Se hace imprescindible subvencionar los vuelos entre la Península y las Islas

El año pasado se batió otro récord: España recibía a un total de 83.8 millones de turistas extranjeros.

Al mismo tiempo que se comentaba y celebraba con gran algarabía esta noticia, llegaba otra que no era tan favorable: España sigue siendo, junto con Grecia, el país con una tasa de paro más elevada, tanto en Europa, como en buena parte del resto del mundo.

Durante el 2019, nuestra tasa de desempleo fue de un 13.7%.

Tal y como hemos dicho en otras ocasiones, ahora toca preguntarse si siendo los segundos receptores de turismo a nivel mundial, sólo superados por Francia (90.2 millones en 2019), esto realmente supone un beneficio para nuestro país, o más bien un grave problema.

Nuestros vecinos franceses no sólo han acogido a más de 90 millones de turistas, sino que su tasa de desempleo durante el pasado año llegó hasta el 8.4%, una cifra elevada y superior a la media de la zona Euro (7.4%), pero bastante inferior a la nuestra.

No sólo eso, la ciudad de París es la segunda de todo el planeta que percibe más ingresos derivados del turismo, cifrados en la cantidad de 31.786.000 millones de euros en el último ejercicio, según el informe elaborado por la WTTC.

Sin embargo, acorde con el mismo documento, las dos ciudades españolas que reciben a más turistas extranjeros, Barcelona y Madrid, ocuparían los puestos 25 y 29, respectivamente, en el ranking de ciudades del mundo que ingresan más dinero a costa de la cantidad de turistas que las visitan.

Ante esto, hay dos evidencias que parecen irrefutables:

  1. El enorme número de turistas recibidos no es aprovechado para crear empleo.
  2. El enorme número de turistas recibidos no generan el beneficio económico deseable.

Pero existen todavía mayores incongruencias que podemos extraer de estas cifras.

Las cuatro Comunidades Autónomas que fueron más visitadas durante el año pasado por turistas extranjeros fueron Cataluña, Islas Baleares, Canarias y Andalucía.

Mientras en Cataluña y Baleares la tasa de desempleo registrada el pasado año llegó al 10.5% y 9.9%, respectivamente, tanto en Canarias como en Andalucía se disparaba al 18.8% y 20.8%, respectivamente, cifras sólo superadas a nivel mundial en países como Sudáfrica.

Sin embargo, en otras Comunidades Autónomas donde apenas llegan un número casi testimonial de turistas extranjeros, pasa exactamente lo contrario.

El año pasado, Navarra recibía un total de 420.800 visitantes foráneos, siendo la decimotercera Comunidad española en volumen de turistas extranjeros, mientras que su tasa de desempleo llegó al 9.0%, la más baja de todo el país.

El País Vasco, con un total de 1.631.900 turistas de fuera de nuestras fronteras durante el 2019, llegaba a una tasa de desempleo del 9.1%.

La Rioja, con una cifra totalmente testimonial de apenas 141.900 turistas extranjeros, una de las más bajas del país, registró una tasa de desempleo del 9.9%, exactamente la misma que Baleares, que albergó a 13.680.900 viajeros no españoles.

Es decir, las cifras no mienten: el número de parados es muy superior en aquellas Comunidades Autónomas que reciben a más turistas.

¿Por qué?

El turismo en nuestro país está en manos de dos mercados principales: el inglés y el alemán.

Aquel que recibimos desde el Reino Unido, ha traído hasta nuestro territorio a un total de 18.078.000 visitantes, muy por encima del germano, con un total de 11.176.500.

Ambos mercados son gestionados directamente en sus propios países, con sus propias mayoristas, touroperadores y agencias de viajes, así como con sus propias compañías aéreas.

Lamentablemente, el mayor beneficio económico que generan, lo generan dentro de sus fronteras, que es donde se comercializan los paquetes de sol y playa más demandados, percibiendo nuestro país lo que podría ser considerado como las migajas de este gran negocio.

Es más, muchos de los hoteles y resorts a los que acuden en masa nuestros vecinos europeos, son propiedad de cadenas internacionales, por lo que en gran parte de las ocasiones todo el dinero que estos visitantes gastan en nuestro territorio, se limita al precio de los helados que compran en la playa.

Sirva como ejemplo el de nuestros vecinos portugueses, que con apenas 24.300.000 turistas extranjeros recibidos en el 2019, unos 60 millones menos que España, registró una tasa de desempleo del 6.9%, por debajo de la media de la zona Euro.

Urge activar el turismo doméstico

Todo esto nos lleva a pensar que nuestro sector turístico se ha enfocado muy erróneamente hacia el visitante extranjero, frente al nacional, y explotando el segmento de «sol y playa», que genera muy poca calidad y beneficios bastante reducidos.

Como agencia de viajes, vemos todos los días como jóvenes españoles entre los 18 y los 30 años, prefieren gastar su dinero viajando a Asia, principalmente a Indonesia y Tailandia, antes que hacerlo a las Islas Canarias, por poner un ejemplo.

El pasado Verano, muchos de nuestros clientes con intención de viajar a las Islas, acabaron comprando sus viajes en otros destinos extranjeros, debido al enorme coste de los billetes de avión, frente a ofertas para volar a Europa de las aerolíneas lowcost.

Estamos obligando a viajar a nuestros propios turistas fuera de nuestras fronteras, mientras que realizamos grandes ofertas para atraer al visitante lowcost extranjero.

Ahora, el empeño del Ministerio se ha enfocado en el turismo chino, básicamente porque mueve enormes masas de gente, pero que lamentablemente va arrasando allá por donde pasa.

Ese mismo empeño lo tuvo en su día también Tailandia, que después de verse totalmente inundada de visitantes chinos tuvo que comenzar a restringir el número de ofertas de viajes dirigidas a ese segmento en particular.

Mismo problema que tuvo Australia, que acabó apostando por el turismo que recibe de Corea del Sur.

Todos los millones que se están gastando en seguir promocionando nuestro país de la misma manera que lo hace Egipto, Túnez, o Turquía, podrían derivarse a subvencionar los desplazamientos aéreos entre la Península y las Islas, igual que se está haciendo de forma inversa.

A la vista de lo que está pasando, y de lo que puede llegar a pasar en breve, se hace necesario apostar por el visitante doméstico, bastante más sostenible en el tiempo y dado a participar económicamente de otros agentes implicados, sin encerrarse en un resort con un régimen de pensión completa.

No es de recibo que le resulte más barato a un ciudadano extranjero volar a nuestras islas, que a uno español, lo cual es una señal inequívoca de que se están haciendo las cosas rematadamente mal.

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