Viajar y el efecto Droste

Imagina que vas a comer a un restaurante, te entregan la carta y ves que el nombre de todos los platos comienza con la palabra «oferta»: oferta lomo ibérico, oferta merluza a la gallega, oferta tarta de manzana, oferta café, etc.

Seguro que pensarías que es algo que resulta bastante sospechoso, porque evidentemente no es normal.

Pues bien, en el sector turístico la gente se ha acostumbrado a viajar con ofertas que en realidad no lo son. Por esta razón, verás los escaparates de muchas agencias empapelados con posters, anuncios y carteles en los que destaca, por encima de todo, la palabra «oferta».

Pero esto ha llevado a algo que es todavía peor, tanto para las agencias, como para los viajeros en general.

Por si no lo sabías, existe algo que se llama el efecto Droste. Aunque no conozcas el término en si, seguro que lo has visto en multitud de ocasiones.

El efecto Droste se produce cuando una imagen que es percibida en primer plano, se refleja a si misma, y contiene una versión más pequeña en su interior, que a su vez contiene otra más pequeña, y otra, y otra, y otra, hasta lo que parece el infinito.

Te ponemos un ejemplo para que veas de lo que hablamos.

Pues bien, actualmente hay un enorme número de viajeros que se han contagiado de este curioso efecto visual, y son ellos mismos los que se reflejan una y otra, y otra, y otra, y otra vez, cuando están preparando sus vacaciones.

Te explicamos el modus operandi de los viajeros Droste, por si te ves tú también reflejado en el mismo.

En qué consiste

El viajero Droste comienza localizando una «oferta» que le llama la atención. Generalmente, mira más el precio que las condiciones de la supuesta «oferta», y no suele fijarse en los términos del viaje en si, la compañía aérea que lo opera, el aeropuerto al que llega, el equipaje que puede facturar o los servicios contratados a bordo del avión, la categoría del hotel en el que se va a hospedar y el régimen de estancia en el mismo, la distancia de este con los lugares que quiere visitar, etc.

Una vez obtiene su «oferta», se persona en la primera de las muchas agencias de viaje que va a visitar desde este momento. Por otro lado y dado que muchas prestamos nuestros servicios online, también comienza el envío masivo de correos electrónicos y mensajes a todas las OTA´s (Online Travel Agency) que conoce.

Comienza de esta manera su particular efecto Droste, que consiste en presentar la «oferta» que él mismo ha localizado a otras agencias de viajes, acompañándola siempre de la misma frase: «¿Tú me puedes bajar este precio?».

Esta imagen se repite una y otra, y otra, y otra, y otra vez. En ocasiones, hemos localizado la misma petición recibida en nuestra agencia en otras 10 ó 20 distintas, todas utilizando el mismo «copia y pega».

De este modo, el viajero Droste espera que algunos agentes muerdan el anzuelo y entren en su juego, enviándole otro sinfín de propuestas, cada una por menos importe.

Una manera inteligente de preparar un viaje, cree él…

Pues bien, te explicamos el funcionamiento real y las consecuencias de este tipo de comportamientos.

La realidad y sus consecuencias

Para empezar, los que llevamos ya algún tiempo en esto hemos desarrollado un sexto sentido. No, no vemos a personas muertas como el niño de la famosa película, pero sí podemos localizar a viajeros Droste a varios kilómetros de distancia.

Además, e independientemente de que estamos en un sector muy competitivo, también es cierto que todos los que trabajamos en el nos conocemos y solemos comentar este tipo de incidencias, por lo que es bastante naif pensar que nadie se va a enterar de lo que se está haciendo.

Curiosamente, bajar un presupuesto presentado por cualquier cliente es una de las cosas más sencillas que se pueden hacer en este negocio.

Basta con revisar la compañía aérea con la que vuela y presupuestarle otra mucho más barata, incluso metiendo alguna escala. Se puede eliminar la opción de facturar equipaje en bodega, lo cual también rebaja bastante la tarifa aérea, o quitar el servicio de comidas a bordo, que es una práctica cada vez más habitual.

En cuanto a hoteles, la oferta suele ser bastante amplia en la mayor parte de los destinos, por lo que siempre se puede jugar con la distancia del establecimiento a los puntos turísticos más importantes, o incluso con la propia categoría del mismo.

¿Qué queremos decir con esto?, pues básicamente dos cosas muy importantes.

La primera, es que se peca de inocencia suma si alguien se cree que se pueden obtener los mismos servicios por cantidades muy inferiores, a base de repetir hasta el infinito la misma táctica.

La segunda es que si eso se produce, procura revisar la «oferta» inicial, porque a lo mejor se trataba más de una estafa.

Y ahora vamos a la pregunta del millón: ¿Cómo se debe preparar y gestionar el presupuesto para un viaje?. Pues aquí te dejamos 4 consejos que te van a ayudar:

Viaja a destinos, no a ofertas

Sí, sabemos perfectamente que constantemente saltan ofertas realmente interesantes, pero piensa una cosa: si no te gusta el sol, o la playa, ¿por qué viajas a Punta Cana?.

