En Turama no sólo nos dedicamos a criticar determinados comportamientos y filosofías de trabajo propias del sector aéreo, en bastantes ocasiones también nos congratulamos cuando las cosas se hacen bien.
Y ese es, precisamente, el caso de Air Europa durante el pasado Verano. Las cosas se hicieron bien y como resultado de esto, salieron muy bien.
Ni una sola queja hemos recibido de ningún pasajero al que hayamos vendido billetes de la aerolínea española, más bien al contrario, la gran mayoría ha destacado el buen funcionamiento y atención en sus respectivos vuelos.
Y eso que, al comenzar la temporada, teníamos muchas dudas al respecto, principalmente en relación con los problemas que podrían causar a la compañía las revisiones de los motores de sus nuevos Boeing 787 «Dreamliner».
Además, después de dejar de comercializar billetes de Vueling, a la vista de la que ya estaba liando a finales de la Primavera y principios del Verano, y restringir enormemente también la venta de asientos en aviones de Iberia, la apuesta que habíamos hecho por Air Europa resultaba bastante arriesgada.
Finalmente, este año se produjo el gran salto de calidad que esperábamos desde hace mucho tiempo, lo cual no sólo redunda en un beneficio para la aerolínea y sus pasajeros, sino también para aquellos que creamos y empaquetamos nuestros circuitos con la necesidad de contar con una compañía aérea medianamente solvente con la que poder trabajar.
Después de lo que nosotros consideramos un éxito, esperábamos algún movimiento comercial por parte de Air Europa, aprovechando el tirón y la buena imagen que ha dado durante el Verano.
Hicimos nuestras cábalas al respecto y se nos ocurrieron un montón de destinos donde seguramente podría triunfar con relativa facilidad, sobre todo en Africa y Asia, saliendo con ello de la zona de confort que Air Europa tiene en Centroamérica y Sudamérica.
Y, efectivamente, tal y como esperábamos, la aerolínea comunicaba hace escasos días el gran bombazo de la temporada. Finalmente, había decidido apostar, nada más ni nada menos, que por Venezuela.
La situación en el país caribeño es actualmente dramática. Por muchas vueltas que le damos, no se nos ocurre ni una sola razón por la cual alguien podría decidir pasar sus vacaciones en un país que, durante la década de los 90, fue uno de los destinos turísticos más deseados del planeta.
En su día, criticamos amargamente a Air Europa por dar la nota de manera escandalosa, obligando a sus tripulaciones a pernoctar en Caracas en un momento de enorme agitación, inestabilidad y violencia en las calles. (Air Europa: siempre dando la nota).
Mientras el resto de compañías aéreas evitaban salir del aeropuerto y hacer noche en la capital venezolana, retirándose progresivamente del país, Air Europa hacía como si nada, obviando una situación verdaderamente peligrosa y que la podría haber metido en un problema muy importante.
Hoy en día, la cosa no está mejor. La diáspora de cientos de miles de venezolanos a distintos países de Sudamérica sigue su curso, y tampoco se sabe nada de los casi 4.000 millones de dólares que, según IATA, el gobierno venezolano debe a múltiples aerolíneas (entre las que está incluida Air Europa).
Hacer negocios en estas condiciones, con alguien que ya de antemano te está debiendo sumas muy importantes de capital, se nos antoja verdaderamente complicado.
Además, no sólo se trata de este «pequeño» detalle. Según el acuerdo firmado entre Air Europa y el gobierno venezolano, la compañía respaldará operaciones realizadas utilizando la cripto moneda creada en el país, denominada «Petro».
Esta moneda virtual, de futuro verdaderamente incierto y que prácticamente ningún mercado se cree, está prohibida en los EEUU y es muy probable que se sancione duramente incluso a las empresas que puedan facilitar software, o cualquier otro medio para su comercialización.
Y tenemos que pararnos precisamente en este punto, porque una de las medidas más exitosas, a nuestro juicio, de Air Europa durante este Verano, ha sido su alianza estratégica con la compañía estadounidense Delta, para compartir vuelos a los EEUU.
Para nosotros, ha sido como encontrar el arca perdida; excelentes tarifas que combinan destinos tan interesantes como Nueva York, operadas por los nuevos aviones de Air Europa y también por una de las mejores flotas del país norteamericano, la de Delta Airlines.
En un mundo tan globalizado como este, es bastante difícil intentar jugar en dos equipos al mismo tiempo, sin que acabe cantando la gallina.
Air Europa tiene un enorme mercado delante de la cara, el cual estaba comenzando a explotar con gran acierto, y apostar a jugarse el mismo con un acuerdo de estas características con el gobierno de Maduro, sin que eso chirríe bastante en los EEUU, no lo acabamos de ver.
Por otro lado, se anuncian también inversiones en hoteles, algo que nos parece sorprendente, sobre todo teniendo en cuenta la situación actual de los que todavía siguen funcionando.
En antiguos paraísos turísticos, como en su momento fue Isla Margarita, ya no sólo es prácticamente imposible encontrar a un solo turista, sino que los pocos establecimientos que siguen abiertos, no cuentan ni con un mínimo stock de papel higiénico para sus huéspedes.
Y esto nos recuerda enormemente al anuncio que realizaba Iberia el año pasado, presentando como la grandísima novedad para la temporada 2018 sus vuelos a Managua.
En Turama comentamos dicha decisión y, en su momento, ya habíamos anunciando que iba a ser prácticamente imposible que funcionase.
El tiempo nos ha dado la razón y, de hecho, ni un solo avión de Iberia llegó a despegar con destino a Nicaragua, abortando todo el plan antes de que le estallase en la cara a Iberia.
La apuesta de Air Europa, si cabe, nos parece incluso bastante más rocambolesca.
Por un lado, si este asunto funcionase, nada le garantiza que el gobierno venezolano, una vez más, en el momento de ver aparecer dólares por la puerta, decidiese expropiar lo que hiciese falta para quedarse con todo el pastel. Air Europa debería fijarse en los gravísimos problemas que han sufrido otras empresas españolas, e internacionales, en el país.
Por otro, si todo se queda en agua de borrajas, que es lo que va a pasar, el nombre de Air Europa quedará doblemente marcado, en primer lugar por asociarse y apostar por un gobierno que a día de hoy ha demostrado que económicamente es capaz de acabar con lo que sea, prestándole apoyo cuando todavía debe enormes cantidades de dinero a muchas compañías aéreas. Por otro, por las implicaciones políticas que esto podría acarrear, y que nadie lo dude, acabará acarreando.
Entendemos que detrás de esta alocada decisión tiene que haber algún tipo de explicación. Nos negamos a pensar que realmente Air Europa ve en estos momentos a Venezuela como una joya en bruto por la que vale la pena quemar las naves.
Quizás se nos escape la motivación principal, que incluso podría ser intentar recuperar el dinero que se le debe de una manera más sutil. Si esto es así, suponemos que desde la aerolínea habrán también valorado el inevitable deterioro de la imagen internacional que puede traer este asunto.
En definitiva, creemos que Air Europa busca problemas. La compañía se encuentra ahora mismo en un momento dulce, y lo podría haber aprovechado para hacerse un hueco definitivo en la división de honor del sector aéreo. Desde luego, no creemos que Venezuela en este momento sea el mejor instrumento para alcanzar esa meta.
Veremos cómo acaba este asunto, que realmente nos ha sorprendido y dejado, si cabe, más fríos de lo que ya estábamos desde el comienzo del Otoño.