Corren malos tiempos para el avión civil más grande del mundo, cuyos problemas se han agravado a consecuencia de la crisis por la que estamos atravesando.
Los primeros modelos descartados por prácticamente todas las compañías aéreas afectadas por el parón del sector, han sido aquellos que cuentan con 4 motores.
A los pocos Boeing 747 que todavía quedaban activos, se les han sumado un buen número de Airbus A340, que muy probablemente se queden en tierra ya de manera permanente.
Por supuesto, el A380 no ha sido una excepción, y tras una breve historia de apenas 20 años, parece que su fin cada día está más cerca.
La razón no es otra que el coste operacional por hora que tiene «la Reina de los cielos», apodo con el que se conoce en la jerga aeronáutica al mastodóntico modelo de Airbus.
Mientras que el A380 supone un gasto por hora de operación de alrededor de 28.000 dólares, un Boeing 787-9 apenas llega a los 15.000 dólares.
Por este motivo, de las 1.200 unidades que Airbus había previsto construir, finalmente apenas se ha cubierto un cuarto de dicha cifra.
Desgraciadamente, muchos parecen olvidar lo que significa realmente el Airbus A380, una máquina casi perfecta producto de la más avanzada tecnología.
A pesar de lo voluminoso de su tamaño, de operar muchas de las rutas aéreas más largas que existen, y de transportar a más de 500 pasajeros en su interior, el A380 nunca ha sufrido un accidente mortal.
La construcción del A380 es consecuencia de una labor de equipo muy pocas veces vista, en la cual han participado 30 países, entre los que destacan España, Francia, Alemania, o el Reino Unido.
Pero además, este modelo de avión es un símbolo para las compañías que cuentan con el en sus flotas, igual que en su momento ocurrió con el Boeing 747, o incluso con el Concorde.
Volar a bordo de este último era una opción que la inmensa mayoría nunca nos pudimos permitir, por el elevado precio de sus escasos 100 asientos.
Hoy, ya tenemos a varias generaciones que nunca sabrán lo que es volar en un 747, algo que no deberíamos dejar que ocurriese con el A380.
Es cierto, estamos atravesando una de las crisis más graves de nuestra historia reciente, y el sector turístico, junto con el aéreo, han sido dos de los más afectados por las restricciones a la libre circulación de ciudadanos que han sido necesarias implementar.
Pero esta situación no va a durar eternamente. Muchos países, entre los que se encuentra España, necesitan volver a atraer turistas lo antes posible, ya que son una fuente esencial de ingresos.
Y en este punto, nos gustaría recapitular la historia de algunos países del Golfo, como Catar, o los Emiratos Arabes Unidos, que hace apenas un par de décadas muy pocos eran capaces de ubicar en el mapa.
Sólo el pasado año, más de 90 millones de pasajeros pasaban por el Aeropuerto Internacional de Dubái, convirtiéndose en el tercero más visitado de todo el mundo, y esto no es fruto de una casualidad, sino más bien de un plan perfectamente elaborado y ejecutado con maestría a través del Airbus A380.
Efectivamente, el A380 se diseñó para transportar a cientos de pasajeros, ofertando una comodidad pocas veces vista con anterioridad en las rutas aéreas más largas.
Aerolíneas como Emirates, que cuenta con 115 unidades del A380, Etihad, o Qatar Airways, consideradas como 3 de las mejores dentro del sector, se han dedicado a carretar literalmente cantidades ingentes de viajeros hacia sus respectivos hubs, ubicados en Dubái, Abu Dabi y Doha.
El A380 ha estado llevando a estas 3 ciudades a cientos de millones de viajeros, que posteriormente seguían sus rutas por Asia, Africa, el Océano Indico, y todos los destinos turísticos del Pacífico.
Este sistema también fue imitado por la tailandesa Thai, Singapore Airlines, o incluso la japonesa ANA, que cuenta con los A380 con la librea más impresionante.
Esto es así porque se consideró a estas ciudades como la puerta para acceder a Asia y el Pacífico, una parada obligatoria en la ruta del viajero.
Y eso es precisamente lo que es España para todos los pasajeros que vuelan desde Sudamérica y Centroamérica: la puerta de entrada a Europa.
De ahí la importancia estratégica del aeropuerto de Barajas, en Madrid, y por supuesto de la compañía aérea española Iberia.
Madrid debería ser para Iberia lo que Dubái es para Emirates: un auténtico hub internacional que aglutine a millones de pasajeros cada año.
Mientras que prácticamente todas las compañías aéreas siguen apostando por reducir cada vez más el tamaño de los aviones que destinan a «saltar el charco», Iberia podría rescatar a la Reina de los cielos, dar un golpe de autoridad sobre la mesa, y aumentar la calidad de su oferta.
A pesar de que otros modelos, como el Boeing 787, o el Airbus A350, son también excelentes aparatos, el único que garantiza que el vuelo va a pasar a formar parte de la experiencia total del viaje es el Airbus A380.
Muy pocas aeronaves han provocado el nivel de expectación y popularidad que el 380 ha causado en todos los aeropuertos en los que comenzaba a operar.
Cientos de miles de personas en todo el mundo han viajado a las ciudades desde las que despega, sólo para verlo de cerca y poder sacar algunas fotografías, soñando con poder embarcar en su interior algún día.
Sabemos que ahora mismo no va a ser fácil volver a llenar aviones, y menos uno de la capacidad del A380, pero algunos seguimos soñando con la posibilidad de ver los colores de Iberia sobre este modelo, sobrevolando el Océano Atlántico.
El precio ahora mismo no es precisamente un problema, y muchas aerolíneas estarían deseosas de deshacerse de sus unidades por cantidades cuasi ridículas.
Quizás estemos construyendo castillos en el aire, o simplemente soñemos despiertos, pero cuántos de nosotros desearíamos subirnos a un A380 de Iberia…