La compañía aérea estatal de Arabia Saudí, Saudi Arabian Airlines, conocida comercialmente como Saudia, ha decidido imponer un código de vestimenta para sus pasajeros, que evidentemente afecta en mayor medida a las mujeres que a los hombres.
Parece que la aerolínea árabe, que cuenta en la actualidad con una flota de 187 aeronaves y opera vuelos nacionales e internacionales en 4 continentes, ha bajado en mucho la media de edad de sus aviones, pero no ha adaptado la mentalidad de sus directivos al siglo XXI.
Podemos entender las implicaciones político religiosas de una empresa que pertenece a un país profundamente islamista, lo cual explicaría este tipo de medidas dentro de sus propias fronteras geográficas, pero no nos cabe en la cabeza que esta compañía pretenda dar servicio a pasajeros de medio mundo, y de muy diversas nacionalidades, obligándolos a cumplir con unos preceptos que son totalmente desconocidos y muy poco populares en Occidente.
La polémica saltó estos días a las redes sociales de manera estruendosa, haciéndose eco de las restricciones que Saudia impondría a aquellas pasajeras y pasajeros que no cumplieran con el código de vestimenta que se especificaba en su página web, y que acaba de ser retirado misteriosamente.
Afortunadamente, se ha conservado la publicación de la aerolínea árabe, en la cual indicaba que no se permitiría el acceso a sus aviones a aquellos pasajeros que «vistieran de tal manera que causasen malestar u ofensa a otros pasajeros».
Más concretamente, se especificaba que las restricciones se aplicarían sobre aquellas «mujeres que expusieran sus brazos y piernas, o vistieran con prendas demasiado finas o demasiado ajustadas». También se hacía mención a los «hombres que expusieran sus piernas o no estuviesen debidamente calzados».
La aerolínea se ha visto obligada a aclarar que sólo impondrá este código de vestimenta en los vuelos con origen y/o destino en Arabia Saudí.
Por otro lado, la compañía ha intentado evitar la polémica indicando que este tipo de códigos están regulados por la IATA (International Air Transport Asociation), lo que a su vez ha provocado que esta asociación haya tenido que desmentir este punto y aclarado que por su parte no se especifica ningún tipo de código de vestimenta para pasajeros, y que este asunto queda totalmente en manos de cada aerolínea de forma interna y privada.
Haciendo también uso de una lógica aplastante, Saudia quiere recalcar que el uso de prendas muy ajustadas no se recomienda en vuelos largos, ya que pueden perjudicar la circulación sanguínea, razón por la cual recomienda utilizar ropa lo más suelta posible.
La reacción de la mayoría de internautas ha sido criticar con dureza la política de la aerolínea árabe, pero muchos otros han defendido su filosofía apelando a que aquellos que deciden viajar a este país deben de cumplir estrictamente con sus normas, incluso cuando vuelan hacia o desde el mismo.
Hay que recordar que en Arabia Saudí las mujeres están obligadas a vestir con el abaya, una larga capa negra que tapa todo el cuerpo excepto la cara y las manos, y los hombres deben utilizar siempre una camisa y no enseñar sus piernas en público.
En todo caso, la polémica está servida: ¿Debe una aerolínea imponer un código estricto de vestimenta a sus pasajeros, considerando que vuelan hacia o desde un país islámico, o deberían de abstenerse de este tipo de normas cuando sus usuarios fuesen de otras nacionalidades y/o creencias religiosas?.
Lo que sí nos parece necesario es que por parte de la mayor parte de aerolíneas occidentales se limitase de alguna manera el desmadre general en el que se está convirtiendo el outfit de muchos pasajeros y pasajeras dentro de los aviones.
Vamos a dejar de lado la utilización de supuestas almohadas cervicales que suelen inflarse y colocarse en el cuello en el momento en el que el pasajero pisa las instalaciones del aeropuerto, paseándose por este como si se tratase de una víctima de un accidente de tráfico con un esguince cervical.
Nos referimos a abordar la cabina de los aviones de la misma guisa con la que se acude a cualquier playa de nuestro litoral, vistiendo bañadores o bermudas, camisetas sin mangas y sandalias del tipo «flip-flop».
En realidad, a todos estos pasajeros se les podría denegar el acceso al avión, basándose en el reglamento relativo a los casos de emergencia, pero en la mayoría de ocasiones se hace la vista gorda a fin de no entrar en polémicas.
A todos estos viajeros nos atreveríamos a hacerles un par de consideraciones desde Turama:
La primera sería recordar que, a pesar de volar hacia o desde un destino caluroso, cuando se está a 11.000 metros de altura, y sobre todo por la noche, dentro de la cabina del avión la temperatura suele bajar de forma muy rápida. Considerando que en la actualidad ya hay muchas aerolíneas que cobran por el mero hecho de facilitar una manta, debería de tenerse en cuenta este detalle para no tener que pasar frío, o pagar dinero, mientras se vuela.
La segunda hace alusión a los casos de emergencia que pueden darse en cualquier vuelo, y que de hecho ya han acontecido recientemente, en los que en algunas ocasiones los pasajeros han tenido que abandonar la aeronave corriendo a través de partes del fuselaje, o por encima de elementos del motor que conservaban una alta temperatura. Evidentemente, aquellos que utilizaron un calzado apropiado no sufrieron ningún daño derivado de esta eventualidad.
Otro de los problemas que se ha duplicado en lo que llevamos de Verano son los arrestos a pasajeros que presentaban signos de intoxicación etílica.
Desde el Reino Unido se han apresurado a afirmar que, aunque muchos de los implicados son ciudadanos de esta nacionalidad, el problema es la permisividad que ha surgido en aeropuertos como Alicante, Ibiza o Palma.
En Inglaterra este asunto ya ha llegado al Parlamento y se van a aprobar en breve una larga retaíla de medidas para evitar estos cada vez más frencuentes incidentes, entre las que se encuentran fortísimas multas para aquellos implicados.
Jet2 ya ha sido la primera aerolínea en restringir el alcohol en determinados vuelos, y se espera que pronto se vayan sumando el resto de compañías.
De hecho, esta misma aerolínea saltaba también recientemente a los medios al prohibir el embarque a un grupo de pasajeras que se disponían a comenzar un viaje de despedida de soltera, y que hacían uso de unas camisetas en las que se leía «Bitches on Tour». Ante la negativa de estas a cubrir o cambiar dichas camisetas, se les denegó el permiso para subir a bordo del avión de la compañía inglesa.
Sin ir más lejos, la poderosa United Airlines estadounidense empezó su calvario de quejas durante este año después de haber prohibido el embarque a dos pasajeras por vestir con leggins, en un país en el que no se suele criticar la forma de vestir de sus ciudadanos.
Quizás en todos estos casos habría que aplicar el menos común de los sentidos, el sentido común, y evitar los extremos. Ni tener que taparse por completo para poder tomar un avión, ni tampoco subirse al mismo casi sombrilla en mano, igual que si se fuera a disfrutar de un bonito día de playa.