Si se pudiese viajar en el tiempo, a los directivos de Ryanair les correspondería un lugar de privilegio en alguna plantación de algodón al sur de los Estados Unidos, más concretamente en los años previos a la guerra civil norteamericana.
Allí podrían poner en práctica su particular filosofía laboral, donde unos mandan y los otros sólo pueden contestar «sí, bwana», o en el mejor de los casos quedarse callados.
Es absolutamente increíble la desfachatez y prepotencia con la que se está actuando por parte de la dirección de la aerolínea irlandesa, que en su particular visión del mundo, en la que ellos mandan, ordenan, ejecutan, son jueces y a la vez jurado, han comunicado que van a valorar si declaran las huelgas convocadas por sus tripulantes de cabina como ilegales.
Es decir, a Ryanair no le hace falta un juzgado para que se dicte una sentencia, ellos mismos se arrogan la potestad de decidir si sus empleados pueden declararse en huelga, o no.
Lo más penoso de todo esto es que teniendo en nuestro país un gobierno de izquierdas, que se supone debería defender y poner la cara por los trabajadores, en vez de tomar de una vez el toro por los cuernos y ponerle a esta compañía las cosas claras, pasa el día en cientos de reuniones para decidir si se desentierra a un muerto, o se cambia la letra de la Constitución para que nadie se vea ofendido.
Lo que está pasando en Ryanair es de juzgado de guardia y en vez de defender los intereses de ciudadanos españoles que están siendo vapuleados laboralmente por la empresa en la que trabajan, es preferible no sólo mirar hacia otro lado, sino entregar a esta compañía suculentas subvenciones de dinero público para que se siga enriqueciendo un poco más, si es que esto cabe.
Desprecio a los pilotos
El pasado Jueves, los pilotos irlandeses de Ryanair decidían ir a la huelga, cancelando alrededor de 30 vuelos.
Afortunadamente para la aerolínea, un buen número de sus pilotos no están contratados directamente por Ryanair, por lo que gracias a esto pudo salvar la situación de una manera menos caótica, aún avisando a los pasajeros afectados que no podrían volar muy pocas horas antes de la salida prevista de su avión.
Lo irónico de la situación, es que la falta de empatía por parte de los profesionales que no tienen firmado un contrato directo con Ryanair, finalmente repercute directamente en su contra, ya que la compañía justifica precisamente con esto su necesidad de no meter en plantilla a más trabajadores.
Para hablar más claramente, todos los esquiroles que no pudieron/quisieron sumarse a sus compañeros en huelga, se han alejado ellos mismos la posibilidad de llegar en algún momento a firmar un contrato directamente con Ryanair.
Tal y como decía Julio César: «divide y vencerás».
Se podría decir que lejos de tomarse en serio las reclamaciones de sus pilotos, Ryanair se cachondeó de ellas, lo que ha llevado a un recrudecimiento del conflicto, aprobándose dos nuevas fechas de parones.
De nuevo, los días 20 y 24 de Julio, los pilotos irlandeses de Ryanair volverán a ejercer su derecho legal de ir a la huelga, por lo que son de esperar más retrasos y cancelaciones, a pesar de la ayuda que pueda recibir para intentar cubrir las bajas de todos aquellos que hoy lamen la mano de su amo.
Por si alguien, en algún momento, llegó a preguntarse porqué en la aerolínea irlandesa no se hacían más contratos directos, o de dónde diablos había salido la idea que quería poner en práctica de volar sus aviones con un solo piloto, quizás ahora podrá empezar a sacar sus propias conclusiones.
Ataque a sus TCP
Sin embargo, lo que nos parece ya muchísimo más grave y que da una imagen real de la explosión interna que ha sacudido a Ryanair, son los hechos acontecidos con la tripulación de uno de sus aviones el pasado 8 de Julio.
En esa fecha, la aeronave en la cual prestaban sus servicios los 4 tripulantes de cabina afectados, se encontraba operando la ruta entre Madrid y Colonia. El aparato había salido por la mañana desde su base en Palma de Mallorca.
Cuando ya habían aterrizado en Alemania, a las 21:00 horas y después de todo un día trabajando, se les preguntó si podían seguir volando para hacer todo el camino de vuelta. Dado que los tripulantes ya habían cumplido con el número de horas que tienen asignadas por día, se les solicitó si deseaban hacerlo «a discreción».
