Los números asustan: 10.000 millones de euros para Lufthansa, 9.000 millones de euros para Air France/KLM, 50.000 millones de dólares para las aerolíneas estadounidenses, son sólo un pequeño ejemplo de las cantidades que se están aprobando para rescatar de la crisis a muchas compañías aéreas.
En un momento en el que parece que no hay dinero para nada, y el poco que aún se conserva va a tener que ser utilizado en breve para dinamizar una sociedad donde la cantidad de desempleados está aumentando de una manera muy significativa, el sector aéreo llama poderosamente la atención de los ciudadanos.
Es importante recordar que muchas de estas empresas fueron en su día propiedad estatal de los gobiernos de sus correspondientes países de origen, y desde que se decidió su privatización han estado generando importantes beneficios, que nunca llegaron a revertir en favor de los contribuyentes que ayudaron a su supervivencia durante muchos años.
La argumentación que sustenta estos millonarios planes de rescate, se basa en los más de 6 millones de puestos de trabajo directos que genera el sector aéreo en nuestro continente, que de resultar afectados por la crisis tendrían un impacto negativo en el PIB europeo de aproximadamente 452.000 millones de euros, según estimaciones de IATA.
Todo esto sin tener en cuenta su vital importancia para el sector turístico, que sólo en nuestro país aporta el 14% del PIB y algo menos de 2.500.000 empleos.
Parece evidente que ayudar a las compañías aéreas a salir de esta situación mantendría un buen número de puestos de trabajo, pero lamentablemente esto no es así: las aerolíneas se han apresurado para presentar las correspondientes regulaciones de trabajadores, muchos de los cuales se encuentran ya en este momento en la calle.
Y es que el problema en sí no es precisamente cuánto dinero público se puede destinar a las compañías aéreas, sino más bien a cambio de qué.
Este es el verdadero quid de la cuestión: dejar dinero público sí, pero a cambio de qué.
En EEUU, todas las compañías aéreas que se beneficien del plan de rescate aprobado por la administración Trump, no podrán despedir a un solo trabajador hasta el mes de Septiembre. Además, el gobierno reclamará su parte proporcional de acciones.
Y esto nos lleva a nuestro propio país, en el cual también se acaba de anunciar la aprobación de diversas medidas económicas para ayudar a Iberia.
Lest we forget
Esta es la frase que se utiliza en diversos países de habla inglesa, cuyo significado podría ser «para que no nos olvidemos», y que hace alusión a hechos ocurridos en el pasado que deben de ser recordados por las generaciones futuras.
En el año 1996, con Xavier de Irala de Presidente, Iberia revertía por fin una situación económica negativa, que llevaba a la aerolínea española de perder 268 millones de euros en 1995, a ganar más de 21.
El balance positivo también se repitió en el año 1997, ganando casi 90 millones de euros, y en 1998, con un beneficio que superó los 318 millones.
Después de mucho tiempo sosteniendo a la aerolínea bandera en sus momentos más bajos, a costa del dinero de todos los contribuyentes, Iberia comenzaba a remontar el vuelo.
Desgraciadamente, el año 1999 será recordado como aquel en el que se expolió y privatizó Iberia, dentro del programa de venta de muchas otras empresas públicas, dejándola en manos de 3 accionistas mayoritarios: British Airways (10%), Caja Madrid (9%), y BBVA (7.3%).
Damos por hecho que todos los que están leyendo este post se acordarán perfectamente de algunos de los nombres que participaron en la operación de privatización de Iberia, como Miguel Blesa, que se suicidaba en el año 2017, o Rodrigo Rato, que acabaría con sus huesos en la cárcel sólo un año después.
El proceso de privatización continuó hasta el año 2001, fecha de su finalización, y los buenos resultados económicos se mantuvieron hasta el 2008, cuando se decidió «regalar» Iberia a British Airways.
Con Antonio Vázquez y Rafael Sánchez Lozano a la cabeza de Iberia, se firmó un proceso de compra que perjudicaba enormemente a la propia aerolínea, a sus trabajadores, y también a nuestro país, y ponía en manos inglesas los 2.500 millones de euros que la compañía española tenía en su caja.
Los resultados no se hicieron esperar, y en el 2009 Iberia retomaba la senda negativa y volvía a perder 273 millones de euros.
¿Nacionalización?
Después de todo esto, Iberia se convertía en la hermana pobre, obligada a competir consigo misma a través de Iberia Express en el corto y medio radio, y de Level en el largo. Algo que nunca se le exigió a British Airways.
Desde entonces ha llovido mucho, la aerolínea ha estado dando bandazos y subiendo y bajando casi de manera constante, hasta que hace unos pocos años volvía a estabilizarse en una cómoda posición económica.
A finales del 2019, el grupo IAG se comprometía a la compra de su principal rival interna, Air Europa, en una operación valorada en 1.000 millones de euros, resultando Iberia la mayor beneficiada por la misma.
Sin embargo, todo cambió en apenas unas pocas semanas. Tras la irrupción del nuevo tipo de coronavirus en nuestras vidas, el mundo ya no es el mismo.
En este momento, igual que el resto de compañías aéreas, Iberia se ha vuelto a dirigir al gobierno español para solicitar ayuda económica, con el fin de superar la presente crisis.
Habrá créditos blandos, habrá subvenciones y habrá ayuda, pero ¿a cambio de qué?.
La nacionalización es un proceso complicado, que requeriría al Estado ser el titular de la mayoría de acciones de Iberia, algo que en estos momentos no creemos viable.
Sin embargo, sí pensamos que nuestro ejecutivo debe de volver a ostentar acciones de la aerolínea más representativa del país, además de exigir otro tipo de compromisos a los que hemos hecho alusión en múltiples ocasiones.
España es la segunda nación del mundo que recibe a más turistas extranjeros, pero carece de una aerolínea bandera con participación estatal, al contrario que Francia con Air France, los Países Bajos con KLM, Portugal con TAP, o incluso Italia con la quebrada Alitalia.
Las rutas turísticas aéreas hacia nuestro país se deciden en el extranjero, principalmente en el Reino Unido y en Alemania, al igual que todas las decisiones que involucran a Iberia, tomadas desde Londres.
Antes de comenzar a regalar enormes cantidades de dinero a diestro y siniestro, España debería exigir a IAG, al igual que han hecho muchos otros gobiernos, que intente una financiación mínima a través de sus propios accionistas.
Posteriormente, debería de formalizarse el compromiso a mantener un número mínimo de trabajadores, que no podrán ser despedidos aludiendo a la crisis.
También debería especificarse exactamente qué va a pasar con Air Europa, porque es evidente que no se puede por un lado pedir dinero al Estado, y por otro gastar 1.000 millones en comprar otra aerolínea.
No podemos llegar a entender que, una vez más, se vuelva a rescatar a Iberia con el dinero de todos, sin que el Estado entre en el accionariado de la compañía.
IAG ha demostrado que cuando le interesa, Iberia pertenece a un grupo inglés, pero cuando las cosas vienen torcidas, es totalmente española.
Todos los españoles deberían volver a tener un mínimo poder de decisión en Iberia; de lo contrario, sólo se estaría regalando dinero a una empresa privada, algo que no va a ocurrir con cientos de miles de autónomos y otro tipo de negocios.
1 Comentario
Claro como no iba a tener ganancias Iberia en 1997 si quebró a VIASA y se quedó con todo el dinero y activos de la compañía?