Cómo puede cambiar la vida en apenas 24 horas, y si no que se lo pregunten a los responsables de turismo del gobierno balear, que han pasado de liderar una cruzada (más que justificada) en contra del turismo lowcost masivo, a tener que rogar y pagar para que este siga llegando a las islas.
Lamentablemente, después de la venta y reestructuración del mayorista británico Thomas Cook (nos negamos a definirlo como quiebra) las falsas intenciones de lograr unos visitantes de mayor calidad, han quedado totalmente en evidencia.
No había ningún plan, no había ninguna previsión, no había absolutamente nada de nada, tan solo el típico reguero impositivo de tasas turísticas que nunca, en ninguna ciudad del planeta donde se cobran este tipo de impuestos a los visitantes, han logrado poner fin a un problema que necesita un conjunto de medidas de bastante mayor alcance, destinas a cambiar un modelo turístico en su conjunto.
Muy al contrario, tanto las protestas más o menos vehementes contra el turismo, como el cobro de tasas, consiguen exactamente el efecto contrario al deseado, ya que ahuyentan a los visitantes con mayor capacidad económica y que se pueden permitir el lujo de elegir su destino.
El resto, los lowcosters de paquete turístico cerrado en régimen de todo incluido, apenas tienen relación con el mundo exterior fuera de sus resorts y hoteles, y en la gran mayoría de los casos no viajan a destinos, si no más bien a ofertas.
Pero lo que más duele de todo este asunto, es que ahora el gobierno y autoridades turísticas autonómicas, acaban de anunciar que aumentan el importe de las ayudas a los perjudicados por el cierre de Thomas Cook, que en un principio se había estimado en 300 millones de euros, llegando en este momento hasta los 500 millones.
500 millones de euros de dinero público en forma de un brindis al sol, sin saber muy bien por qué conceptos se van a abonar estas «ayudas», ni a quién, ni en qué forma.
Tan solo una manera de aplacar los ánimos de muchos hoteleros, de los cuales un buen número son extranjeros, que podrían hacerse las mismas preguntas que nos hacemos nosotros habitualmente cuando le damos vueltas a este asunto.
Recordemos que nadie movió un dedo cuando en Enero de este mismo año ya se sabía que Thomas Cook estaba con el agua al cuello, y se indicó que era mejor no tomar ningún tipo de medidas para no «alarmar al sector».
Nadie podría haber ido a hablar con los responsables del mayorista inglés, que estaba vendiendo paquetes turísticos a tutiplén en nuestro país, «porque era una empresa privada»….
Sin embargo, ahora hubo especial prisa para ponerse en contacto con Hays Travel, el grupo que se hizo con las oficinas, parte del negocio y también parte de los empleados de Thomas Cook, para rogarles que sigan contando con las islas y destinos españoles más típicos, exactamente igual que hasta ahora.
Es necesario recordar también que Hays Travel no compró realmenta nada, ya que la mayor parte de puntos de venta que Thomas Cook tenía en las calles del Reino Unido, eran alquilados, no en propiedad. Lo único que hizo el matrimonio Hays, en una maniobra pensada y concebida hace ya mucho tiempo, fue renegociar las condiciones de estos alquileres para continuar con el negocio.
Nos es más fácil creer que la Tierra es plana, que los Hays estaban una noche en la cama preguntándose si se animaban el día siguiente a hacerse con 555 oficinas y unos cuantos miles de empleados a mayores.
Ahora, las instituciones turísticas tienen que arrastrarse para rogar a un matrimonio inglés que siga enviando las «joyas» que normalmente nos llegan desde el Reino Unido a España, y si eso que se hagan también con los 800 empleados que se han quedado colgados en nuestro país, gracias a la total dejadez de nuestros organismos competentes, que en vez de tomar medidas preventivas, como siempre, prefirieron «no alarmar al sector».
Con los 500 millones de euros (y más que se van a gastar en este asunto) nuestros responsables políticos tendrían dinero de sobra para hacerse con todo el negocio turístico de Thomas Cook en nuestro país, dar trabajo a todos los que se quedaron en el paro, y coger la sartén y el sector por el mango.
Pero parece que un matrimonio de prejubilados ingleses son bastante más avispados que todo el Ministerio de Turismo del país más visitado (o el segundo más visitado) del planeta, que además cuenta con 17 Consejerías interiores y 33 exteriores, amén de miles de asesores, cargos, carguitos y carguetes.
A ver si, por fin, cuando se negocien los nuevos presupuestos en este país, también se invita al Congreso de los Diputados a los Hays, que con infinitamente menos recursos que un país como el nuestro, saben manejar bastante mejor los suyos.
Y mientras tanto, casi 1.000 personas que tienen que seguir presentándose todos los días en oficinas semi cerradas y sin trabajo, no vaya a ser que se considere legalmente que han abandonado su puesto y luego no puedan ni cobrar el paro.
Ya lo decía Forges: país…