Para que se entienda por parte de aquellos no familiarizados con la jerga propia del sector aéreo, es como si al trabajador administrativo de cualquier empresa, una vez que ha concluido su horario laboral, se le pregunta si desea seguir en la oficina trabajando.
Evidentemente, los cuatro tripulantes contestaron que ya no podían seguir volando, en primer lugar porque se encontraban física y mentalmente exhaustos, y en segundo lugar porque ya habían concluido su horario.
En cualquier otra aerolínea, lo que se hace en estos casos es traer otra tripulación para operar la ruta de vuelta a la base, pero claro, eso cuesta dinero y es mucho mejor exprimir al máximo a los empleados, aunque estos ya no puedan ni con su alma.
Ante la negativa por parte de los TCP de Ryanair, rápidamente se recibió una llamada desde Dublín, en la cual y uno por uno, fueron interrogados para saber la razón por la cual «se negaban» a seguir trabajando.
La respuesta de los 4 afectados fue exactamente la misma: ninguno se negaba a nada, simplemente habían cumplido con su horario y necesitaban irse a descansar cuanto antes.
Dado que los tripulantes se negaron a contestar «sí, bwana», tal y como está estipulado en esta aerolínea, fueron convocados a una reunión urgente en Dublín. Para ello, a las 06:00 de la mañana deberían coger un avión hacia Manchester y volar desde allí a la capital de Irlanda.
Considerando que finalmente los 4 tripulantes llegaron a sus hoteles a las 02:15 de la madrugada, procedieron a preguntar a su responsable en Dublín si podrían cumplir las horas de descanso legales estipuladas, ya que no iban a poder dormir ni apenas cuatro horas. La contestación fue que el viaje y la reunión no se consideraba como parte de sus tareas y que por ello no aplicaba el tiempo de descanso correspondiente.
Finalmente, los 4 trabajadores fueron despedidos.
En definitiva
Igual que el ejemplo que poníamos al principio, los directivos de Ryanair han cogido a 4 trabajadores de su plantación de algodón y los han ejecutado en público, con el fin de que sirva de ejemplo para el resto.
Con el fin de ganarse a la opinión pública, aunque se pisoteen los derechos más fundamentales de cualquier empleado, la dirección de Ryanair siempre apela a las molestias que cualquier retraso o cancelación conlleva a sus clientes, repitiendo que estos son la punta de su pirámide, la base de su trabajo y, por supuesto, la razón de su existencia.
Sin embargo, no deja de ser contradictorio, que siendo de tantísima importancia el pasajero para Ryanair, no dude un segundo a la hora de colocarle en su avión una tripulación cansada y exhausta, que lleva todo el día despegando y aterrizando, trabajando como si estuviesen a una altura de 2.500 metros sobre el nivel del mar.
Quizás sería necesaria también en el aire la presencia de la Guardia Civil, que de manera correcta para y controla a aquellos camioneros que se han excedido en el número de horas al volante, ya que son conocedores de los trágicos efectos que la acumulación de cansancio puede ocasionar en el cuerpo humano, máxime cuando se conduce un camión por la carretera.
Pues parece que a los señores de Ryanair no les preocupa demasiado que esto mismo pueda ocurrir a bordo de un avión, que todos sabemos que es muchísimo menos peligroso que cualquier vehículo terrestre.
La situación en Ryanair ha explotado definitivamente. Es indigno que la Unión Europea, paradigma de la defensa de los derechos humanos y adalid de la modernidad y el progreso, no vea un evidente caso de esclavismo que está ocurriendo bajo su propia nariz.
Por otro lado, tal como comentábamos al comienzo, parece mentira que ningún grupo político, ni siquiera aquellos que se arrogan el título de «defensores de los débiles y oprimidos», haya movido a día de hoy un solo dedo para investigar qué está pasando en Ryanair.
La compañía ha emitido un comunicado dirigido a todos sus empleados, indicándoles que los tripulantes de cabina no tienen derecho a decidir cuándo siguen trabajando, o cuándo no. A partir de este momento, si el comandante decide proseguir volando, ellos deberán hacer lo propio, independientemente de las horas que lleven trabajadas.
Y así, de esta manera y quedándose tan anchos, sigue sin pasar absolutamente nada.
Pues sólo resta decir que, pasajeros de Ryanair o no, tomen todos buena nota de este asunto, ya que esta empresa es el ejemplo para muchas otras que desean alcanzar su mismo éxito y que no dudarán en tratar a sus empleados de la misma manera, o incluso peor, si eso les resulta en un beneficio económico.