Y no es por ningún tema religioso ¿eh?, que yo soy muy respetuoso con la fe y las creencias de todo el mundo, pero es que estos puñeteros días son una trampa mortal, vayas donde vayas, hagas lo que hagas, la vas a cagar.
En el Norte está ese señor centenario que sale siempre en los telediarios, tanto en Verano como en Invierno, diciendo que, en el tiempo que él puede recordar, nunca había visto un clima semejante. A ver, que yo no le quito credibilidad, pero si lleva todo el puñetero año esperando a las cámaras en la misma curva de la carretera porque no se acuerda de cómo volver a casa, me sorprende mucho que pueda recordar si llovía en Abril del ´38.
Si decides irte al Sur, puedes practicar un deporte de máximo riesgo: cruce de calle entre dos procesiones. Podrás haber saltado desde un puente, o desde un avión a 4.000 metros, pero no hay huevos de poner un pie en la calzada y hacer el amago de querer pasar a la otra acera, justo entre dos hermandades. Yo mismo conozco casos de gente que se ha tenido que quedar a dormir en un cajero por la noche, por no poder haber llegado al hotel.
Y si decides seguir bajando e irte a las islas, vas a asistir a un espectáculo de la naturaleza que supera con creces al de las cebras esas que cruzan el río famoso de Africa: el primer contacto de los humanos con el sol, después de un año debajo del flexo de la oficina. La gente está todavía tan blanca que la playa huele igual que la cocina del Foster´s Hollywood. Algunos, más que protección solar, necesitan un mono ignífugo, como el de Fernando Alonso.
En las grandes capitales, como Madrid, se podría rodar perfectamente un capítulo de los Walking Dead. Yo creo que hasta la Carmena podría pasearse con un tanga del Barça por la Puerta del Sol, y no la vería nadie. Cuando ni siquiera puedes ver en la calle a los tíos que compran oro, empieza a sospechar, y echa a correr.
¿Y dónde está toda la peña? pues en el litoral mediterráneo. En esta época del año hay tanta gente en esa zona de España, que la penísula se hunde un poco por ese lado, y Portugal sube un par de centímetros. Como no hay ninguna noticia que dar, todos los telediarios empiezan con la imagen de una reportera en la playa de Valencia, con cara de estar pasando más calor que los que construyeron las pirámides.
Luego siempre conectan con alguna repostería escondida en un pueblo remoto del Norte, donde aprovechan para marcarse un reportaje de 20 minutos hablando de las monas de Pascua tradicionales, las de toda la vida. Por mi parte, a día de hoy, todavía no he encotrado la diferencia entre una mona de Pascua y un puñetero huevo Kinder.
Después le toca el turno en la programación a todas las películas bíblicas protagonizadas por Charlton Heston. El hombre este sale en todas, en todos los canales, a todas horas, con cara de estar más estresado que un camaleón en una tienda de Desigual.
Así que, al final, ¿qué puedes hacer?, ¿meterte en un coche y tragarte el atasco más colosal jamás contado?. La última vez que lo intenté, hasta la tía que habla en el GPS se rió de mí. Creo que lo mejor es intentar no pensar demasiado en los días que quedan por delante, y menos en los que vienen después, y tal y como correspondería por la época, lo ideal sería marcarse un «Jesús»: desaparecer un Viernes y volver a aparecer el Domingo.
Texto: Clavill