Y el titular no es nuestro, precisamente, simplemente hacemos referencia a las declaraciones emitidas ayer por el CEO de la compañía aérea Vueling, Javier Sánchez-Prieto, en una charla ofrecida en la universidad ESADE de Barcelona.
Sánchez-Prieto indicaba textualmente que «El Prat está limitado por la capacidad de las pistas, porque no puedes pasar por donde vive Messi. Eso no pasa en ningún lugar del mundo».
La noticia se ha hecho viral y, a día de hoy, forma parte de las portadas de casi todos los diarios del país, los cuales han encontrado, igual que nosotros, un titular jugoso que da mucho juego.
Sin embargo, esto es lo que pasa cuando se sacan las cosas de contexto y se pretende quedarse exclusivamente con aquello que más puede llamar la atención. La realidad es bien distinta, ya que a lo que se refería el máximo responsable de Vueling no es a que Messi haya prohibido el paso de aviones sobre su domicilio, sino que la zona en la que vive el astro argentino goza de una protección medioambiental que restringe el tráfico de aeronaves.
Precisamente, el contexto de la charla estaba enfocado a la necesidad de ampliar el aeropuerto de El Prat, lo que pasa obligatoriamente por la construcción de una nueva terminal y consecuentemente por el aumento de las operaciones registradas en las pistas.
De hecho, ya en el año 2015 y coincidiendo con la privatización de AENA, los alcaldes de Gavá, Begues, El Prat de Llobregat, Sant Boi de Llobregat, Sitges y Viladecans, firmaban un manifiesto exigiendo el más escrupuloso respeto a las restricciones medioambientales existentes en sus ayuntamientos, que permiten reducir las molestias que sufren los vecinos a causa del sobrevuelo de los aviones.
Para ello, existe en la actualidad un sistema de pistas segregadas y configuraciones preferentes, que consiguen reducir el número de aeronaves que sobrevuelan zonas residenciales.
Messi tiene fijado su domicilio habitual en el barrio de Bellemar, en Castelldefels, a unos 25 km de Barcelona.
Muy cerca de su casa se encuentran instalados 3 de los 13 TRM que graban diariamente el número de decibelios que se registran derivados de las operaciones aéreas en el aeropuerto de Barcelona. El TRM es básicamente un micrófono instalado en una terminal, de ahí su nombre «Terminal de Monitorado de Ruido».
Al jugador argentino le afectan principalmente las operaciones que se realizan en configuración Este, es decir, básicamente los aterrizajes por la pista 07L y los despegues por la 25R, que según los datos de AENA, apenas suman el 40% del total. Evidentemente, según la configuración del viento y durante determinadas horas y meses del año, la variación en el flujo del tráfico aéreo puede cambiar muy sustancialmente.
Muy cerca del domicilio de Messi se encuentra la baliza exterior que marca el punto de paso para los aterrizajes por la pista 07L. Este lugar es uno de los más conflictivos en cuanto a número de decibelios, ya que es de paso obligado y está a tan solo 7,5 km de la cabecera de dicha pista.
Durante los meses de Verano, incluso por la noche, se pueden registrar picos de hasta 65 dB.
La cuestión radicaría entonces en determinar si corresponde mantener la protección acústica y medioambiental de la que gozan estos ayuntamientos, o sacrificarla en aras de conseguir un mayor rendimiento del aeropuerto de El Prat.
En caso de optar por la primera opción, sólo quedaría hacer una enorme inversión y plantearse la posibilidad de nuevas infraestructuras aeroportuarias, ya que la solución sugerida por el Ayuntamiento de Barcelona para utilizar el aeropuerto de Gerona como un satélite de El Prat, es como poco «aventurada», por no utilizar otro tipo de adjetivos.
Por último, recordar que este tipo de medidas que reducen las molestias de los vecinos que viven cerca de aeropuertos no son, ni muchísimo menos, exclusivas de Barcelona. La mayoría de instalaciones aeroportuarias cuentan con estos sistema de protección medioambiental.
Sin embargo, el que suscribe este artículo ha vivido una temporada prácticamente al lado de la cabecera 27L del aeropuerto de Heathrow, por lo que soy conocedor en primera persona de lo que significa tener que aguantar día y noche el ir y venir de miles de aviones en uno de los aeropuertos más grandes del mundo.
Por esto mismo, envidio profundamente la protección que se presta a los vecinos de las zonas limítrofes con El Prat y espero que se encuentre un sistema que permita combinar la misma con un crecimiento serio y responsable de las instalaciones.