La gran injusticia que afecta a muchos tripulantes de cabina

Se trata de una práctica laboral mantenida por numerosas aerolíneas.

Computar las horas de trabajo de los tripulantes de cabina sólo a partir del momento en el que se cierra la puerta del avión, es un protocolo que a día de hoy funciona en un importante número de compañías aéreas, sobre todo estadounidenses.

Esto equivale a no tener en cuenta todo el trabajo previo que es necesario realizar para poder proceder al embarque de los pasajeros, o incluso durante el mismo, una tarea que en ocasiones puede llegar a complicarse sobremanera.

Aunque para muchos todavía mantiene la consideración de «profesión de ensueño», lo cierto es que las condiciones laborales actuales de los tripulantes de cabina, anteriormente conocidos como azafatas/os, distan enormemente de las que se disfrutaban en la era dorada de la aviación comercial, allá por los años 60 y 70.

Hoy en día, estos profesionales deben de abonar de su propio bolsillo el curso previo de preparación que es necesario superar antes de ingresar en la plantilla de cualquier aerolínea, unos gastos que hasta no hace demasiado corrían a cargo de las compañías.

Incluso sus propios uniformes son descontados del total percibido en las primeras nóminas.

Tripulantes de cabina

Las conocidas como compañías lowcost, o de bajo coste, en la mayoría de los casos tampoco sufragan los gastos que se generen antes y después de los vuelos, como por ejemplo desplazamientos de la tripulación entre el aeropuerto y el lugar de residencia habitual, así como las bebidas o comidas consumidas a bordo.

La situación empeora de manera considerable cuando el cómputo correspondiente al número de horas trabajadas sólo toma efecto a partir del cierre de la puerta de la cabina y la retirada de calzos, expresión utilizada para referirse al momento en el que se quitan las cuñas que evitan el movimiento de las ruedas de la aeronave, mientras esta permanece parada en tierra.

A pesar de que las tripulaciones deben de presentarse con la antelación necesaria en el aeropuerto para poder cumplir con sus obligaciones, a efectos administrativos sólo comenzarían estas cuando el aparato iniciase el rodaje por la plataforma.

Aunque no todas las compañías aplican este tipo de procedimientos, son especialmente frecuentes en el subsector del bajo coste y también en los EEUU, donde hoy mismo se presentaba una petición solicitando la regularización que permita computar las horas de trabajo de los tripulantes de cabina de otro modo.

Un problema añadido que afecta directamente a profesionales que durante los dos últimos años han sido víctimas del incremento registrado en el número de incidentes a bordo de aeronaves comerciales, y que en demasiadas ocasiones han derivado en agresiones físicas y verbales contra su persona.

Si algunos directivos de conocidas compañías aéreas son capaces de despreciar públicamente el trabajo que desempeñan los pilotos en cabina, llegando a declarar a la prensa que sólo se trata de «apretar botones», la labor de los auxiliares de vuelo, aka TCP o tripulantes de cabina, es todavía mucho peor valorada.

Parece que para determinas personas es complicado llegar a darse cuenta de que hablamos de trabajadores que actúan al mismo tiempo como psicólogos, socorristas, auxiliares de enfermería, camareros, administrativos, limpiadores, fontaneros, vendedores, vigilantes, acomodadores y quizás lo más importante de todo, representantes directos e imagen de la compañía para la cual trabajan.

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