La UNESCO ha planteado la posibilidad de retirar la calificación de «Patrimonio de la Humanidad» a la ciudad de Dubrovnik, en la costa croata. Realmente, más que una muerte deberíamos hablar de un asesinato, ya que están siendo los propios turistas, y la enorme falta de previsión de las autoridades locales, quienes están acabando con la vida de la que antaño resistió amenazas y ataques, humanos y de la propia naturaleza.

La perla del Adriático, como se la conoce en términos turísticos, suele ser una parada obligada en el trayecto de cientos de cruceros. En el año 2014 atracaron en su puerto 463 barcos, cantidad que aumentó en el 2015 a 475, y el año pasado registró un récord histórico de 529 buques que llevaron a la pequeña ciudad 799.916 visitantes, un número exageradamente alto para las características y dimensiones de Dubrovnik.

La presencia masiva de visitantes foráneos, sobre todo durante los meses de Julio y Agosto, en los que se registra la máxima ocupación, ha llevado a los antiguos habitantes de la ciudad vieja a trasladarse y buscar otras ubicaciones para poder vivir más tranquilos.

En el año 1991 había censadas más de 5.000 personas viviendo dentro del casco viejo; este mismo año ya sólo aparecen 1.157.

Las razones que esgrimen los locales para abandonar los lugares más turísticos son las enormes aglomeraciones que se forman, sobre todo en Verano, que causan múltiples colas interminables hasta para poder comprarse un helado. La calle más conocida y fotografiada del centro histórico, el Stradon, que apenas cuenta con 300 metros de longitud, puede llegar a estar tan concurrida que se necesitan más de 40 minutos para poder recorrerla.

Además, los habitantes de Dubrovnik se quejan de que a pesar de recibir tantos visitantes, apenas se benefician económicamente de ello, ya que la inmensa mayoría viajan en un régimen de «todo incluído», por lo que muy raras veces gastan dinero en comer o en utilizar otros servicios que tienen en sus propios barcos.

Por otro lado, los comerciantes locales afirman que las apenas 3 horas que se les da a los cruceritas para visitar la ciudad no son suficientes para poder pasear tranquilamente por ella, visitar tiendas o hacer ningún tipo de compra. Con tan poco tiempo de margen, los turistas tan sólo adquieren entradas para poder recorrer las murallas y estar de regreso a la hora convenida con la naviera.

De hecho, en Agosto del año pasado y sólo en un mismo día 10.388 turistas compraron los billetes que permiten la visita alrededor de las murallas, y se espera que este número sea superado con creces este Verano.

Una de las razones argumentadas por la UNESCO para retirar el prestigioso título de «Patrimonio de la Humanidad» a Dubrovnik, es la ausencia de un plan de medidas para la ciudad que permita nivelar de una manera razonable el número de turistas, con el fin de aumentar la calidad de la visita y hacerla compatible con la vida cotidiana de los habitantes locales.

El anterior alcalde de la ciudad había establecido un máximo de 8.000 visitantes diarios, cifra que consideraba manejable para poder mantener un mínimo de orden. Sin embargo, esta cantidad no se respetó durante los meses de mayor afluencia, dado que no se había establecido un número máximo determinado de barcos, los cuales varían enormemente de tamaño y volumen de pasajeros.

En Enero de este mismo año y con un nuevo alcalde al frente, se lanzó el compromiso de instalar 116 cámaras que estarían destinadas a controlar el número de visitantes que entran y salen de Dubrovnik por mar, e intentar respetar los máximos establecidos en todo momento. Además, se está comenzando a desarrollar un ambicioso proyecto que llevaría a construir un muelle exterior que concentrase todo el tráfico marítimo y que contase con establecimientos y servicios de todo tipo, con el fin de trasladar el volumen de intercambio comercial actual fuera del casco antiguo de la ciudad.

La cuestión es que, a día de hoy, y mientras todos estos planes siguen su largo proceso de desarrollo y construcción, la ciudad languidece por momentos. El mercado de pescado que se situaba en el antiguo puerto, y que era un fuerte reclamo comercial y fuente de ingresos para los habitantes, ha tenido que cerrar. La mayoría de pequeños negocios locales han dado paso a un sinfín de hostels, que albergan a turistas muy poco interesados en zambullirse en la cultura nacional y que molestan profundamente a los habitantes de toda la vida cuando les preguntan porqué no aceptan euros, si están en Italia.

Cuando cae la noche y la inmensa mayoría de barcos ya han abandonado la ciudad, el panorama no cambia demasiado. Los antiguos cafés se han transformado en pubs más acordes con el joven turismo que pernocta en la ciudad, conocido especialmente por las grandes quemaduras solares que presentan por todo el cuerpo y su gran afición a la bebida. Este cocktail lleva inexorablemente a la típica exhaltación de la amistad a base de gritos, y a considerables peleas y altercados nocturnos.

La situación es muy parecida a la que está viviendo Venecia, otra de las grandes afectadas por este inmenso exceso de cariño extranjero. En la ciudad de los canales fueron sus propios habitantes los que se lanzaron al mar para intentar evitar el atraque de casi los mismos buques que días después recalan en la costa croata. La masificación turística no es compatible con una calidad de vida aceptable, sobre todo en países como Italia y Croacia, donde se valora por encima de todo el descanso y la tranquilidad.

Por si todo esto no fuese bastante, la televisión y el cine también han puesto el ojo sobre Dubrovnik, aumentando el apetito voraz de los visitantes más enganchados a series como «Juego de Tronos», o peliculas de la saga de «La Guerra de las Galaxias». El mero hecho de que se hayan rodado escenas de ambas cintas en la ciudad, es un reclamo a mayores que trae a turistas de todo el mundo, deseosos de seguir los pasos de sus personajes de ficción favoritos.

Evidentemente, los productores de estos gigantes de la pequeña y gran pantalla no son tontos y aprovechan los meses de Invierno para poder desplegar todo su poderío de medios. Durante el período de tiempo que duran los rodajes, los centenares de miembros de los que están compuestos los equipos técnicos duermen, desayunan, comen y cenan en la ciudad, además de pagar importantes cantidades de dinero para poder disponer de determinadas localizaciones en exclusiva, lo cual redunda en importantes beneficios económicos para toda la ciudad.

Por esta razón, en los últimos años también ha sido muy difícil encontrar alojamiento dentro de Dubrovnik incluso en temporada baja, ya que las productoras acostumbran a reservar casi todas las plazas libres en los hoteles más conocidos, con el fin de conservar un mínimo de privacidad para sus actores mundialmente famosos.

Sin duda alguna, los mejores meses para viajar hasta este punto de la costa croata son Mayo, Junio, Septiembre y Octubre. De esta manera se evita el Invierno, menos atractivo en esta zona del país, y los meses de Verano, donde se acumulan los turistas de manera casi incontrolada.

Croacia y Venecia no son las únicas que han dado la señal de alarma. En España, la ciudad de Barcelona también ha empezado a implementar nuevas medidas para controlar el número cada vez mayor de visitantes, que está empezando a crear serios problemas de convivencia con los vecinos de diversas zonas de la capital catalana. La problemática que se está viviendo a nivel mundial, con muchos destinos turísticos bajo la amenaza del terrorismo, están concentrando a viajeros de todo el mundo en lugares que no están preparados para recibir una cantidad tan elevada de turistas.

Este Verano será la prueba de fuego para Dubrovnik y en breve podremos comprobar si, efectivamente, se han tomado medidas para evitar las aglomeraciones y el caos. Por el bien de todos sus visitantes, y sobre todo de sus habitantes, esperamos que la situación mejore cuanto antes.

 

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