La noticia está inundando todos los medios de comunicación: Iberia, a través de su nueva marca low/cost llamada «Level», operará rutas desde Barcelona a Los Angeles por menos de 100 euros. Lo primero que pensamos en Turama es que se estaban refiriendo a Los Angeles de San Rafael, provincia de Segovia, pero no, no es así, se trata de Estados Unidos, el lugar donde se reunen las estrellas de cine, donde se encuentra el mítico paseo de la fama, las mansiones de Beverly Hills, y donde te puedes ir a ver cómo la gente rica compra en Rodeo Drive.
¿Pero se puede vender un viaje en avión de más de 13 horas de duración por menos de 100 euros? eso es, al menos, lo que se están hartando de publicitar los señores de Iberia y de Level. Quizás esta compañía ha dado con la solución mágica para poder cubrir costes, dar un servicio digno, y poder adelantar a todo el resto de competidores, arrastrando a un número muy importante de pasajeros deseosos de cruzar el charco a cambio de una cantidad casi «testimonial», que no llegaría ni para pagar la gasolina de un vehículo medio viajando desde Barcelona a Madrid.
Dicen que la curiosidad mató al gato, y nosotros no tenemos nada contra los felinos, pero sí somos muy curiosos, demasiado incluso como para dejar pasar la oportunidad de comprobar qué grado de veracidad tiene este nuevo intento de Iberia por acaparar la atención de los medios de comunicación, e intentar embaucar a viajeros en su nueva aventura aérea.
Dicho y hecho, entramos en la web de Iberia y nos disponemos a reservar nuestro vuelo desde Barcelona a Los Angeles, por menos de 100 euros. Lamentablemente, lo primero que nos encontramos es que no podemos viajar en las fechas que teníamos previstas. Como se puede ver en el cuadro de precios que se nos facilita, sólo algunos días están marcados con la famosa etiqueta de los 99 euros. El resto de fechas se mueven en un rango entre los 350-475 euros, por lo que nuestra ilusión empieza a desvanecerse ligeramente.
No pasa nada, hacemos de tripas corazón, hablamos con el jefe y cambiamos nuestros días de vacaciones con el fin de poder ajustarnos a las tarifas más baratas que se nos presentan. De esta manera, salimos el día 24 de Junio, que tiene un precio de 99 euros, perfecto. Bueno, no tan perfecto, porque ahora tenemos que escoger el día de nuestro regreso, y como se puede ver en la captura que hemos hecho de la web, las tarifas se nos han disparado por encima de los 1.400 euros. Llegados hasta este punto, empezamos a tener la sensación de que se nos está tomando el pelo de una manera bastante vil.
Por si acaso se trata de algún error, decidimos hacer click en los días que se etiquetan como «consultar», pensando que quizás aquí radica la clave del lío de precios que se nos están ofreciendo. Pasamos a la siguiente pantalla, en la cual los señores de Iberia nos muestran un cuadro de las mejores ofertas disponibles y nos recomiendan encarecidamente regresar el día 2 de Julio, ya que se trata del precio más económico, por importe de 458 euros. ¡ Genial !, no hemos conseguido, ni por asomo, averiguar dónde están los billetes por menos de 100 euros, pero aún así vamos a cruzar el charco por menos de 500. Sólo nos queda volver a hablar con el jefe, explicarle la situación, y cambiar de nuevo nuestros días de vacaciones para que sean acordes con los designios de Iberia/Level.
En este punto se nos pasa por la cabeza dejar el mundo de los viajes (ni de broma…) y montar un concesionario de automóviles. Utilizando la misma táctica, podemos ofertar vehículos todo terreno por menos de 1.000 euros. Cuando comiencen a venir nuestros primeros clientes les diremos que de los de menos de 1.000 euros no nos queda ninguno, pero puede adquirir cualquier otro a partir de 15.000 euros. ¿Es lo mismo, o no ?
