No, esta vez no vamos a hablar de los serios problemas laborales que rodean a la aerolínea irlandesa, la recienta huelga que sufrió en Italia, las amenazas de demanda por parte del SEPLA en España, o los anuncios puestos por su máximo responsable, Michael O´Leary, en Sudáfrica para reclutar más pilotos.
Esta vez vamos a comentar la incidencia sufrida por un avión de Ryanair el pasado Sábado, día 10 de Febrero, en el que durante un buen rato se puso a prueba el nivel de respuesta de varios países europeos ante un supuesto secuestro aéreo.
A favor de Ryanair tenemos que decir que este tipo de incidentes pueden ocurrir en cualquier avión de cualquier aerolínea, pero esta vez le tocó a sus pilotos vivir una situación de gran estrés que hizo saltar todas las alarmas en Bélgica, Holanda y el Reino Unido.
Los datos
Ryanair Boeing 737-800, matrícula EI-EBK.
Vuelo FR9525 entre Lublin (Polonia) y Londres Stansted (Inglaterra).
Causa del incidente: fallo de comunicaciones.
No se produjeron daños personales ni materiales.
Los hechos
El avión de la compañía irlandesa Ryanair se encontraba en ruta a una altura de 36000 pies, FL360 (unos 11.000 metros), sobre Holanda y sin ningún tipo de incidencia a destacar, cuando repentinamente se perdió el contacto por radio con los pilotos.
Rápidamente, desde varios puestos de control se intentó comunicarse con el aparato, siendo imposible conseguir algún tipo de respuesta tanto desde Alemania, como en Bélgica, Holanda e incluso Reino Unido.
Varias aeronaves comerciales que volaban en las cercanías intentaron también contactar con el avión de Ryanair a través de la frequencia de emergencia 121.5, pero todas obtuvieron el mismo resultado negativo.
En vista de la situación y de acuerdo con los protocolos internacionales establecidos, desde Maastricht se ordenó la inmediata salida de un caza militar F-16 para interceptar el avión de Ryanair.
En pocos minutos el avión militar se encontraba en el aire dispuesto para interceptar el avión de la compañía irlandesa, y es fácil imaginar el nivel de estrés, preocupación y frustración que podían sentir en ese momento ambos pilotos, los cuales eran conscientes de las consecuencias que estaban provocando.
Para acabar de poner algo más de tensión a la noche, desde Londres también se ordenó el despegue de varios cazas militares (desconocemos el número exacto), con el fin de interponerse en la ruta del avión de Ryanair, a la entrada del espacio aéreo inglés.
Una situación similar ya se había producido en Octubre del año pasado, también con un avión de Ryanair. En aquella ocasión, varios EuroFighter de la RAF interceptaron y escoltaron al avión irlandés hasta que este tomó tierra.
La interceptación
La interceptación de un aviación civil por un caza militar es como un baile, en el cual ambos pilotos conocen perfectamente los movimientos que tienen que hacer.
Generalmente, la aeronave militar accede desde la parte trasera de la civil, aprovechando para hacer un reconocimiento visual del estado en el que se encuentra el avión y poder así observar si existe algún signo que pudiese confirmar un caso de secuestro aéreo, o cualquier otro tipo de emergencia.
El caza adopta el rumbo del avión civil y su velocidad, y se coloca a su par desde el lado izquierdo, junto a la cabina. En ese momento, se intenta confirmar visualmente el estado de los pilotos, para lo cual se pueden utilizar señales y gestos con las manos, o también destellos de luz.
Si el piloto militar considera desviar el rumbo del avión, comenzará a realizar un giro de manera lenta y pausada, con el fin de que los pilotos civiles sigan sus movimientos.
En el caso de confirmar que no hay ninguna razón para sospechar de algún tipo de actividad ilegal o emergencia en vuelo, el caza militar romperá de manera brusca el emparejamiento, generalmente realizando un alabeo que pueda ser visto por los pilotos civiles.
Sólo un susto…
Unos 40 minutos después de surgida la emergencia, finalmente los pilotos de Ryanair pudieron reanudar el contacto por radio, confirmando que la situación se había desencadenado a raíz de un fallo en las comunicaciones, y que no había razón alguna de alarma.
En ese momento, el F16 retornó a su base, cosa que también hicieron los cazas militares británicos, permitiendo la entrada del avión de Ryanair en el espacio aéreo inglés, el cual aterrizaba sin mayor novedad en el aeropuerto de Stansted.
Este tipo de situaciones, por razones obvias, son tomadas muy en serio por los controladores aéreos, los cuales informan de las mismas a los organismos competentes en cada país, que a su vez ordenan la interceptación del avión en cuestión.
A pesar de que los pilotos civiles disponen de otros medios para comunicar un fallo en la radio, un secuestro o una emergencia, tal y como está el panorama actual cualquier medida que se tome es poca y aunque cada minuto de vuelo de una aeronave militar de estas características es realmente costoso, es preferible esto a encontrarse con un avión comercial sobrevolando territorio civil totalmente incomunicado.
Mala suerte en este caso para el avión y tripulantes de Ryanair, que durante 40 largos minutos pusieron en jaque los sistemas de seguridad del espacio aéreo europeo, lo que al menos sirvió para volver a confirmar que estamos en manos de profesionales y que los protocolos de emergencia funcionan.
Quizás, la noche del pasado Sábado ambos pilotos durmieron con la imagen del F16 a su lado, pero al final todo esto no deja de ser otro gaje del oficio.