La terrorífica historia del "Lady Be Good"

Nos situamos en plena II Guerra Mundial, y más concretamente en la base establecida por el 376 Grupo de Bombarderos de Ataque de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en la ciudad libia de Suluq.

En ella estaban destacados un número muy importante de aeronaves del modelo B-24, mítico bombardero desarrollado por el fabricante norteamericano Consolidated Aircraft.

Bombardero de la II Guerra Mundial Consolidated B-24

El día 4 de Abril de 1943, se prepara una misión nocturna para atacar la ciudad italiana de Nápoles, en la que participa el avión bautizado con el nombre de «Lady Be Good».

Su tripulación está compuesta por nueve hombres, y a la cabeza de todos ellos se encuentra el Teniente Primero William J. Hatton, piloto al mando del aparato.

El Teniente Segundo Robert F. Toner, sería su copiloto en esta misión.

Tripulación del bombardero B-24

Los problemas comenzaron poco después del despegue de la escuadrilla, ya que una tormenta de arena había dañado seriamente los motores de varios B-24, que se vieron obligados a regresar a la base.

El «Lady Be Good» pudo continuar con la misión, que finalmente se llevaría a cabo con tan solo 4 bombarderos.

Aquella noche Nápoles estaba cubierta por un denso manto de niebla, lo que impedía fijar con precisión el punto exacto donde descargar las bombas.

Ante el riesgo de dañar inútilmente infraestructuras civiles, se decide arrojar parte de los proyectiles sobre objetivos secundarios, y el resto en el mar Mediterráneo.

Una vez finalizada la operación y durante el trayecto de regreso a Suluq, el Teniente William Hatton comunica por radio que los sistemas de navegación de su B-24 están fallando, encontrando serias dificultades para ubicarse.

La tripulación del «Lady Be Good» se había quedado muy rezagada con respecto a los otros 3 aviones, y el cielo nocturno plagado de nubes no permitía localizar la ruta de regreso a la base.

Desde Suluq se lanzaron varias bengalas, que no pudieron ser vistas por ambos pilotos debido a las paupérrimas condiciones meteorológicas.

El tiempo pasaba y el combustible del B-24 estaba a punto de agotarse, y ante esta situación sólo quedaba una solución: saltar al vacío en plena noche.

De acuerdo con los cálculos realizados por el navegante, todos caerían en aguas del mar Mediterráneo, por lo que se ideó un plan para lanzar varias bengalas de manera intermitente una vez se encontrasen flotando.

El equipo de rescate partió poco después, pero fue incapaz de detectar una sola señal que alertase sobre la ubicación de los nueve aviadores.

A la mañana siguiente, se decidió enviar a más efectivos por aire y mar, con el fin de peinar el área donde se creía que habían caído. De nuevo, no se localizó ningún rastro del B-24 ni de sus ocupantes.

Tras varios días buscando el «Lady Be Good», finalmente se oficializó su desaparición, desconociendo qué había sucedido con la aeronave y su tripulación.

Tuvieron que transcurrir 15 años, hasta el día 16 de Mayo de 1958, para conocer la terrorífica historia sobre los hechos acontecidos tras la pérdida del avión.

Fue un DC-3 perteneciente a una empresa petrolífera, el que pasó el aviso sobre los restos de lo que parecía un accidente aéreo en las arenas del desierto del Sáhara.

Restos del bombardero de la II Guerra Mundial

Dado que el aparato todavía conservaba los emblemas de las Fuerzas Aéreas de los EEUU, se ordenó a una patrulla de este país la identificación de la aeronave.

La sorpresa fue mayúscula al descubrir su matrícula, 41-2430, que correspondía al «Lady Be Good».

Había caído nada más ni nada menos que a 700 km de la base de Suluq, en pleno desierto del Sáhara.

A pesar de que el B-24 permaneció en un relativo buen estado, ni en su interior ni en los alrededores se encontraron restos humanos en un principio.

Torreta de cola del bombardero

Se calculó que los nueve hombres habrían caído con sus paracaídas a una distancia de 27 kilómetros del avión, tras la localización a principios de 1960 del diario que había llevado el copiloto Robert F. Toner

Gracias al relato que este fue escribiendo durante los días posteriores al accidente, hoy sabemos el destino que esperaba a la tripulación del «Lady Be Good».

4 de Abril de 1943

«Las cosas se complicaron mucho. Nos perdimos al regreso y terminamos sin combustible. Saltamos, aterrizamos en el desierto a las 02:00 am. Nadie está malherido, pero no podemos encontrar a John. El resto estamos todos presentes».

En este primer apunte, Toner se refería al Teniente Segundo John S. Woravka, encargado de soltar las bombas del B-24.

