En su momento, le tocó a algunos de nuestros bisabuelos y tatarabuelos, metiéndose en trincheras durante meses. Posteriormente, a nuestros abuelos, que prácticamente enlazaron una Guerra Civil con otra contienda a nivel mundial, que esta vez sí involucró a bastantes españoles.
La siguiente generación tuvo que lidiar con otro tipo de enfrentamiento, que llegó a denominarse «guerra fría», una pelea entre potencias nunca declarada formalmente, pero que acabó provocando cientos de conflictos bélicos a lo largo y ancho del planeta.
Cuando todo parecía que comenzaba a calmarse, llegaba la Perestroika, la disolución de la URSS, la guerra del Golfo, la guerra de Yugoslavia, la guerra de Irán, entre otras muchas.
Todas las anteriores afectaron a un buen número de países, pero ninguna de ellas se había expandido anteriormente y de manera tan rápida por la práctica totalidad del mundo, tal y como ha sucedido ahora. En esta ocasión, no hay ningún gobierno que se haya podido declarar neutral.
La otra diferencia, es que por primera vez todas las naciones conforman un solo bando, y luchan al unísono contra el mismo enemigo.
Se han cambiado los trajes de camuflaje de color caqui por las batas blancas, y los cascos por las mascarillas, pero siguen existiendo ejércitos de profesionales que arriesgan sus vidas luchando para defender a los suyos, que en esta guerra somos todos los ciudadanos, de cualquier procedencia, sexo, o credo.
Sigue habiendo muchas bajas, siguen cayendo demasiados inocentes, el frente de batalla sigue abierto, y el enemigo va cambiando sus tácticas para continuar haciéndonos daño, mientras permanecemos confinados en nuestras casas como si viviésemos bajo un bombardeo permanente.
Salimos a la calle como si se tratase de un terreno minado: es necesario vigilar qué se pisa, o qué se toca. El enemigo puede estar detrás de cualquier esquina, esperando pacientemente por su próxima víctima, como un francotirador.
Los aviones cruzan el cielo cargados de armas para seguir luchando y salvar vidas, esta vez en forma de respiradores, tests de diagnóstico, protectores faciales, trajes de aislamiento.
Pero a diferencia de otros conflictos anteriores, ahora no hay ninguna posibilidad de negociar con el enemigo, de intentar que deponga sus ataques, de sancionarlo, castigarlo, o aislarlo.
Sabemos que tenemos la razón de nuestro lado, pero eso no vale absolutamente de nada.
Eso sí, como en cualquier otro momento de profunda crisis por el que se haya pasado, es posible sacar ciertas conclusiones, incluso mucho antes a que se produzca la victoria final.
La ¿Unión? Europea
Entramos convencidos de la igualdad de trato, de la paridad entre todos los integrantes, del reparto no sólo de beneficios y derechos, sino también de tareas, deberes y deudas.
Y nos encontramos con que, efectivamente, todos somos iguales, sólo que algunos son más iguales y otros son menos iguales.
El azul de la bandera brilla mejor hacia el Norte, pero el color comienza a desteñirse cuanto más te acercas al Sur.
El mejor sistema sanitario del mundo
Hemos presumido infinidad de veces de tener el mejor sistema sanitario del mundo, hasta que ha sido necesario ponerlo a prueba.
Ahora nos damos cuenta de que hemos jugado con fuego, y nos hemos quemado.
Profesionales sin medios, pésimamente remunerados y trabajando a base de contratos basura, que este año cobrarán un plus en su nómina en forma de aplausos.
Los trabajos esenciales
Apenas 10 políticos han gestionado esta crisis desde el Congreso de los Diputados, mientras que se ha tenido que movilizar a todos los camioneros, reponedores, cajeros, panaderos…
Exactamente, ¿tenemos claro ya cuáles son los trabajos esenciales?.
Escoger a los amigos
Cuando todo esto pase, a ver si somos capaces de saber distinguir entre quiénes estuvieron ahí, y quiénes no.
Quizás toca mirar menos para arriba, y un poco más para los lados.
Español, Italiano y Portugués, 3 idiomas distintos que pueden ser entendidos sin necesidad de traductores simultáneos.
Por algo será…