra vencer la crisis en el sector causada por la pandemia.

En el caso de la filipina Cebu Pacific, solventó un caso similar regalando un millón de millas de su plan de fidelización a un niña venida al mundo en algún lugar entre Dubái y Manila.

Como es lógico, cada aerolínea actúa de manera diferente, e incluso hay casos en los que se ha llegado a denunciar a la madre por entender que estaba viajando para forzar el parto en un país extranjero.

China Airlines se vio obligada a desviar uno de sus aviones hacia Alaska en el año 2015, ante el parto inminente de una pasajera de la que se sospechaba que había ocultado su embarazo para poder embarcar.

Por este motivo, la aerolínea consideró adoptar medidas legales contra la madre.

En todo caso, la cabina de un avión en pleno vuelo no es el mejor sitio para traer un bebé al mundo, y aunque los tripulantes están entrenados para «casi» todo, un parto es un procedimiento serio que puede complicarse en cuestión de segundos, razón por la cual es mucho mejor evitar este riesgo.

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