VUELING, PRESIONADA POR EL SEPLA

Todos aquellos que un día decidieron hacer de la aviación comercial su carrera profesional están viviendo una época (por fin) de vacas gordas. El enorme incremento de pasajeros que ha visto este sector ha animado a las compañías aéreas a comprar más y más aviones, lo que se traduce en una necesidad urgente de pilotos que puedan volarlos.

Sin embargo, las aerolíneas que han experimentado un mayor crecimiento han sido las etiquetadas como «low-cost», que si en algo se caracterizan es precisamente por ofertar unas tarifas más económicas que las de aquellas conocidas como «tradicionales», a costa de unas condiciones laborales para sus empleados, en la mayoría de los casos, menos favorables.

Precisamente, la gran reina europea del bajo coste, Ryanair, está sufriendo una auténtica revolución después de 34 años de vida. Su negativa a reconocer sindicatos de pilotos, a contratar directamente a estos y no a través de brokers o como trabajadores de otras empresas, o un sinfín de agravios comparativos con otros profesionales que prestan sus servicios para distintas compañías aéreas, parece que está llegando a su fin.

A estas alturas, de todos es sabida ya la desbandada de pilotos que afectó muy gravemente a la aerolínea irlandesa y provocó la cancelación de múltiples vuelos, lo que ha obligado a su máximo responsable, Michael O´Leary, a replantearse su filosofía de trabajo con este colectivo de profesionales.

Una de las más beneficiadas por esta diáspora de pilotos ha sido Norwegian, que cuenta con un plan de expansión y crecimiento nunca visto hasta ahora en Europa, y que por cierto y a la vista de sus resultados en bolsa, nadie acaba de creerse del todo.

Los noruegos transportaron a más de 33,2 millones de pasajeros en el 2017, sobre todo en sus vuelos de largo alcance al continente americano. Ryanair, que sólo opera el corto y medio radio, «se salió» literalmente con sus más de 130 millones de usuarios.

Otra que está a la caza y captura de pilotos es la húngara Wizz Air, que en el 2017 y con un crecimiento del 24,1% sobre el año anterior, transportaba a 28,3 millones de pasajeros.

Sin embargo, la escasez de pilotos no sólo es atribuible a las lowcost. Aerolíneas de renombre como la australiana Qantas, la árabe Emirates y muchas otras compañías «tradicionales», tanto americanas como europeas, necesitan poner en las cabinas de sus nuevos modelos de avión a más pilotos.

En nuestro país, Vueling también ha sufrido esta hemorragia de profesionales, cifrada por el SEPLA (Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas) en unos 100 pilotos durante el pasado año.

Animados por unas supuestas mejores condiciones laborales y contratos más jugosos que los que disfrutan en la actualidad en la lowcost española, muchos han decidido hacer las maletas y cambiar de aires, mientras los que se quedan empiezan a reclamar medidas que detengan este chorreo constante.

Para ello, el SEPLA ha lanzado varios misiles directamente a la línea de flotación de Vueling, afirmando que debido a esta falta de personal en las cabinas de los aviones, la aerolínea española podría llegar a repetir lo acontecido durante el Verano del 2016, que casi acaba en una retirada de la licencia de operador aéreo.

Esta afirmación es un levantar de nuevo los peores fantasmas de Vueling, justo cuando la española había superado la prueba del Verano 2017, en la que gracias a un menor énfasis en las políticas de expansión y crecimiento se logró un incremento del 8% de pasajeros, llegando hasta un total de 30 millones, evitando los problemas y polémicas del ejercicio anterior.

El mero hecho de insinuar, no ya de afirmar, que los hechos acontecidos hace dos años se podrían volver a repetir, es una daga clavada en la espalda de Vueling, que no sabemos si llegará a hacer más daño que cualquier otra cosa.

Es cierto, es indudable, que ahora es el momento en el que se pueden solicitar mejoras nunca antes soñadas. Si hasta el mismísimo O´Leary tiene que doblar la rodilla y atender las peticiones de sus pilotos, señal de que «ahora o nunca…».

¿Pero es esta la mejor forma de hacerlo?. Sinceramente, tenemos nuestras dudas. 

Vueling ha declarado que gracias a la convocatoria de pilotos que se hacía en Septiembre del 2017, ya han sido preseleccionados más de 1.000 candidatos, del total de 2.000 que se presentaron a las pruebas.

De estos 1.000, deberán irse incorporando progresivamente todos los que resulten finalmente elegidos, por lo que según la aerolínea «se dispone de todos los medios necesarios para afrontar los vuelos con garantías totales».

Por un lado, entendemos perfectamente las reivindicaciones de los pilotos de Vueling y del SEPLA, que hacen sobre todo alusión a la brecha salarial que existe con otras aerolíneas, pero por otro, intentar conseguir alcanzar las mismas a base de desprestigio y también de recordar flagrantes errores pasados, puede llegar a convertirse en un arma de doble filo.

La Semana Santa está a la vuelta de la esquina, y la temporada de Verano lista y planificada, por lo que no tardaremos en comprobar si todo esto tiene una base real o sólo coercitiva.

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