Todavía no ha salido ningún estudio que permita explicar el porqué personas con una capacidad económica más que suficiente, se convierten en ladrones cuando se alojan en un hotel.
Se desconoce qué tipo de necesidad imperiosa experimenta un viajero, que en algunos casos se ha gastado miles de euros en sus vacaciones, para terminar metiendo en su maleta objetos que no son de su propiedad, y que podría adquirir sin mayor esfuerzo por muy poco dinero.
Lo que sí conocemos ahora, son los resultados de una encuesta realizada a 1.157 hoteles de toda Europa, en la que fueron preguntados por las costumbres delictivas de sus clientes.
Aquí no hablamos precisamente de llevarse el típico bote de champú, o gel, o la bolsita que contiene aguja e hilos, o esos cepillos de dientes que se dejan en el baño y que son perfectos para destrozarte las encías, porque se supone que esos elementos son «amenities», y tienen una función publicitaria.
Lo más robado
Curiosamente, estos «amenities», que en algunos hoteles pueden ser realmente espectaculares y especialmente caros, sólo ocupan la sexta posición en el ranking de objetos que suelen acabar dentro de las maletas de los huéspedes.
Sin embargo, el hacerse con ellos no podríamos calificarlo de robo, ya que en realidad están cumpliendo con una función de marketing, reforzando la imagen de marca del establecimiento en cuestión.
En el puesto número 1 de lo más robado dentro de un hotel, con el 77,5% del total de encuestados confirmando este extremo, se encuentran las toallas.
En la segunda posición, con un porcentaje del 65,10%, están las batas.
En tercer lugar, con un 49,3%, tenemos a las perchas.
En cuarto lugar, alcanzando un porcentaje del 39,10%, están los bolígrafos.
En quinto lugar, con un 33,60%, se sitúa la cubertería.
Hasta aquí, podemos intentar creer que en algunos casos no se trata de hechos malintencionados.
En muchas ocasiones, se mete en la maleta la camisa que se dejó colgada en el armario, sin acordarse de sacar la correspondiente percha. Otras veces, también es posible que una toalla se pueda «colar» en nuestro equipaje a la hora de hacer el check out, fruto de las prisas.
Sin embargo, hay otra serie de objetos que sólo pueden ser sustraídos a propósito, y cuyo hurto es bastante menos comprensible.
Objetos de decoración
El 20,2% de los hoteles encuestados señalaron que sus clientes suelen hacerse con diversos objetos de decoración, que van desde lámparas, a cuadros, pasando por floreros, cojines, e incluso pequeñas alfombras.
Curiosamente, esto ocurre con mayor frecuencia en los establecimientos de mayor categoría, los cuales invierten grandes cantidades de dinero en el concepto de decoración.
Mantas y almohadas
Somos muchos los que estamos enamorados de determinadas almohadas que suelen utilizarse en algunos hoteles, pero no por ello decidimos llevárnoslas a casa.
Sin embargo, parece que en el 15,6% de los casos no todo el mundo piensa lo mismo, y algunos deciden seguir reviviendo sus vacaciones en su propio domicilio, durmiendo con la misma ropa de cama que tenían en sus hoteles, literalmente hablando.
Controles remotos
Desconocemos la razón que empuja a un huésped a robar el control remoto de la televisión del hotel en el que se aloja, pero parece que esto ocurre en el 10% de los establecimientos encuestados.
Secadores de pelo
Sí, todos hemos oído alguna vez exclamar en nuestra habitación aquello de «¡el secador de pelo de este hotel es buenísimo!».
Lo que hacemos la gran mayoría es quedarnos con el modelo y la marca, para comprar uno igual cuando lleguemos a casa, pero en el 8.5% de los hoteles encuestados parece que esta gestión se la ahorran, y acaba directamente en la maleta de algunos huéspedes.
Bombillas
Esto sí que es bastante más difícil de asimilar, porque robar bombillas de tu habitación de hotel para llevártelas a tu casa, es algo que nos descoloca especialmente.
Pues por lo que parece, en el 7,3% de los hoteles encuestados es algo que suele ocurrir con cierta frecuencia.
Colchones
No podemos explicar, ni entender, cómo es posible hacerse con el colchón de un hotel y que no se entere nadie.
Aún teniendo en cuenta que sólo sucede en el 4,2% de los hoteles encuestados, nos sigue pareciendo un porcentaje altísimo.
El lío del mini bar
A día de hoy, todavía son muchas las incidencias que nos llegan de clientes a los que se les ha cargado en su cuenta diversas cantidades por el consumo de productos del mini bar.
Nosotros mismos, en más de una ocasión, hemos tenido que pedir explicaciones sobre determinados cargos relacionados con este servicio, el cual no habíamos utilizado en ningún momento.
En teoría, el hotel suele fiarse de la palabra del huésped en el momento del check out, cuando se le pregunta si consumió algo del mini bar.
Sin embargo, en otros establecimientos este extremo se comprueba in situ, antes de que el cliente abandone el lugar, lo cual reduce enormemente las posibilidades de error y los conflictos posteriores.
Hay algunos clientes que todavía creen que nadie se va enterar si se beben un botellín de alcohol, o se comen una bolsa de cacahuetes, o una chocolatina.
Desconocen que entre las obligaciones del personal, se encuentra la de informar si faltan elementos del mini bar, con el fin de proceder a su reposición.
Cada habitación cuenta con el mismo número de botellas y de comestibles, por lo que es muy fácil detectar cuando un huésped ha comido o bebido algo, aunque este procure esconder el envase vacío.
De hecho, una de las principales causas que provocan errores, es cuando se adquieren bebidas y comestibles fuera de las instalaciones del hotel, y se consumen dentro de la habitación.
En algunos casos, se aprovecha la mini nevera para guardar elementos comprados en el exterior, y cuando se acaban pasan a las papeleras, o incluso permanecen dentro de la misma, lo cual confunde al personal del hotel.
Otro error muy común es no saber qué se incluye dentro del régimen de alojamiento, o confundir la Pensión Completa con el Todo Incluido, cuando son conceptos totalmente diferentes.
En algunos grandes resorts, el contenido del mini bar, el cual se repone cada 2 ó 3 días, se incluye en la tarifa para aquellos huéspedes alojados en régimen de Todo Incluido. Los que están acogidos a Pensión Completa, tendrán que abonar todo lo que consuman dentro de sus habitaciones.
En todo caso, no parece muy buena idea utilizar nuestras vacaciones en un hotel para reponer las bombillas del domicilio propio, o para llevarse un souvenir en forma de florero.
Si hablamos de objetos de pequeño valor, es algo bastante cutre-salchichero, y si por contra se trata de objetos caros, lo más probable es que se acabe denunciando a la policía y te veas metido en un buen lío.
Así que ya sabes, igual que cuando vas al monte, al campo, o a la playa, cuando te hospedes en un hotel lo ideal es que salgas de el con las mismas cosas en tu maleta que cuando entraste el primer día.