La práctica totalidad de compañías aéreas han entrado de lleno en el ridículo discurso de los asientos vacíos dentro de las cabinas de los aviones, con el fin de respetar una mínima distancia de seguridad entre pasajeros.
Mientras gigantes del sector de la talla de Emirates, American, o United Airlines, están supervisando y controlando las reservas de plazas, con el fin de dejar siempre un espacio libre entre sus clientes, muchas otras han declarado que no están dispuestas, bajo ningún concepto, a adoptar esta medida.
Y es que en realidad, no deberíamos estar discutiendo si es viable operar vuelos con un 66% de factor de ocupación, sino más bien cómo conseguir que sólo embarquen en ellos pasajeros que no supongan un riesgo para la salud del resto de ocupantes de la cabina.
Cada día que pasa, cobra mayor sentido la existencia de un pasaporte sanitario que avale el estado de salud del viajero.
Sin embargo, desde diversos estamentos del sector aéreo se ha reconocido la imposibilidad de realizar tests en los aeropuertos, lo que implica que las compañías aéreas van a tener que adoptar otra serie de medidas para garantizar a sus pasajeros la mayor seguridad a la hora de volar.
Pero como suele ocurrir en estos casos, y más en tiempos de crisis, no han tardado en llegar las aerolíneas que poniendo como excusa al nuevo tipo de coronavirus, pretenden hacer caja a costa del mismo.
Hace apenas una semana, la compañía aérea china Air Changan nos notificaba la posibilidad que ofertaban a sus clientes de reservar un asiento libre a cada lado, más otros tres en la fila de delante y otros 3 justo detrás.
De esta manera, el pasajero volaría totalmente aislado en su asiento, si es que eso es posible cuando se hace dentro de un tubo metálico presurizado en el que viajan otras 100 personas.
Este servicio tiene un coste de 226 dólares, pero no otorga más puntos en las tarjetas de fidelización de los clientes que lo adquieran, ni tampoco proporciona mayores privilegios a la hora de facturar equipaje, ni de subir el de mano dentro de la cabina.
En un principio no nos sorprendió la idea, conociendo cómo se mueve este sector, y de hecho sospechamos que pronto podría tratarse de un nuevo extra que se comercializaría en muchas otras aerolíneas.
No han pasado ni 7 días y hoy mismo una de las lowcost más importantes e influyentes de todo el mundo, la norteamericana Frontier, decidía también sumarse a la iniciativa, ofertando la posibilidad de reservar un asiento vacío por el precio de 39 dólares.
Van a pasar muy pocos días, por no decir horas, hasta que esta nueva mal llamada «oferta» se haga un hueco en un buen número de compañías aéreas.
De hecho, parece que con la excusa del nuevo virus, comienza a despertarse la imaginación de muchas aerolíneas, de cara a rentabilizar la situación.
Para empezar, algunas han decidido aparcar su servicio de catering a bordo, lo que redunda en un muy importante ahorro económico para la compañía, pero evidentemente es una medida que va en detrimento del usuario, que tiene que seguir abonando la misma tarifa sin tener acceso a comida o bebida.
También ha nacido el emergente negocio de las mascarillas, las cuales van a ser obligatorias para poder acceder al interior de cualquier avión.
La aerolínea de bajo coste más importante, Southwest, se está preparando para aprobar nuevas normas de embarque, destinadas a minimizar el riesgo de contagios, y por las cuales sólo se permitirá la presencia de 10 pasajeros haciendo cola al mismo tiempo, respetando la distancia de seguridad entre ellos.
Evidentemente, formarán parte de los primeros grupos los que paguen el extra correspondiente.
Y esto parece que sólo está comenzando, ya que incluso el propio aeropuerto de Viena se ha sumado también a la nueva moda de implementar servicios de pago asociados al coronavirus.
En esta ocasión, el aeropuerto de la capital de Austria ha puesto a la venta desde ayer mismo, tests de coronavirus para los pasajeros que no puedan documentar que han superado los mismos en sus países de origen, y no deseen tener que permanecer en cuarentena durante 14 días.
El precio para cada test es de 190 euros, y los resultados se entregan en un plazo aproximado de dos horas y media.
Como vemos, una forma de hacer negocio como otra cualquiera, aunque en esta ocasión se está utilizando una pandemia mundial para mover caja.