Después de un increíble recorrido por Namibia, uno de los países de Africa más recomendados para el turista, toca acabar la aventura en un lugar igual de espectacular.
Hablamos del hotel Le Mirage, ubicado en la zona de Sossusvlei, un auténtico castillo sin murallas construido en pleno desierto.
Llama la atención desde una enorme distancia, ya que no hay otros edificios en los alrededores, y sus formas de piedra destacan entre las dunas y el color rojizo de la arena.
A pesar de estar en una de las zonas más secas del planeta, y a escasos 100 km de la minúscula población de Solitaire, donde tienen registrado el récord de lluvias anuales en el 2011 con tan solo 479mm, Le Mirage cuenta con una bonita piscina, que es el primer sitio a donde acuden todos los huéspedes para mitigar los efectos del calor.
Las habitaciones son tan sumamente grandes que si dispones una red en el medio, podrías jugar con facilidad un partido de tenis (bueno, digamos mejor uno de badminton).
Además, las paredes de piedra, los techos altos, y la disposición de las terrazas, consiguen atrapar las pocas brisas que soplan por estos lares, manteniendo una temperatura ideal dentro de las habitaciones.
Si todavía tienes mucho calor, que no es probable, existe la posibilidad de dormir al raso (literalmente), en uno de los dos torreones que coronan los edificios. El cielo estrellado, sin ningún tipo de contaminación lumínica, te dejará con la boca abierta.
La decoración es totalmente original, y no podrás encontrar nada parecido en ningún otro lugar: muebles de madera con un estilo colonial, telas blancas y sedas por todas partes, adornos incrustados con pequeños espejos y cristales de colores en las paredes.
Le Mirage cuenta con un Spa, donde muchos hemos acabado con la intención de relajar los músculos, después de un buen número de días en el desierto, carreteras, safaris, y caminatas en medio de la naturaleza.
Pero sin duda, lo que más agradecimos y recomendamos especialmente, es su restaurante.
No disponen de una carta con cientos de platos, pero todos los que sí se ofrecen merecerían más de una estrella Michelín, si es que algún día sus críticos culinarios deciden acercarse hasta este rincón de Africa.
Y cuando crees que nada puede ya superar la noche, de repente aparecen en el comedor muchos de los empleados de Le Mirage, para cantar y bailar temas tradicionales, algo muy común en la mayoría de resorts del continente.
Si bien al principio a todos nos daba un poco de reparo intentar imitar sus movimientos y ritmos, en cuestión de pocos minutos estábamos cantando y bailando como posesos, en un fin de fiesta realmente memorable.
Ya de noche, y antes de acostarse en la cama, recomendamos encarecidamente quedarse un rato en la terraza mirando el «water hole» del hotel, el cual permanece iluminado hasta bien entrada la madrugada.
Los «water holes» son pequeños pozos de agua que se disponen en medio del desierto, con el fin de que los animales puedan beber. Durante el día apenas reciben visitas, pero en cuanto se esconde el sol, aparecen desde elefantes, antílopes, y muchos tipos de fauna auctóctona, como el Oryx, animal emblema del país.
En esta zona desértica de Namibia no hay leones, que sí verás con facilidad más al norte, donde abundan los árboles y la vegetación, por lo que puedes pasear tranquilamente por las inmediaciones del hotel sin mayor riesgo.
Eso sí, Namibia es uno de los únicos países en el mundo donde sí podrás ver elefantes en el desierto, tenlo en cuenta.
Durante el día, existe un buen número de actividades a realizar en la zona, desde paseos en globo aerostático, o en quad, a la famosísima subida de la duna 45, desde donde podrás admirar uno de los amaneceres más espectaculares de todo Africa.
Le Mirage es precisamente eso, un espejismo en medio del desierto, algo que no debería de estar ahí pero que curiosamente sí está, aunque después de tu partida te será difícil recordar si realmente lo viviste, o tan solo fue un sueño.