Se juegan la vida por viajar barato

Estamos que no lo creemos. La filosofía lowcost que nos invade ha llegado a tales extremos que hasta la propia integridad física no es importante, si con ello se consigue un viaje «barato».

Y esto es lo que nos ha pasado recientemente, al atender a un seguidor que nos solicitaba la reserva de unas vacaciones en un hotel de una isla al sur de Filipinas, Mindanao, justo en un lugar donde actualmente hay enfrentamientos armados entre el ejército y distintas facciones de terroristas.

Evidentemente, en cuanto recibimos tal petición contactamos con el interesado para informarle de la situación actual. Nuestra sorpresa fue mayúscula, al recibir la contestación de que ya era consciente de la misma, pero los precios en la zona eran muy bajos y asumía las consecuencias.

Lamentablemente, tuvimos que borrarnos de semejante operación, con el correspondiente enfado y disgusto de nuestro interlocutor, el cual creemos que acabará viajando al lugar a pesar de la conversación telefónica mantenida con el mismo.

Alguien podría pensar que se trata de un caso asilado, de gente muy particular, pero esto no es así. Durante este mismo Verano tuvimos que lidiar con casos similares, no tan exagerados, pero sí realmente preocupantes.

Otra seguidora se ponía en contacto con Turama para informarse sobre los precios de unos billetes con una compañía aérea Africana, la cual tiene prohibida su entrada en el espacio aéreo europeo.

La razón de esto son las innumerables incidencias y deficiencias detectadas en los últimos años, en los que además llegó a cerrar y abrir hasta en dos ocasiones.

Igual que en el caso anterior, a pesar de explicar telefónicamente los riesgos que conlleva volar con semejante aerolínea, esta persona insistía en viajar con ella porque sus tarifas eran muy económicas. Ni que decir tiene que en Turama no comercializamos billetes de este tipo de empresas.

Y quizás la gota que colmó el vaso fue lo que vivimos hace escasos días, cuando otro seguidor se interesó por los precios de un billete a Los Angeles.

Después de preguntarle si ya tenía lista la ESTA (el visado online que es obligatorio obtener para acceder al país), nos cuestionó que tenía qué poner en el lugar destinado para la dirección que tendrá el visitante una vez entre a los EEUU.

Le comunicamos que en ese espacio debería escribir la dirección del hotel, casa, apartamento, o cualquier otro tipo de alojamiento en el que tenga previsto pernoctar.

Pues esta persona nos respondió indicando que, «en principio», no tiene previsto dormir en ningún sitio en particular. Específicamente, nos dijo que intentaría dormir en la playa «si las condiciones eran buenas», y si este no era el caso, ya se buscaría él «cualquier agujero».

Pasando por alto el hecho de que esto sería total y absolutamente ilegal y nosotros, como agencia de viajes seria y responsable, no podemos contribuir a facilitar estas situaciones, no pudimos evitar el preguntar por qué ese interés en viajar a los EEUU de ese modo, cuando con lo que se gastaba en el avión podría viajar, por ejemplo, hasta Múnich y disfrutar del Oktoberfest, un destino alternativo que le sugerimos.

Pues esta persona sólo atinó a comentarnos que tenía una gran ilusión en poder viajar al Oeste de los EEUU y, sobre todo, poder conocer la cultura surf de esa zona del país.

Curiosamente, ninguna de estas 3 personas, ni otras tantas con las que tuvimos que hablar durante todo este Verano, habían pensado en las consecuencias que podrían tener sus acciones, una vez fuera de España.

Ante todo y sobre todo, para ellos lo que prevalecía era el concepto «precio».

Y llegados a este punto, comenzamos a preguntarnos si no estamos tirando demasiado de la cuerda del lowcost, que parece que lo aguanta todo, pero no es así, y más tarde o más temprano acabará rompiendo por donde menos se espera.

Viajeros que enumeran los países en los que han estado y en los que tienen previsto parar próximamente, muchas veces sólo unos pocos minutos, los suficientes para subir la correspondiente foto a las redes sociales.

Supuestos «especialistas» de destinos en los que sólo paran breves instantes, pero que se permiten el lujo de dar recomendaciones a sus seguidores y amigos, e interesantes «tips» para que sigan en caso de visitar los mismos.

¿Es esto viajar?. Nosotros creemos que no. En nuestra opinión, esto podría compararse a los ejercicios de supervivencia que se requieren en determinados cuerpos militares, pero viajar, lo que se dice viajar, es una costa totalmente distinta.

Pues gracias a estas nuevas generaciones de «viajeros», por llamarlos de alguna manera, proliferan determinadas compañías aéreas, aplicaciones online, establecimientos hoteleros y los conocidos influencers, que un día promocionan en sus vídeos lencería y, al día siguiente, cuentan las bondades de cualquier destino turístico.

Como pollos sin cabeza, algunos seguidores acuden a nosotros desesperados, porque vieron en determinado vídeo a su ídolo viajando con un supuesto presupuesto por su destino favorito, y no son capaces de hacer la misma ruta por la misma cantidad de dinero.

Y realmente a nosotros nos resulta muy complicado (y bastante molesto) tener que explicar a esta gente que lo que están viendo no es real, que estas personas viven precisamente de decir que hacen cosas que realmente no hacen.

Como el sistema funciona de maravilla, se han apuntado al mismo desde distintas empresas del sector: aerolíneas vendiendo billetes a precios que luego no aparecen por ningún lado, viajes y rutas organizadas en países exóticos por cuatro euros, que luego son diametralmente distintas a cómo se habían publicitado, ofertas que tienen más letra pequeña que la etiqueta de una camiseta del Decathlon, etc etc etc.

Quizás sea este el mejor momento, o el segundo mejor momento, para parar por un instante y recapacitar sobre lo que está pasando. Quizás estemos llevando demasiado lejos lo de los viajes lowcost y, quizás, por esa misma razón, cada día surgen más incidencias en el sector.

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