El Verano ha concluido, y nadie sabe cómo ha sido. Bueno, para ser más precisos hay que reconocer que es algo que suele pasar a finales de Septiembre y a día de hoy todavía no hemos encontrado a ninguna compañía aérea culpable de este hecho.
Desgraciadamente y hablando estrictamente de aerolíneas, probablemente hayamos pasado uno de los peores años que podamos recordar. A las cada día mayores tropelías a las que nos están intentado acostumbrar algunas, hay que sumar factores externos que han afectado de manera muy grave al sector, como las huelgas de controladores aéreos.
Curiosamente, en el ejercicio de hipocresía y falta de crítica más soez que se haya visto en mucho tiempo, varias compañías aéreas se han juntado para exigir medidas que impidan este tipo de protestas, ya que, según ellas, son las únicas responsables de todos los despropósitos ocurridos durante el Verano 2018.
Desde luego, no se les ocurre hacer alusión al maltrato al que someten a sus pasajeros, a las pésimas planificaciones de rutas y horarios, al flagrante incumplimiento de la legislación vigente sobre indemnizaciones, al pasotismo general a la hora de contestar reclamaciones. No, de eso nada, la culpa de todo la han tenido los controladores aéreos.
El nivel de inmunidad que han alcanzado las compañías aéreas en general, ha conseguido que actualmente se comporten con una chulería y prepotencia impropias de cualquier otra empresa perteneciente a un sector diferente.
El servicio de atención al cliente ha desaparecido, o se ha disipado en otra cosa distinta a base del envío de correos electrónicos y SMS, y la empatía de los empleados de las aerolíneas con sus pasajeros cuando surgen los problemas es equiparable a la de de cualquier vigilante de discoteca cutre impidiendo la entrada de un borracho al local.
Así nos tratan ahora: esto es lo que hay, si te gusta bien y si no te gusta, cógete un abogado y demándame, me da absolutamente igual.
Dicho esto y sin mas dilación, pasamos a contaros qué compañías se han llevado nuestros trofeos a la torpeza de este Verano.
Tercer Puesto
EasyJet
La lowcost inglesa ha hecho más daño fuera de nuestras fronteras que dentro.
Su particular handicap no han sido las cancelaciones, que también, sino los retrasos, un problema que arrastra desde hace tiempo y que ya denunciamos el año pasado desde Turama.
Como suele pasar en tantas otras facetas de la vida, cuando uno quiere abarcar mucho, al final aprieta muy poco, y eso es precisamente lo que sucede con EasyJet.
Planificaciones de vuelos demasiado optimistas para el Verano, al final se convierten en un sinfín de horarios que no pueden ser cumplidos por sus tripulaciones, lo que en definitiva repercute sobre el pasajero, que armado de paciencia tiene que esperar para ver cómo se arregla el entuerto.
Sólo con autolimitarse un poco a la hora de planificar sus vuelos en los días más calientes de año, EasyJet daría un salto de calidad inimaginable a día de hoy.
Segundo Puesto
Ryanair
La aerolínea irlandesa está empeñada en seguir un camino de auto destrucción que carece totalmente de sentido.
Con una de las flotas más jóvenes de Europa, las tarifas más baratas del mercado y un enorme abanico de destinos a donde volar, Ryanair sigue peleándose con sus propios empleados y tratando de esquivar el tener que cumplir con las normativas de cada país, como todo hijo de vecino.
Sólo a Ryanair se le permite amenazar a trabajadores que deciden ir a la huelga, negarse a indemnizar a sus clientes, no aplicar la política laboral del país en el que opera y tratar a sus pasajeros como si fueran niños pequeños.
Puede hacer todo esto gracias al precio de sus asientos, porque si no fuera por ese «pequeño» detalle, hace muchos años que habría cerrado.
De no ser por los problemas internos constantes, de los jaleos que se montan dentro de sus aviones, de los desplantes a sus clientes y de ciertas prácticas laborales que dan vergüenza ajena, Ryanair sería no sólo la primera compañía aérea de Europa, sino una de las pocas que seguiría volando en los cielos del viejo continente, básicamente porque no habría ningún tipo de competencia que le pudiese hacer sombra.
Primer Puesto
Grupo IAG
En el primer puesto de nuestro ranking de las compañías más torpes, hemos decidido juntar a las 3 aerolíneas más importantes del grupo IAG, que se han pasado todo el Verano enseñándonos a todos el nivel de degradación que se puede alcanzar en el sector aéreo.
Así que, como diría Jack el Destripador, vamos por partes:
British Airways
Que a día de hoy el español Alex Cruz siga al frente de British Airways, nos parece un auténtico milagro.
Alex, acostumbrado al estilo que tenía en Vueling, llegó a British Airways con la firme convicción de recortar gastos, pero entró en modo «Eduardo Manostijeras» y quizás se ha pasado un pelín de frenada.
