Entramos en la era de los conspiranoicos: Chemtrails y Covid-19

Las épocas de crisis siempre han sido el mejor terreno de cultivo para sembrar el miedo entre la población, y la que nos está tocando vivir no es una excepción.

La gran incertidumbre que nos rodea, a la que se suma el ambiente generalizado de pésimas noticias, y la falta de respuestas a un buen número de preguntas, finalmente consiguen que muchas personas desesperadas se agarren a cualquier explicación que pueda justificar lo que está sucediendo, por muy descabellada que esta pueda resultar.

Tras la irrupción del nuevo Coronavirus en nuestras vidas, algunas de estas teorías conspiranoicas han tomado fuerza, llegando incluso a relacionarlo con dos de ellas: Chemtrails y 5G.

La imaginación de las personas que avivan este tipo de complots, en los que habitualmente suele aparecer algún gobierno malvado, extraterrestres, o poderosas mafias que controlan a la población desde sus despachos, parece no tener límites, ni un mínimo de escrúpulos.

Chemtrails, 5G y Covid-19

La teoría de los chemtrails ya se considera todo un clásico dentro del mundillo de las conspiraciones.

Según aquellos que la defienden, hay aviones que se dedican a fumigar agentes químicos o biológicos sobre la población civil, y la prueba de ello son las estelas blancas que dejan en el cielo.

Hasta ahora, la segunda parte de su argumentación quedaba un tanto vacía, ya que se desconocía el fin último por el cual se estaba llevando a cabo esta labor secreta, pero desde que comenzó la crisis actual, los defensores de los chemtrails por fin han podido cerrar su particular ciclo conspiranoico.

La teoría del 5G es bastante más actual, y sus acólitos sostienen que esta nueva generación tecnológica que se impondrá en breve en la comunicación inalámbrica, tiene el poder de actuar sobre nuestros cuerpos, afectando al sistema inmunitario.

Igual que en el caso de los chemtrails, hasta ahora no se podía explicar la razón de este interés por hacernos daño, pero con la aparición del SARS-CoV-2 y las medidas excepcionales que gran parte de los gobiernos han tenido que adoptar para proteger a la población de contagios, algunos han aprovechado para hacer ganchillo y unir todo en una sola prenda conspiranóica.

Los resultados no se han hecho esperar y sólo en el Reino Unido, al menos 4 torres destinadas a albergar las antenas para telefonía móvil 5G, han sido incendiadas durante la última semana del pasado mes de Marzo.

No sólo eso, algunos ciudadanos, convencidos de la relación entre la nueva enfermedad y el 5G, se están dedicando a increpar y amenazar físicamente a los operarios de las compañías telefónicas que realizan las instalaciones en la vía pública, siendo necesaria en algunos casos la intervención policial.

La «teoría»

La nueva macro teoría conspiranoica ha logrado un hecho sin precedentes: unir a los antivacunas con los defensores de los chemtrails, y con aquellos que están en contra del 5G. Evidentemente, una super teoría tiene más fuerza argumental que tres distintas.

Según su particular relato de hechos, durante el pasado Otoño el gobierno chino habría ordenado supuestamente a su población una nueva vacuna, la cual contenía ARN digitalizado.

Este ARN, que es el material genético de ciertos virus, reaccionaría con el «polvo inteligente» (así se ha llamado a los supuestos elementos biológicos fumigados desde el cielo), a través de las ondas 5G emitidas en la frecuencia de 60Ghz.

De esta manera, se podría activar y desactivar la infección a discreción, en cualquier momento y lugar específico.

El cocktail compuesto por los elementos químicos que se arrojan desde el cielo, las vacunas, y el 5G, nos ha convertido a todos en seres controlables, lo que permite a las élites hacer y deshacer sin ningún tipo de oposición ni resistencia.

Razonamientos pueriles

No hace falta ser un genio para darse cuenta de que todos estos supuestos razonamientos no se sostienen, y parecen más bien fruto de mentes deseosas de protagonismo que creen conocer «la realidad paralela».

Cualquiera que sepa un mínimo sobre el funcionamiento del sector aéreo, y cómo se operan los vuelos, es conocedor de los trámites obligatorios previos que hay que formalizar antes del despegue.

Cualquier avión que salga desde cualquier aeropuerto, tiene antes que presentar un plan de vuelo, en el cual es necesario especificar exactamente las intenciones de la tripulación.

Operar vuelos de fumigación requiere de una autorización previa, ya que se realizan múltiples pasadas a muy baja altura sobre un terreno, todo lo contrario a lo que ocurre con los supuestos chemtrails.