5 de Abril de 1943

«Empezamos a caminar hacia el noroeste, todavía sin rastro de John. Unas pocas raciones y media cantimplora con agua. Sólo un tapón lleno al día. El sol es muy caliente, aunque corre brisa desde el noroeste. La noche muy fría. Sin dormir. Descansado y caminando».

Toner hace alusión a la poca cantidad de agua que llevan, que sólo les permite beber un tapón (de la cantimplora) lleno cada día.

6 de Abril de 1943

«Descansamos hasta las 11:30. Hace mucho calor y no hay brisa. Estamos en el infierno. No se ven aviones. Descansamos hasta las 17:00 horas. Caminando y descansando toda la noche. Caminamos 15 minutos y descansamos 5 minutos».

Las altísimas temperaturas, que llegan hasta los 50 grados durante el día, comienzan a afectar a la tripulación del «Lady Be Good».

7 de Abril de 1943

«Misma rutina, todos estamos muy débiles, no llegaremos muy lejos. Rezando todo el tiempo. Mucho calor. El infierno. No puedo dormir, todos estamos doloridos y tirados en el suelo».

Toner no menciona que al mismo tiempo que iban caminando, también iban dejando su rastro marcado con tela del paracaídas, esperando que eso sirviese para localizarlos.

8 de Abril de 1943

«Las dunas de arena nos golpean, muy lamentable. Hace viento, pero arrastra mucha arena. Ahora todos estamos muy débiles, pienso en Sam y en Moore, espero que estén bien. Los ojos de LaMotte se han ido, los ojos del resto están muy mal. Todavía seguimos en dirección noroeste».

En este día, Toner hace referencia a Sam y Moore, dos de los artilleros del «Lady Be Good».

La falta de protección contra los rayos solares ha propiciado la ceguera total del operador de radio, Robert LaMotte, y están dañando la vista al resto.

9 de Abril de 1943

«Shelly ha muerto. Moore se ha separado para buscar ayuda. El resto de nosotros muy débiles y en mal estado. Los ojos muy mal. Todos queremos morir. Apenas nos queda agua. Por la noche estuvimos a unos 35 grados. Buen viento. Sin refugio. Uno de los paracaídas se nos ha ido».

El sargento artillero Guy Shelly es la primera víctima mortal del grupo. Sin agua, sin comida, y con la vista muy dañada, comienzan a separarse para explorar otros caminos.

10 de Abril de 1943

«Todavía rezando para encontrar ayuda. No hay señales de nada. Vimos dos pájaros. Buen viento desde el norte. Estamos realmente débiles ahora. No podemos andar. Dolores por todo el cuerpo. Todos queremos morir ya. La noche fue muy fría, no pude dormir».

Desesperación total. La deshidratación y el cansancio acumulado ya no permiten seguir caminando.

11 de Abril de 1943

«Seguimos esperando ayuda. Todavía estamos rezando. Los ojos muy mal. Me encuentro muy mal. Podríamos conseguirlo si tuviésemos un poco de agua, sólo para poder mojar la lengua. Espero que encontremos ayuda muy pronto. No hemos podido descansar nada. Seguimos en el mismo sitio».

Toner sabe que sus esperanzas se están acabando, y dado que ellos ya no se pueden mover, sólo queda seguir rezando.

12 de Abril de 1943

«Sin ayuda. Noche muy fría».

Estas son las últimas palabras del diario escrito por Robert F. Toner.

Es de suponer que durante ese mismo día, o quizás al siguiente, todos los integrantes de la tripulación del «Lady Be Good» habrían fallecido.

En otros casos similares, se comprobó que no era posible recorrer más de 50 km andando por el temido desierto del Sáhara.

Sin embargo, cinco de los ocho supervivientes del accidente lograron caminar un total de 128 km, lo que supone un auténtico logro, considerando todas las circunstancias de este caso.

Posteriormente, se localizaron los restos de otro soldado, con el paracaídas todavía puesto y sin abrir.

Restos humanos de la tripulación del

Se cree que corresponden al Teniente John Woravka, que pudo precipitarse al suelo desde el avión sin poder activar su paracaídas.

El sargento Moore, que decidió separarse del grupo en busca de ayuda, nunca fue localizado.

No resulta difícil hacerse una idea del nivel de terror, desesperación, y dolor que tuvieron que soportar, llegando al extremo de desear morir cuanto antes.

Desgraciadamente, la historia del «Lady Be Good» es otra más de las muchas que sucedieron durante la II Guerra Mundial, un conflicto que habría dejado más de 60 millones de víctimas.

Hoy, los restos del «Lady Be Good» descansan en una chatarrería de la ciudad libia de Tobruk.

Restos del

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