Para los que no lo sepan, British tenía un servicio propio de informática que funcionaba como un reloj de precisión. Sir Alex consideró que la aerolínea perdía mucho dinero pagando las nóminas de estos trabajadores, por lo que ni corto ni perezoso despidió a todos, cerró el departamento y contrató la externalización de este servicio a una empresa en la India.
El año pasado, los efectos de este cambio se hicieron evidentes con el apagón informático sufrido por la compañía, que terminó afectando a más de 75.000 pasajeros, supuso la necesidad de pedir ayuda a otras aerolíneas, como Qatar Airways, e indemnizaciones por importes superiores a los 100 millones de libras.
Como esto parecía que no era suficiente y todavía se podía subir un poco más la apuesta, este mismo año British Airways reconocía una brecha en su sistema informático de seguridad y el supuesto robo de los datos de tarjetas de crédito de miles de sus pasajeros, lo que ya apunta a más indemnizaciones y a una multa que podría rondar los 500 millones de libras.
Ahora le toca a Alex hacer cuentas y pensar si entre lo que ya lleva pagado del primer apagón informático (más de 100 millones de libras, sólo en indemnizaciones), más lo que va a tener que pagar por este nuevo desastre (más de 500 millones de libras, sin contar indemnizaciones), no le habría resultado más rentable dejar las cosas tal y como estaban, ya que nunca habían provocado problemas de ningún tipo.
Y es que como suele suceder siempre, lo barato al final sale muy caro.
Iberia
Nosotros ya lo venimos diciendo desde hace tiempo, y precisamente cuanto más tiempo pasa, más nos da la razón: Iberia se ha convertido en una lowcost con aires de grandeza.
Es evidente que la última que nos ha hecho Iberia nos ha dolido bastante, por no utilizar otra expresión más sonora, pero nunca pensamos que esta aerolínea llegaría a tener que utilizar los datos de nuestra tarjeta de crédito para hacer cargos indebidos y no autorizados sobre la misma, tomándose después toda la calma del mundo para darnos cualquier tipo de explicación que pueda justificar semejante patada a las leyes y reglamentos más básicos de nuestro país.
Esto no se atreverían a hacerlo nunca ni Ryanair, ni EasyJet, ni Norwegian, ni WOW, ni Primera, ni ninguna lowcost de las consideradas «más cutres», a las que se puede acusar de muchas cosas, pero no de tener que quitar el dinero del bolsillo de sus clientes como hace Iberia.
Además de esto, que para nosotros es la gota que colma el vaso, tampoco podemos entender en base a qué Iberia se puede permitir cobrar más que cualquiera de las otras compañías aéreas antes mencionadas.
Sus aviones son más antiguos, su trato al cliente es demencial, la comodidad de sus asientos y la separación entre los mismos es inferior al de la mayoría de lowcost y luego, cuando surgen los problemas, Iberia se disuelve como un azucarillo en un vaso de agua.
Y si no, que se lo pregunten a los pasajeros que volaban hace pocos días entre Nueva York y Madrid, y tuvieron que hacer un aterrizaje no programado en el aeropuerto de Boston por una avería en el nuevo Airbus A350 de Iberia.
Surgida la incidencia, Iberia empieza a trabajar a la velocidad de un petrolero maniobrando para atracar en puerto, y mientras tanto sus pasajeros alojados en camillas de campaña en medio del lobby del aeropuerto. Vergüenza no, lo siguiente.
Eso sí, son los más puntuales del mundo mundial. Claro, si a un vuelo de escasos 50 minutos, siendo ya generosos, le dan un tiempo estimado de 1 hora y 15 minutos, cualquiera no es puntual.
Vueling
Para resumir y ser lo suficientemente claros: Vueling no debería de existir.
Después del fiasco del 2016, a la compañía supuestamente se le habían dejado las cosas muy claras: otro escándalo por el estilo y se acabó el operar en España.
Gracias a esta llamada de atención, el Verano 2017 transcurrió sin demasiados problemas, lo cual celebramos enormemente desde Turama.
Sin embargo, este 2018 ha sido un auténtico cachondeo. El funcionamiento de Vueling durante toda la campaña de Verano clama directamente al cielo.
Poco podemos añadir ya a todo lo que hemos publicado durante el Verano sobre la lowcost española, pero es la primera vez en nuestra vida, tanto personal como profesional, que evitamos comprar y también comercializar billetes de una compañía aérea en concreto, por temor «a lo que pueda pasar».
Para nosotros, Vueling ha perdido toda la confianza que pusimos en ella el año pasado, cuando todavía sufría ataques injustificados que no nos gustaron nada. En este momento y hasta que alguien nos pueda demostrar lo contrario, nosotros no podemos confiar ni un minuto más en Vueling.
En nuestra muy humilde opinión, toca comenzar desde cero. Vueling ha demostrado que necesita una regeneración y rehabilitación total, de arriba a abajo. Seguir con esta misma inercia y no resolver los problemas que padece actualmente la compañía, es esperar al próximo gran batacazo, que puede ser el definitivo.