En fin, dejando disquisiciones filosóficas, y una vez que hemos comprobado que sólo se trata de un truco bastante low cost, valga la redundancia, vamos a formalizar nuestra reserva y a confirmar que no nos siguen cargando otros conceptos al precio de nuestro tan añorado billete.
Llegamos a la pantalla resumen de nuestra compra y comenzamos a leer la letra, no tan pequeña, que nos avisa de las restricciones que vamos a tener que sufrir si queremos hacer el viaje con nuestra tarifa:
En primer lugar, no podemos facturar ningún tipo de equipaje. Sólo nos permiten llevar una bolsa de mano, de las que tienen que caber en el mínimo espacio diseñado para que papá Pitufo, y el resto de su familia, puedan meter su ropa de viaje. Considerando que vamos a estar visitando una gran ciudad, bastante calurosa, durante más de una semana, no sabemos muy bien cómo nos vamos a arreglar para meter la ropa suficiente para cada día, además de otros efectos personales y de higiene que cualquier ser humano debería utilizar a diario. De nuevo, nos aferramos a nuestros 458 euros y decidimos prescindir de casi todo. Nos arreglaremos con un pantalón, una pequeña selección de ropa interior, un par de zapatos deportivos, y nuestro buen gusto para comprar en Los Angeles unas 4 ó 5 camisetas de las que luego nos tendremos que deshacer. Por otro lado, es la excusa perfecta para no traer ningún tipo de regalo a nadie y no quedar mal: «no tengo espacio en mi mini maleta de viaje…».
En segundo lugar comprobamos que no tenemos a nuestra disposición ningún tipo de comida ni bebida a bordo. A ver, nuestra intención era viajar a los Estados Unidos, no comenzar la dieta Iberia para pasajeros fondones. Estamos hablando de más de 13 horas de vuelo, sin poder tomar absolutamente nada, nos parece un poco excesivo, pero ya que nos tomaron el pelo con la tarifa de 99 euros, nos vamos a agarrar a la nuestra como a un clavo ardiendo y procederemos a llenar nuestros bolsillos de barritas energéticas, que creemos no pitan en el control de aduanas, y beberemos del grifo, como se hizo toda la vida…
Considerando que el agua que lleven estos aviones sea potable, porque ya empezamos a dudar de todo, damos por zanjada la crisis alimenticia y rogamos por no tener que pasar nuestros primeros días en territorio americano encerrados en el cuarto de baño de nuestro hotel, además, 13 horas se pasan rápido con un sueñecito de vez en cuando y un par de buenas películas. Ah no, nos avisan de nuevo, no tenemos derecho al entretenimiento de a bordo. Nuestro billete no llega para ver la tele, ni siquiera un capítulo de la primera temporada de «CSI». Da igual, a quién le importa, llevamos nuestra tablet cargada de películas que nos hemos bajado de la red, mucho mejores de las que se pueden ver en el avión. Pero ojo, por si alguien se había olvidado, descargarse películas es un delito, y llevarlas con nosotros es lo que se llama «la prueba del delito». Y sí, no lo dudéis, si los señores tan amables que controlan las fronteras deciden investigar qué lleváis en vuestros dispositivos móviles (sí, si quieren pueden acceder a vuestro whatsapp y leer todas vuestras conversaciones, ahora es totalmente legal), podéis acabar metidos en un buen lío.
Vale, pues renunciamos a la tablet y nos quedamos con la música que llevamos en el móvil, que nos gusta mucho y somos capaces de escucharla durante horas, y horas, y horas, y horas….Además, estamos empezando a barajar la posibilidad de echar mano de alguna pastilla milagrosa y pasarnos todo el viaje roncando, lo cual esperamos esté permito en nuestra tarifa y no nos hagan pagar algún extra. Curiosamente, se nos informa también de que debido a nuestro reducido importe de billete, sólo disponemos de un espacio aproximado en nuestro asiento de 76 centímetros. Cuando leemos «aproximado», ya nos echamos a temblar, considerando que esta gente nos estaba vendiendo un billete de avión por «aproximadamente» 99 euros y estamos pagando casi 500. Vale, de todas formas hacemos nuestros cálculos y llegamos a la conclusión de que para un ser humano de una altura de 1,75 m, que es bastante normal, nos sobraría alrededor de 15 centímetros de espacio para nuestras piernas, lo cual es suficiente para que siga fluyendo la sangre desde nuestro corazón y no nos gangrenemos durante el vuelo.
