LO ÚLTIMO: VOLAR SIN PILOTOS

Estos días la noticia ha corrido como un reguero de pólvora por todos los medios de comunicación de medio mundo, consiguiendo reacciones muy diversas de profesionales y usuarios de la aviación comercial. En todo caso, hay que reconocer a los señores del banco suizo UBS, responsables de la polémica, el mérito de haber acaparado la atención en un mes donde la noticia suele ser, precisamente, que no hay noticias.

Suponemos que el asunto económico va suficientemente bien por tierras helvéticas como para ponerse a realizar estudios y sondeos de opinión sobre temas totalmente ajenos al mundo de la banca. En este caso, intentaron dar el campanazo con el titular de la llegada de los aviones comerciales auto dirigidos, esto es, sin pilotos, y la verdad es que probablemente el gran chasco se lo han llevado ellos.

UBS sacó a la luz su estudio indicando que la utilización de aviones sin presencia humana en sus cabinas ahorraría al sector unos 35 billones de dólares al año, lo que permitiría a las aerolíneas bajar el precio de sus billetes hasta límites nunca soñados. Evidentemente, cuando se publicita la posibilidad de una rebaja muy importante en las tarifas para poder volar, se atrae la atención inmediata de millones de pasajeros deseosos de recorrer el mundo a precio de ganga.

La segunda parte de este estudio, sin embargo, demuestra que de las 8.000 personas encuestadas sólo un 20% estaría dispuesta a subirse en un avión sin pilotos. Un 54% de los participantes en el estudio dejaron claro que la idea no les atrae en absoluto, y el resto prefieren esperar a ver cómo evoluciona la tecnología en este sentido antes de tomar una decisión.

La cuestión es que aquí no hay nada nuevo. La todo poderosa Boeing ya había declarado a la agencia Reuters que tiene una subdivisión trabajando en este mismo tema desde hace tiempo y, de hecho, cuentan con tener algún tipo de prototipo listo para el 2018. Su plan de trabajo contempla el poder estar operando aviones comerciales auto tripulados en el año 2025.

De hecho, la tecnología que ya está operativa y funcionando con los drones de utilización militar, parece que es también totalmente válida a la hora de ser trasladada a aeronaves comerciales destinadas al transporte de pasajeros.

Mike Sinnett, vicepresidente de Boeing y responsable de su sección para nuevas tecnologías e innovación, declaraba en Junio de este año que «los fundamentos básicos para desarrollar la tecnología están ya ahí». Sinnett apuntaba que «es necesario un período de transición entre tener a un profesional debidamente entrenado para volar un avión y que este sea capaz de hacerlo de manera autónoma con el mismo nivel de seguridad».

El responsable de Boeing hacía referencia al accidente del avión de US Airways en el río Hudson, que hizo mundialmente famoso al capitán Chesley Sullenberger. Sinnett comentaba que «después de recibir el impacto de múltiples aves y tener que apagar ambos motores, Sullenberger en tan solo 2 minutos analizó la situación y tomó una decisión que salvó la vida de todos los pasajeros. Ese es el estándar que tenemos que llegar a conseguir».

En relación con las innovaciones técnicas que ya están hoy en día funcionando en la aviación comercial, Sinnett afirmaba que mientras estuvo desarrollando el prototipo para el nuevo modelo 787, actualmente operativo en multitud de aerolíneas de todo el mundo, el octavo aterrizaje que realizó con el avión fue totalmente automático, sin ningún tipo de intervención por parte del piloto. La tecnología que permite este tipo de tomas las hace incluso más seguras que las realizadas por profesionales, principalmente en situaciones de mal tiempo y baja visibilidad, ya que el avión se ajusta al instante a cualquier pequeño cambio en la intensidad del viento o cualquier otro parámetro meteorológico que el piloto tardaría más en advertir.

Sinnett también apuntaba que los despegues automáticos son posibles, aunque hoy en día están prohibidos: «si quieres acabar con tu carrera sólo tienes que sacar un 777 y hacer un despegue automático. El avión es capaz de hacerlo, pero no con los mismos niveles de integridad que tenemos ahora mismo».

Entonces, visto que los despegues y aterrizajes automáticos son ya ahora mismo una realidad, ¿qué es lo que impide volar los aviones de manera totalmente automatizada?

Sinnett apuntaba a múltiples y distintos factores que pueden darse en cada vuelo comercial: ¿Aterrizaría un avión en caso de sufrir un pasajero un infarto?, en caso de perder algún motor ¿tomaría la mejor decisión teniendo en cuenta la posición de la aeronave, la seguridad de sus pasajeros y los intereses económicos de la compañía?.