Puede parecer ridículo, pero pasa constantemente. Viajeros que odian las grandes ciudades y el ruido, y se van a Tokyo, o Nueva York, «porque estaba de oferta…».

Si tu vecino, el dentista, hiciese una oferta especial para quitar muelas, ¿te quitarías un par de ellas? (esperamos que tu respuesta a esta pregunta sea un no rotundo…).

Salvo que la oferta en cuestión se adapte a ti como un guante, y no al contrario, procura buscar destinos que te atraigan. Si caes en manos de profesionales, ellos sí sabrán encontrarte buenas ofertas.

En todo caso, si no hay ningún lugar que te llame la atención, viaja para hacer las actividades que te más te gusten. Puedes bucear, correr, andar, remar, trepar, conducir, o simplemente salir de fiesta, pero siempre busca un destino, no una oferta.

No todos los aviones son iguales

Insistimos una vez más en esto, no, no es lo mismo volar en una compañía aérea que en otra. No todas ofrecen el mismo grado de calidad y servicios, que al final es lo que va a marcar tu opinión final sobre el viaje realizado cuando regreses a tu casa.

Quítate de la cabeza aquello de «da igual, vamos con la más barata». Los problemas pueden surgir con cualquier compañía aérea, pero no todas responden a ellos de la misma manera.

Mientras algunas, en caso de dificultades, no dudarán en dejarte tirado en cualquier aeropuerto, durante días si hace falta, otras te darán soluciones y respuestas, y velarán por tu comodidad en todo momento.

Ya no se trata sólo de ir de A a B, como dicen algunos. Si hay que ir a B, hay que ir de la mejor manera posible, y no aterrizando a 200 km de B, o llegando a B con la marca del sillón delantero grabada en tus rodillas.

Habla con tu agente y deja que te recomiende aviones, itinerarios y aerolíneas. No tiene nada que ver volar en un A330 de Iberia, que en un A380 de Singapore, que en un 747 de Lufthansa, o un 777 de KLM.

Cada hotel es un mundo

¿Piensas que haces un gran negocio si te «ahorras» 400 eur y reservas un hotel a las afueras de Brooklyn, cuando tu destino es la isla de Manhattan?. Pues este es un caso muy común en todas las agencias.

«No, mejor el otro hotel, que es más económico, y con los 400 euros que ahorramos hacemos más actividades». ¡Error!.

Las únicas actividades que vas a hacer van a ser coger muchos más trenes durante el día y la noche, gastándote al final la misma cantidad que creías que ibas a ahorrar y perdiendo un valioso tiempo de tus vacaciones.

Piensa a dónde vas y lo que quieres hacer, y reserva algo que te resulte cómodo. Evidentemente, cuanto más te alejes de los meollos turísticos encontrarás mejores precios, pero hay que saber valorar si se trata de un ahorro real, o al final te vas a gastar un pastizal en idas y venidas, además del incordio que eso supone.

Segmentación

La segmentación es la solución que ofrece la industria turística a los viajeros Droste. Consiste en dividir casi hasta el infinito la cantidad de servicios que se ofrecen, dejando que cada cliente compre sólo aquellos que le interesan.

El mejor ejemplo de esto lo tenemos muy cerca, y se llama EuroDisney.

En este parque de atracciones es posible alojarse en cientos de hoteles, cada uno con sus propias características: más cerca del parque o más lejos, con piscina o sin piscina, más grandes o más pequeños, con más o menos servicios…

Pero no sólo eso, a la hora de comer las posibilidades son enormes. Puedes contratar solo alojamiento, alojamiento y desayuno, media pensión que te permite comer sólo en ciertos restaurantes, otra media pensión que te permite comer en más restaurantes, y otra media pensión que te permite comer en todos.

Lo mismo con el régimen de todo incluido, que también puede llevar añadido entradas, fast pass, visitas, eventos, celebraciones….y así hasta cientos de opciones.

De esta manera es muy difícil saber qué es barato, o qué es caro. Lo más barato es que te quedes en casa y no vayas a ningún sitio. A partir de que sales de tu hogar, todo comienza a encarecerse.

¿Es más cara una media pensión premium, con pases y visitas en un hotel de cierto standing, que sólo el alojamiento en otro mucho más económico?. La respuesta es sí.

Pero la clave está en saber cuánto se va a gastar a mayores el pasajero que compró la primera opción, y cuánto el que contrató la segunda, y sobre todo y por encima de todo, quién ha disfrutado más sus vacaciones y se lo ha pasado mejor.

Si al final dejas que te cieguen sólo a base de precios y tarifas, viajarás a un destino que te da exactamente igual, lo harás en una aerolínea de pésima calidad y llegarás destrozado, te alojarás en un hotel de las afueras y volverás a tu casa con la sensación de haberte dejado por el camino una buena cantidad de euros.

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