Ahora todo dependerá de nuestro poder de convicción para intentar embaucar al pasajero que tenemos delante y que no se le ocurra inclinar su asiento durante el trayecto, reduciendo nuestros 15 cm de rigor y convirtiendo nuestro viaje en lo más parecido a hacer una resonancia magnética de más de 13 horas de duración.
Nos enteramos también de que no se nos proporcionarán ni cascos (ya que sólo podemos mirar el respaldo del asiento), ni almohada, ni manta. Pues tampoco nos chantajean con eso, si Iberia/Level piensan que nos van a matar de frío están muy equivocados. Lo que haremos será llevar una cazadora de las gordas, de las que abrigan, con nosotros, y en nuestro reducido espacio, y sin reclinar el asiento, en cuanto empiece a descender la temperatura interior (durante la noche y en vuelos largos hace bastante frío en los aviones), nos la abrocharemos hasta arriba. Si en vez de Los Angeles nuestro destino fuese Egipto, llegaríamos ya totalmente embalsamados cual faraón de la segunda o tercera dinastía, vaya usted a saber. Ahora, recuerde que la cazadora deberá de llevarla encima, ya que si la transporta sobre sus brazos, se entenderá que se trata de otro bulto y, como todos sabemos, nuestra tarifa sólo nos permite llevar uno.
Por último y que se sepa, en caso de anulación del vuelo perderemos todo el dinero abonado, y tampoco tendremos derecho a modificar los días de nuestro viaje, salvo que cambiemos de tarifa, claro, y paguemos los extras correspondientes.
En fin, finalmente hemos llegado a la conclusión de que nos están tomando el pelo de muy mala manera, y sólo pretenden que lleguemos a Los Angeles entumecidos, hambrientos, sedientos, y muertos de frío, y también más aburridos que escuchando una partida de ajedrez por la radio.
Ahora sabemos el porqué de llamar «Level» a la nueva compañía low/cost de Iberia: se trata de medir hasta qué «Level» (nivel), llega el ser humano de auto castigo sólo para poder volar a precios «reducidos».
* actualización:
El día de ayer y a través de nuestra página en Facebook, la compañía Level tuvo a bien contactar con nosotros para explicarnos las bondades de su política de precios y divesas posibilidades para adquirir billetes. Al mismo tiempo, hemos recibido numerosos correos de usuarios a los que se les han presentado diversas incidencias a la hora de reservar sus vuelos. Resumimos, entre otras:
- una vez efectuada la reserva, reciben un mensaje indicando que su tarjeta no es válida y anulando todo el proceso.
- una vez se confirma la venta de los billetes, han recibido mensajes 2 ó 3 días después indicando que la misma se ha anulado.
En ambas opciones se les ha planteado a los usuarios la posibilidad de volver a reservar, pero a precios mucho más caros de los que tenían en un principio.
Por último, se nos indica desde Level que ya han vendido más de 50.000 plazas en todos sus vuelos. Dado que están haciendo publicidad de los mismos a base de dibujos de aviones, hemos apelado a su amabilidad y buena voluntad para que nos dejen ver los aparatos destinados a cubrir estas nuevas rutas lowcost, los asientos, el programa de entretenimiento, el menú de las comidas ofertadas, etc. No podemos entender lanzar una campaña de publicidad y vender más de 50.000 plazas sin dejar ver en qué nos quieren trasladar hasta Los Angeles, y muchos otros destinos.
A día de hoy seguimos esperando respuesta por parte de Level.