Los problemas siguen creciendo dentro de la aerolínea irlandesa y, salvo sorpresa de última hora, parece que próximamente vamos a ser testigos de dos hechos totalmente impensables hasta ahora en Ryanair, que pueden llegar a marcar un antes y un después en la historia de la compañía.
El primero de ellos está muy cerca de producirse, concretamente en el mes de Diciembre. El día 1 de dicho mes volverá a Ryanair Peter Bellew, el antiguo director de operaciones que se había ido a Malaysia Airlines en el año 2015.
El segundo hecho, y quizás el más llamativo y el que puede afectar de manera directa a todos los pasajeros de la compañía irlandesa, es que la primera huelga de trabajadores está cada día más cerca.
En principio, parecía que se iba a declarar de manera inminente en Irlanda, pero luego la opción española cobró más fuerza. Ahora mismo es en Italia donde los trabajadores de Ryanair ya han puesto la opción sobre la mesa y nadie duda que, más tarde o más temprano, el parón va a llegar.
Quizás sea sólo Italia, quizás España o Irlanda, o lo que es todavía peor, quizás los empleados que tienen sus bases en estos 3 países planteen una huelga al unísono, lo que sería un golpe muy difícil de encajar en Ryanair.
Demasiados problemas
Ya antes de este Verano los usuarios de Ryanair empezaron a experimentar diversos problemas en sus vuelos, en la forma de grandes retrasos y cancelaciones pésimamente justificadas.
Como es normal en Ryanair, nunca se dieron explicaciones convincentes, ya que la aerolínea da por sentado que por el precio que pagan sus pasajeros no tienen derecho a estar debidamente informados.
Culpar a la huelga de controladores aéreos franceses de la cancelación de innumerables vuelos, en rutas que en ningún momento pasaban por Francia, así como aludir a supuestas malas condiciones climatológicas en determinados aeropuertos, donde el resto de aerolíneas estaban operando con total normalidad, nos hizo sospechar a muchos que algo más estaba pasando en Ryanair.
Michael O´Leary, el principal responsable de la compañía y en cuyas manos esta se ha convertido en la primera lowcost de Europa y una de las aerolíneas más importantes del mundo, intentó culpar a sus propios pasajeros de lo que estaba pasando.
O´Leary reunió a la prensa para hacer oficial un cambio en su política de equipajes a bordo, hoy cancelada temporalmente hasta el año que viene.
El CEO de Ryanair no se ruborizó ni un instante al afirmar que el abuso que sus clientes hacían de la buena fe de Ryanair para permitirles subir con dos bultos en la cabina, llevó a que se produjeran grandes retrasos en los vuelos, dado que no había manera de acomodar todas las maletas dentro del avión, llegándose a situaciones tan kafkianas como la de llenar los baños con equipaje que era imposible colocar en los compartimentos correspondientes.
Esta teoría se derrumbó demasiado pronto, por lo que ante la necesaria cancelación de miles de vuelos por parte de Ryanair, O´Leary cambiaba de objetivo y apuntaba directamente a sus pilotos, los cuales no habían hecho más que trabajar muchas más horas de las que les correspondía sin rechistar.
De nuevo, el CEO de Ryanair se sacaba otra mentira de la manga y la hacía oficial, con cientos de periodistas delante. Esta vez había sido la propia aerolínea la que no había sabido cuadrar las vacaciones de los pilotos.
Una vez más y tal y como dice el refrán, «se coge antes a un mentiroso que a un cojo», y Michael O´Leary acababa reconociendo, después de negarlo hasta la saciedad, que se había quedado sin pilotos suficientes para poder operar todos los vuelos que estaban planificados, por lo que se veía obligado a cancelar un porcentaje de los mismos.
El gran engaño
Lo que más dolió a muchos de la inédita situación de Ryanair es que la compañía se negase en un principio a anunciar con la antelación suficiente los vuelos que iban a ser cancelados, y siguiese comercializando los mismos en su web.
Después de múltiples denuncias, finalmente la compañía reconoció que se había tratado de un «error informático», y publicaba la lista de las operaciones que ya no se iban a realizar.
Sin embargo, O´Leary se estaba guardando otro as en la manga, ya que aunque afirmaba y prometía que estos recortes acabarían en Noviembre de este año, él ya había decidido prolongarlos hasta Marzo del 2018, como mínimo, y de esta manera seguía vendiendo billetes de vuelos que nunca iban a despegar.
Ante la presión mediática y sobre todo las propuestas de sanciones que emitieron varios gobiernos europeos, entre los que destacan España, Alemania e Italia, O´Leary acababa reconociendo, una vez más, que muchos otros vuelos se verían afectados durante muchos meses más de los anunciados en un principio.
Relaciones internas bajo mínimos
Mientras por un lado Ryanair seguía buscando la manera de vender el mayor número de billetes posible, aunque se tratase de vuelos ya cancelados, por otro comenzaba una operación para amenazar a sus propios empleados.
A los TCP con bases en aeropuertos que se iban a quedar sin vuelos, se les «invitaba» a hacer las maletas e ir a ayudar a otros países, o perder el sueldo mientras durase la crisis.
