Ni un ápice de autocrítica, ni la más mínima señal de preocupación, Iberia sigue encantada de haberse conocido y continua dándose palmaditas en la espalda por los resultados obtenidos en el 2017. Sin embargo, quienes de verdad saben de qué va todo esto no comparten el mismo optimismo, y han hecho caer en bolsa al grupo IAG justo después de que este publicase los «brillantes» números del año pasado.
Y así ha sido, después de que Willie Walsh diese a conocer el beneficio obtenido por el grupo IAG, en el que se engloba Iberia, que superaba en un 3,5% la cifra del pasado año, alcanzando los 2.021 millones de euros, los inversores castigaban al compendio de empresas con una bajada en bolsa de un 5%.
Los que de verdad se juegan su dinero no se creen el optimismo que intenta transmitir tanto Iberia como el resto de aerolíneas englobadas en IAG, lo que se ha traducido en un importante descalabro bursátil que podría entenderse como una contradicción, pero vamos a ver que esto no es así realmente.
Falso crecimiento
Iberia ha reportado un beneficio de 376 millones de euros, lo que supone un 38,7% más que en el ejercicio pasado. La aerolínea transportó a más de 19 millones de pasajeros en 2017 y supuestamente se volvió a coronar como la más puntual del planeta.
Ahora, tengamos en cuenta que durante el año pasado todas las aerolíneas más importantes de Europa vieron incrementar notablemente su número de pasajeros, exceptuando Alitalia que sufrió un descenso del 2,4%, pero que aún así se las arregló para alcanzar la cifra de 22 millones de usuarios, esto es, 3 millones más que Iberia, estando en un proceso de venta y casi al borde de la extinción definitiva.
Por su parte, Vueling también subió un 8% su ocupación, alcanzando la cifra récord de 30 millones de pasajeros.
La lowcost española se va hacer con otros 40 aviones más para aumentar su flota hasta los 150 aparatos. Sólo durante el mes de Enero de este mismo año ha crecido un 18%, con perspectivas de superar con creces esta cifra si se confirma la expansión europea prevista.
Incluso Air Europa, que fue a remolque durante todo el 2017, ha logrado un escueto 1% de mejora en su cifra de pasajeros, rozando los 11 millones.
Por supuesto, nada de esto es comparable al crecimiento experimentado por las reinas del lowcost en la actualidad, como Wizz Air, que durante el 2017 incrementó el número de pasajeros en un increíble 24,1%, llegando hasta los 28,3 millones.
EuroWings, una de las filiales de bajo coste del grupo Lufthansa, llegaba hasta el 29,1% de crecimiento respecto al 2016, alcanzando los 23,5 millones de pasajeros.
Y qué podemos decir de TAP, la compañía aérea portuguesa, que ha llegado hasta los 14,5 millones de pasajeros en 2017, lo que significa un crecimiento neto del 21,7%.
Air France, la aerolínea francesa que no sale de la espiral de problemas, huelgas y conflictos laborales de todo tipo, subía en 2017 su ocupación hasta un 3%, llegando a los 51,3 millones de pasajeros transportados.
Su compañera de piso, la holandesa KLM, también crecía un 7,5%, registrando un total de 32,7 millones de pasajeros transportados durante el 2017.
Iberia no ha hecho más que seguir la tendencia natural del mercado durante el 2017, año en el que hasta las más torpes han logrado resultados de crecimiento positivos.
Esto quiere decir que lo que ha crecido realmente es el mercado e Iberia, como la inmensa mayoría, se ha beneficiado de este hecho, pero en muchísima menor medida que el resto.
Por último, nos gustaría recordar que, de momento, Iberia sigue presentando sus resultados conjuntamente con los de Level, por lo que tampoco podemos saber exactamente qué porcentaje corresponde a cada una.