Cuando se va a fumigar un cultivo, o a extinguir un incendio, es necesario hacerlo a la menor altura posible, ya que las partículas químicas activas que se vierten son susceptibles de difuminarse en la atmósfera.

Por esta misma razón, cuando los aviones en situación de emergencia necesitan deshacerse de combustible, lo suelen hacer a una altura que permita la disolución total del mismo antes de que toque tierra.

Carece de sentido el argumentar que se puedan estar vertiendo armas químicas o biológicas sobre la población a alturas superiores a los 10.000 metros, utilizando para ello las mismas aerovías por las que transitan todos los días los aviones comerciales.

Tal y como indica el profesor David Keith, de la Universidad de Harvard, actualmente se están realizando diversas pruebas de ingeniería geo-solar, las cuales consisten en inyectar en la atmósfera diminutas partículas reflectivas que reducen la cantidad de luz solar que llega al suelo, ayudando a enfriar determinadas zonas.

En otros lugares del planeta que sufren la falta de lluvias, también se han probado con éxito fórmulas que permiten inducir humedad en las nubes a través de aviones, logrando provocar con ello precipitaciones momentáneas. Estos trabajos se han bautizado como «sembrado de nubes».

Las aeronaves que realizan este tipo de trabajos, necesitan transportar los tanques que contienen los productos químicos utilizados, los cuales tienen que ser arrojados a la atmósfera a la altura correcta.

Considerando que las mal denominadas Chemtrails tienen cientos de kilómetros de longitud, cabría preguntarse en primer lugar qué tipo de avión podría operar semejante vuelo, pasando inadvertido para todos los puestos de control aéreo.

Los aviones destinados a la extinción de incendios, incluso los más grandes, apenas tardan un par de segundos en soltar los miles de litros de compuestos químicos que albergan en su interior para luchar contra el fuego, resultando necesario realizar múltiples pasadas sobre el lugar afectado.

Por otro lado, parece un poco ridículo que pueda existir tanto oscurantismo para ocultar una labor de envenenamiento colectivo de la población, que sin embargo deja un rastro tan sumamente visible y apreciable en el cielo.

¿Cuántas aerolíneas, pilotos, técnicos de mantenimiento, controladores, etc, estarían involucrados en una operación destinada a envenenar a la gente, a ellos mismos, sus hijos, o familiares?.

Algunos profetas de los Chemtrails contestaron a esta preguntando haciendo alusión a que determinados gobiernos podrían estar añadiendo los compuestos químicos tóxicos al fuel de los aviones comerciales, sin el conocimiento de las tripulaciones.

Sin embargo, desconocen que cualquier alteración en la composición del combustible que utilizan los jets civiles puede ser fatal, y llevaría de manera ineludible a graves averías en vuelo, que obligarían al apagado de los motores.

Si esto fuese así, el cúmulo de incidencias sería enorme, y no se tardaría demasiado tiempo en dar con la causa del problema.

La verdad

Una estela en el cielo, contrail en inglés (no confundir con chemtrail) es el resultado de la interacción de los motores calientes de los aviones atravesando la atmósfera y aumentando la temperatura de las partículas de agua presentes en ella, que posteriormente se volverán a enfriar formando cristales de hielo, en determinados condiciones.

Dependiendo del grado de humedad, temperatura y otros factores, pueden durar más o menos tiempo en el aire, transcurrido el cual comenzarán a deshacerse y a desaparecer gradualmente.

Explicar esto mismo a personas que no quieren creerlo, es lo mismo que enseñar una fotografía o vídeo de la Tierra a un terraplanista, el cual seguirá poniendo en duda la forma de nuestro planeta.

La humanidad ha sufrido pandemias antes de la existencia de la aviación comercial, y por supuesto mucho antes de la llegada de la tecnología 5G.

Hay una gran diferencia entre despreciar al sector aéreo por los niveles de CO2 que las aeronaves arrojan a la atmósfera, muy inferiores a las de los vehículos en tierra, y achacar a los gobiernos labores secretas de intoxicación masiva.

Lamentablemente, el apoyo de algunos personajes pseudofamosos a este tipo de teorías conspiratorias, ha servido para dotarlas de mayor relevancia, levantando las suspicacias de sus seguidores.

Actualmente, estadísticas confirman que el 17% de la población cree en los Chemtrails, lo que da una imagen de hasta dónde ha llegado este increíble bulo.

No vamos a entrar a rebatir ni las teorías anti vacunas, ni la conspiración del 5G, porque no entran dentro de nuestro campo, las cuales consideramos igual de absurdas que la de los Chemtrails, pero todavía mucho más peligrosas por sus posibles consecuencias.

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