A los pilotos se les recordaba donde estaba la puerta si querían irse, afirmando con total descaro que todos aquellos que acabasen en la compañía noruega Norwegian se arrepentirían en breve, ya que la situación económica real de esta era casi terminal.
Estas amenazas apenas tuvieron efecto en la mayor parte de la plantilla, por primera vez en la historial del gigante irlandés. Los pilotos desestimaron recientemente los incrementos salariales ofertados por la empresa y se han plantado delante de la misma, requiriendo una mejora de las condiciones laborales.
Contratos basura
La mayor parte de profesionales que prestan sus servicios para Ryanair lo hacen como empleados de otras empresas y no están contratados directamente por la aerolínea.
En el caso de los pilotos, muchos son obligados a formar sociedades con otros compañeros, y luego presentarse laboralmente como trabajadores autónomos a disposición de Ryanair.
En el caso de los TCP, son contratados por empresas que se dedican a proporcionar trabajadores a la aerolínea, después de cobrarles ingentes cantidades de dinero para pasar las pruebas y exámenes requeridos.
Con esta política, Ryanair obtiene grandes benefecios: por un lado, no tiene que lidiar con sus trabajadores en el caso de problemas, precisamente porque realmente no son trabajadores suyos. Por otro lado, consigue obtener importantes cantidades de dinero a cambio de cobrar la formación obligatoria y necesaria que presta a los que en un futuro podrían vestir el uniforme de la aerolínea.
Precisamente, han sido los pilotos de Ryanair quienes, en votación, han rechazado las ofertas de mejora que llegaron desde la aerolínea, concretamente en las bases del Reino Unido y de España.
Estos profesionales, por contra, reclaman mejoras en los contratos, como la posibilidad de formar parte de la compañía, evitando empresas broker y otros intermediarios, y sobre todo abandonar las prácticas por las cuales tienen que correr con gastos de desplazamiento y manutención mientras realizan su trabajo, lo cual les obliga hasta a pagar el agua que puedan consumir durante un vuelo.
Por supuesto, también se rechaza la obigatoriedad de tener que pagar sus propios uniformes, así como la de asumir los gastos correspondientes a todos los cursillos obligatorios que deben de pasar para ejercer su trabajo.
Divide y vencerás
La táctica utilizada desde siempre en la aerolínea irlandesa es la de no reconocer ningún tipo de sindicato profesional.
Con esta filosofía, Ryanair mantiene divididos a sus trabajadores, lo cual facilita las presiones sobre los mismos y minimiza la posibilidad de que estos ejerzan derechos tan básicos como el de huelga.
Ryanair ha impuesto la legislación laboral irlandesa en todas las bases que tiene repartidas por Europa, política esta que ahora ya no va a poder seguir imponiendo, ya que el Tribunal de Justicia Europeo ha confirmado la ilegalidad de dicho estrategia en una reciente sentencia.
A este varapalo legal, que pone en jaque a la aerolínea, hay que sumar la reciente creación del primer sindicato de TCP en España formado por trabajadores de Ryanair, los cuales se agruparán en una sección de Sitcpla, que ya estaba también presente en Iberia, EasyJet o AirEuropa.
Parece que el tiempo de los abusos se va acabando para los irlandeses, y no les va a ser tan fácil seguir poniendo entre la espada y la pared a todos aquellos que prestan sus servicios en la compañía.
El futuro
Considerando el dinero que está ganando Ryanair, la cual se ha convertido en una de las aerolíneas más importantes del mundo, parece lógico pensar que debería valorar la posibilidad de intentar repercutir esos beneficios en sus propios trabajadores.
Mientras año tras año sigue anunciando a bombo y platillo la cantidad de millones de euros que acaban en sus arcas, sus trabajadores siguen en la misma, o peor, situación en la que llegaron, asumiendo innumerables gastos que no les corresponderían y trabajando en ocasiones a destajo, aguantando fuertes presiones para conseguir culminar los objetivos impuestos desde la dirección.
Parece que esta vez la sangre sí va a llegar al río, y Ryanair va a tener que decidir entre seguir manteniéndose en los primeros puestos de la venta de billetes de avión, o tener que comenzar nuevas cancelaciones masivas de vuelos, que acabarán afectando a muchos millones de clientes.
Los trabajadores han perdido el miedo a la compañía y por fin se han dado cuenta que es precisamente su trabajo y esfuerzo el que llena los bolsillos de aquellos que luego no quieren ni hacerles un contrato directo, pagarles desplazamientos, o una mísera botella de agua.
Ryanair no es nada sin los profesionales que trabajan para la compañía, los cuales sí pueden desempeñar sus servicios en otras empresas.
Lamentando profundamente el tener que haber llegado a esta situación, desde Turama queremos hacer público nuestro apoyo a todos aquellos que cada día trabajan para que Ryanair siga funcionando, y su esfuerzo y dedicación no se ve compensado en cada nómina.
La situación, que en ocasiones roza la más elemental legalidad, ya no puede seguir más tiempo, y la reina del bajo coste europeo va a tener que empezar a respetar a sus trabajadores.
Tal y como decimos en el título de este artículo, Ryanair está al borde del colapso y dependerá exclusivamente de ella misma el intentar evitar que el conflicto laboral termine por herir de muerte a la gallina de los huevos de oro.