Si usted es un ciudadano con derecho a voto el próximo Domingo, se debe entender que lo más probable es que esté en el paro, porque organizar el único debate electoral entre candidatos a la presidencia del gobierno a partir de las 10 de la noche, y que acabe a la 1 de la mañana, es una manera de insinuar que no necesita madrugar al día siguiente.
Y si usted no está en el paro, pero forma parte de los más de 3.190.000 trabajadores englobados en el sector turístico del país, el más importante de todos por su aportación al PIB, no tire de momento ningún cohete, porque visto lo visto no es descartable que acabe perdiendo su puesto de trabajo en un futuro próximo.
En las casi 3 horas de promesas, amenazas, descalificaciones y muestrarios de papelería que asomaron durante el mal llamado «debate electoral», ninguno de los candidatos tuvo a bien hacer una mínima referencia al motor económico más importante de nuestro país, en el que nos jugamos la nimia cantidad de 190.090.000 millones de euros.
Nuestro 15% del PIB parece que seguirá en manos extranjeras, y lo peor de todo, no hay ningún plan B, ninguna medida, ninguna ley, ni ninguna intención de revertir esta situación.
Pocas semanas después del timo de Thomas Cook, avisado con suficiente antelación, en el que ahora nos vemos obligados a pagar de nuestro bolsillo 500 millones de euros, todavía sin saber porqué, ni en qué conceptos, ni a quién, y en el mismo día en el que nos enterábamos de que un grupo inglés se hacía con la compañía aérea nacional más relevante, nuestro próximo presidente del gobierno ni está, ni se le espera.
Ahora sabemos que el próximo año, en muchos aeropuertos de España, 9 de cada 10 pasajeros estarán obligados a volar con alguna aerolínea del grupo inglés IAG. En algunos casos, hasta el 100% de los usuarios se verán atrapados dentro de un monopolio aéreo con sede fuera de nuestro país.
Con Aviaco y Spanair desaparecidas hace muchos años, y Air Europa, Iberia y Vueling en manos de IAG, la opción a los ingleses será Ryanair (irlandesa), o EasyJet (también inglesa).
Es decir, nuestra principal industria se decidirá y controlará desde el Reino Unido, tanto en lo que se refiere a la llegada y flujo de turistas extranjeros a través de grandes mayoristas (TUI, Jet2.com, etc…), como en lo relativo a las aerolíneas más importantes.
Se habló de la agricultura, de la automoción, de los taxistas, hasta de los veterinarios, pero en lo que nos jugamos realmente la vida, sólo una mención a las «kellys» por parte de Iglesias, y otra final a Thomas Cook por parte de Casado.
Un ministerio de turismo central, 17 consejerías autonómicas, miles de concejalías y un sinfín de asesores, absolutamente para nada, porque nadie quiere meter mano a una situación que ya nos ha reventado en la cara varias veces, y ahora ni podemos controlar.
Mucho ecologismo, pero seguimos convirtiendo los destinos turísticos de nuestro país, lo más preciado que tenemos, en la pista de baile para millones de ciudadanos de Centroeuropa.
Y así seguimos, plantados en un modelo de los años 70, de cuando se hacían películas sobre las suecas que venían a nuestras playas, y se recibía a los americanos con alegría, como a Mr. Marshall.
Y así acabaremos, como en una película en blanco y negro, haciéndole la ola a los post adolescentes güiris que decidan venir a emborracharse a nuestro país, mientras los trabajadores del sector turístico siguen cobrando también los mismos sueldos de los años 70, con contratos laborales que valen lo mismo que un billete de 100 pesetas.
Pues nada, dado que ya tenemos la precariedad y el servilismo de hace 50 años, los sueldos de medio siglo atrás, y hasta a Franco de nuevo en nuestras televisiones, que por favor alguien vuelva a sacar la Mirinda al mercado, que al menos podremos volver a probar a qué sabía la España de la transición.
Manda carallo…