El palo de Hacienda
Hasta hace muy poquitos meses, las sociedades disfrutaban de diversas deducciones por las pérdidas que sufrían a consecuencia de su participación en otras empresas. Este es el caso de IAG con Iberia, que en el año 2012 estaba dejándose casi un millón de euros al día, finalizando ese ejercicio con un déficit de 351 millones de euros.
En el momento en que se revirtió dicha situación, estos importes fueron reclamados, comprometiéndose el grupo a devolverlos en «cómodas» cuotas de 24 millones al año, por un período de 5 años.
Sin embargo, el ministro de Hacienda Sr. Montoro, empujado por una acuciante necesidad recaudatoria, ha solicitado a IAG que se devuelvan todas las deducciones por pérdidas de las filiales, lo que se traduce en un impacto en las cuentas de nada más, ni nada menos, que 120 millones de euros.
Ahora, la pregunta que sigue sería la siguiente: ¿Contra qué empresa va a repercutir este impacto IAG?. Desde luego no lo va a hacer contra British Airways, la niña bonita del grupo, y mucho menos contra Vueling, la que más crece y parece apuntar mejores previsiones de futuro. Desde luego, no contra Aer Lingus, que no pinta nada en el asunto, así que sólo queda una, Iberia.
La competencia
Iberia sigue manteneniendo, en general, unas tarifas más altas que las de gran parte de la competencia, razón por la cual no se la puede considerar una lowcost.
Su mercado de corto y medio radio hace mucho tiempo que fue superado por Ryanair, EasyJet y Vueling, y pronto será alcanzado por otras aerolíneas de bajo coste.
En el largo radio sigue empeñada en competir por Sudamérica, cuando precisamente las rutas que opera Iberia tienen la mayor competencia de precios y, volvemos a reiterar, la aerolínea española no aporta nada a mayores que pueda justificar sus tarifas.
Iberia sigue haciéndole ascos a cualquier destino que no sea en Centro o Sudamérica, cuando el continente africano, especialmente accesible desde España, sigue operando con menores costes y mayores posibilidades de beneficio.
En cuanto a Asia, la cacareada y deficitaria ruta que está operando con Shanghai sigue dando problemas.
De hecho, hace pocas fechas un avión averiado de Iberia que llevaba destino a la ciudad China, se vió obligado a volver a España, ya que Iberia carece de personal de mantenimiento en el aeropuerto de esa ciudad que pueda asumir una revisión de ese alcance.
Finalmente, se optó por aterrizar en Finlandia, lo cual era mejor opción que hacer de nuevo todo el camino de vuelta, máxime cuando ya se había superado la mitad del mismo.
Sin embargo, esa falta de previsión se ve materializada en factores a priori tan poco determinantes como puede ser la propia limpieza del avión. Como ya comentamos en su día, empleados de Iberia se negaron a limpiar la suciedad del suelo hasta regresar a España, antes de despegar del aeropuerto de Tokyo, aludiendo a que el avión sólo podía ser limpiado allí.
Si quieres lanzar una ruta exitosa y no puedes ofertar ni un servicio de limpieza en destino, mal vamos.
Y en cuanto a nuestro país, dentro de un año Iberia contará con otro competidor a mayores en el puente aéreo: EVA.
Por si fuera poca la cuota de mercado que se le está escapando en esta ruta, aún con la ayuda de Vueling, en el 2019 empezarán a operar los nuevos trenes lowcost de RENFE, con unos precios hasta el 30% más reducidos que en la actualidad.
Por mucho que Luis Gallego afirme que esto no significará ningún revés para Iberia, es fácil imaginar que muchos pasajeros preferirán pagar un billete bastante más económico y viajar en tren, tal y como está ocurriendo ahora mismo.
Para nuestro gusto, Iberia sigue fallando por arriba. Multitud de consejeros y asesores que, parafraseando al gran José María García, no son más que «chupópteros» y «abraza-farolas», incapaces de saber el significado de la palabra APU, CAT o NBA, pero que siguen disfrutando de sus posiciones privilegiadas mientras haya tarta que repartir.