Es curioso, pero el hecho de provocar polémica o controversia no impide necesariamente que una aerolínea pueda alcanzar el éxito con relativa facilidad.
Esto se puede comprobar si tomamos el ejemplo de la que se supone que podría ser la mejor compañía aérea del mundo, Qatar Airways, cuyo CEO ha sido duramente criticado por numerosos comentarios sexistas y fuera de tono.
Lo último que hemos escuchado de Al Baker fueron sus declaraciones en relación con la Covid19, dudando sobre las probabilidades de ser contagiada durante el período de incubación:
«Dicen que el virus se puede contagiar durante el periodo de incubación, pero no hay ninguna evidencia científica sobre esta afirmación. Para mí es sólo eso, un factor que se utiliza para dar miedo. No bloqueas el espacio aéreo sólo porque puede haber algo en el aire».
Como norma general, la gran mayoría de pasajeros suelen escoger a una aerolínea por el precio de sus billetes, las rutas que operan sus aviones, o incluso por los modelos de aeronaves que utilizan, pero muy pocos basan su decisión en la mayor o menor afinidad que puedan tener con sus directivos.
Las perlas de O´Leary
El magnate irlandés, máximo responsable de Ryanair, es una fuente inagotable de titulares para la prensa, ya que todo lo que se le pasa por la cabeza acaba saliendo por su boca sin ningún tipo de control.
O´Leary tampoco ha dudado en calificar las medidas sanitarias de prevención adoptadas en los aeropuertos por el ejecutivo británico, utilizando para ello términos como «chorradas, estupideces, tonterías, o basura».
Pero una de sus entrevistas más recordadas fue la que concedió en Julio del 2017 a la cadena de radio irlandesa RTE Radio1, en la que al finalizar la misma los oyentes pudieron establecer contacto telefónico directo con O´Leary.
Después de escuchar las primeras quejas de algunos pasajeros de Ryanair, su máximo responsable decidió pasar al ataque y a elevar la voz contra todos los que llamaban para criticar a la lowcost irlandesa.
Pero la cosa subió de tono cuando se hizo referencia a la táctica empleada por Ryanair para separar a pasajeros de una misma reserva si estos no pagan el extra correspondiente para elegir sus asientos.
En un momento dado y mientras una usuaria de la aerolínea relataba su experiencia personal, O´Leary gritaba «¡Dejad ya de quejaros!».
En otra entrevista se le echaba en cara el número elevado de reclamaciones que formalizan los usuarios de Ryanair, y se le cuestionaba si esto era bueno para la compañía. En un acto de infinita soberbia, O´Leary se limitaba a contestar que «mis aviones están llenos de pasajeros que juraron y perjuraron no volver a volar con Ryanair».
En relación con la penalización que se cobra a los pasajeros que no presentan su tarjeta de embarque en el aeropuerto, O´Leary la justificaba de este manera: «se la merecen, por ser tan estúpidos».
Tampoco ha escatimado a la hora de criticar a determinadas nacionalidades, sobre todo de Francia y Alemania.
Atacando a los franceses afirmó que «la persona más influyente de los últimos 20 ó 30 años ha sido Margaret Thatcher. Si no fuese por ella, ahora viviríamos en una especie de jodida república francesa llena de parados».
En lo que se refiere a los usuarios alemanes del transporte aéreo, no se le ocurrió mejor cosa que decir que «los alemanes se restregarían desnudos contra cristales rotos por conseguir unas tarifas más económicas».
Una de las características más reconocibles durante los vuelos de Ryanair son los anuncios por megafonía y las rifas que se ofertan al pasaje. Cuando se le cuestionó a O´Leary sobre si esto podría molestar de alguna manera a algunos clientes, afirmó que:
«Aquel que se piense que los vuelos de Ryanair son un bastión de paz donde puedes relajarte contemplando tu propio ombligo, está muy equivocado. Te vamos a bombardear con todo tipo de anuncios durante el viaje, pasearemos nuestros trolleys de arriba a abajo y despertaremos a quien se quede dormido para venderle cualquier cosa».
Pero sin duda alguna, O´Leary alcanzaba su nivel más elevado de controversia cuando afirmó que estaba valorando la posibilidad de cobrar a aquellos pasajeros que hiciesen uso de los baños durante el vuelo.
El CEO de Ryanair lo explicaba de esta manera:
«Sí, estamos pensando en colocar una ranura para monedas en los baños del avión, de esta manera los pasajeros tendrían que depositar una libra para poder entrar. Se podría llamar Pagar por Mear (literal: Pay per Pee). Si alguien quisiese pagar 5 libras por ir al baño, lo llevaría yo mismo de la mano y le limpiaría el culo. Por 5 libras le limpiaría el culo yo mismo».
En otra ocasión, se intentó atacar al máximo responsable de Ryanair haciendo alusión al poder adquisitivo de sus pasajeros, insinuando que sus aviones sólo estaban ocupados por personas con pocos recursos económicos.
Tenemos que reconocer que ante semejante barbaridad O´Leary estuvo bastante acertado, afirmando que «¿Cómo que no transportamos a pasajeros ricos?. Yo volé esta misma mañana con Ryanair, y soy bastante rico».
En el apartado de ocurrencias más simpáticas, podríamos incluir el comentario que realizó el día de su boda, cuando su esposa se retrasó 35 minutos: «Probablemente esté volando con Aer Lingus».
Otro bastante menos agradable fue el que dirigió a sus propios empleados, de la siguiente manera: «Ahora aparecen algunos doctorados recién salidos de la universidad para decirte que tu plantilla es el bien más preciado de la empresa. Y una mierda. Los empleados son normalmente el mayor problema. Todos damos trabajo a algunos vagos hijos de ****, que necesitan que les den una patada en el culo, pero parece que nadie puede permitirse afirmar esto».
Si se trata de trollear a sus propios paisanos, O´Leary tampoco se lo piensa dos veces: «el sector aéreo está plagado de estafadores, mentirosos y borrachos. De estos 3 tipos, en Irlanda tenemos más que en ningún otro sitio».
En cuanto a su propia persona y función dentro de Ryanair, O´Leary parece demostrar algún tipo de bipolaridad, ya que por un lado afirmaba lo siguiente:
«Soy el directivo menos valorado y peor pagado de toda Europa. Gano 20 veces más que el sueldo medio que se paga en Ryanair, y aún así pienso que la diferencia debería de ser bastante más grande».
Pero al mismo tiempo parece evidente que es capaz de reconocer su influencia sobre la compañía:
«¿El mayor logro de Ryanair? Llevar tarifas económicas para volar a todos los ciudadanos. ¿El peor error?, probablemente el haberme contratado a mi».
Lo que sí nos preguntamos es qué habría sido de Ryanair si no estuviese O´Leary al mando. Sería especialmente interesante poder llegar a saber si para garantizar el éxito de una aerolínea lowcost se necesita a una persona de estas características al timón.