En todos estos casos se dependería del desarrollo de una inteligencia artificial capaz de analizar cada caso y aplicar la mejor solución. Al parecer, este sistema ya está siendo probado en simuladores y es probable que el año que viene se traslade a aviones reales.

La compañía UPS ya ha anunciado públicamente su intención de utilizar aviones sin tripulación para sus vuelos de carga, en cuanto esta tecnología esté disponible. AMAZON lleva más de un año repartiendo pequeños paquetes con la ayuda de drones y también ha hecho pública su nueva filosofía para revolucionar el mundo de los viajes y el turismo.

Curiosamente, los controladores aéreos, sector que interactúa diariamente con los pilotos y que podría ser uno de los menos interesados en la implantación de esta nueva tecnología, va a ser el primero en experimentar en su propio terreno la aplicación de nuevos sistemas automatizados de control.

En el Reino Unido se va a proceder al cierre inminente de varias torres de control de aeropuertos con un volumen bajo de tráfico aéreo. En su lugar, ya se están instalando cámaras y tecnología de última generación que va a permitir seguir realizando las labores de supervisión propias de los controladores, pero desde un centro remoto donde se controlará al mismo tiempo el tráfico de diversos aeropuertos.

Los sectores más favorables a la sustitución de los pilotos al mando de los aviones defienden su teoría de que la mayoría de accidentes graves de aviación se producen por errores humanos. Eliminando este factor, se reducirían notablemente los cada vez menos incidentes de este tipo.

Por otro lado, los detractores de este sistema advierten del peligro que este puede tener de cara a ataques terroristas o criminales de cualquier tipo. Así como los medios y la tecnología avanzan de manera irrefrenable y hemos pasado en menos de 100 años de los coches tirados por caballos a conquistar la luna, los hackers también evolucionan al mismo nivel y son capaces de entrar y alterar los sistemas informáticos más complejos y seguros que existen.

La mera posibilidad de que en algún momento, por intereses de cualquier tipo, alguien pudiese hackear los sistemas automatizados de un avión sin tripulación humana, pone los pelos de punta a cualquiera.

En todo caso, todavía queda un largo recorrido hasta llegar al punto de volar en aviones sin tripulación. En primer lugar hay que poder demostrar su fiabilidad en el transporte de mercancía, para posteriormente adaptarlo a los pequeños jets. En una segunda fase entrarían los helicópteros y en la última los aviones comerciales de pasajeros.

Además, hay que adaptar múltiples vacíos legales que quedarían sin respuesta, no sólo relativos a una legislación que amparase la nueva situación en el aire, sino también en cosas tan básicas como determinar quién ostentaría el máximo poder de decisión dentro de la cabina, dado que esta no va a contar con un piloto al mando. ¿Sería el miembro de la tripulación con más antigüedad, el de mayor experiencia, el de más categoría profesional?. ¿Quién determinaría el aterrizaje de un avión por la presencia de un altercado a bordo, emergencia médica, o cualquier otra circunstancia menos habitual?.

Michael O´Leary, CEO de Ryanair, ya había propuesto hace tiempo la eliminación de un piloto dentro de la cabina de sus aviones. En su tono despectivo habitual manifestó que un solo piloto era más que suficiente para volar un avión y que el ahorro que esto le supondría en formación, sueldos y otros gastos, redundaría en beneficio de sus clientes que verían los precios de sus billetes bajar cada vez más.

Parece más que evidente e inevitable que esto último es lo primero que vamos a ver todos en un futuro no demasiado lejano. El vuelo de aviones comerciales totalmente automatizados que sólo van a contar con la presencia de un piloto en su cabina, para poder supervisar las acciones de la aeronave y ponerse al mando en caso de cualquier problema, sí es algo que creemos está muy cerca de llegar.

El ahorro anunciado en el ya mundialmente famoso estudio del banco suizo que nos sorprendía a todos estos días no sería el mismo, pero sí serviría como método de transición hacia la idea de un futuro sin pilotos, mientras se acabasen de pulir todos los fallos relativos a las decisiones y automatismos de una supuesta inteligencia artificial superior a la humana.

En realidad, la sustitución del factor humano por las nuevas tecnologías es un hecho probado en prácticamente todos los sectores. Lo que en principio comenzó como ayudas a la conducción, se ha convertido ya en automóviles que se guían de manera autónoma, aunque se ha demostrado que con múltiples puntos débiles que hacen necesaria la presencia humana para evitar graves accidentes.

En la medicina también se realizan cada vez más intervenciones quirúrgicas complicadas por robots programados para ello, lo cual no deja de ser una gran ayuda para los cirujanos que no solo no desaparecen de los quirófanos, sino que cada vez tienen que especializarse más en un campo concreto para poder seguir todos los avances tecnológicos del mismo.

¿Aviones sin pilotos? ya veremos…

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