Los pasajeros del vuelo de Ryanair FR9026 entre Gerona y Bratislava (Eslovaquia), operado por la lowcost irlandesa el pasado día 25 de Octubre, pudieron observar por las ventanillas del lado izquierdo de la cabina la muy inquietante presencia de un Eurofighter, caza militar europeo de última generación.
Otro Eurofighter se situaba detrás del Boeing 737-800 de Ryanair, matrícula EI-DLC, fuera del alcance de la vista de los pasajeros.
Los dos aparatos pertenecían a la flota de la fuera aérea austriaca y procedieron a la interceptación del avión de Ryanair cuando este se encontraba dentro de su espacio aéreo, después de atravesar Francia e Italia.
Según el relato de uno de los pasajeros que se encontraban en ese momento dentro del aparato de Ryanair, un buen número de personas se dirigieron a la tripulación para preguntar sobre la presencia del caza militar, que permanecía volando en el costado izquierdo a muy corta distancia, pero en ningún momento se facilitó información al respecto por parte de los trabajadores de la aerolínea, ni desde la cabina.
Esta misma persona afirma que, de manera oficiosa, se habían enterado de un posible fallo de comunicaciones entre el avión de Ryanair y el control aéreo en Austria, lo que propició que, tal y como está estipulado para este tipo de incidencias, se decidiese la intervención e interceptación inmediata del aparato por cazas militares.
Otro medio eslovaco, sin embargo, afirma que el problema radicó en que el Boeing 737-800 había desaparecido súbitamente del radar de control, en el momento de ingresar en espacio aéreo austriaco y poco antes de comenzar la maniobra de descenso para aterrizar en Eslovaquia.
Esta última información no cuadra con los datos emitidos por el Transponder del Boeing (elemento que emite una señal que permite sea visualizado en las pantallas de radar), y que al parecer se mantuvo activo y en funcionamiento desde el momento del despegue en España, hasta el aterrizaje en Eslovaquia.
Independientemente de la investigación que se está realizando, la explicación más probable es que la tripulación olvidase conectar alguna frecuencia de radio, dado que en esa ruta en concreto es necesario cruzar los espacios aéreos de España, Francia, Italia, Austria, Hungría y Eslovaquia.
En el momento en el que la tripulación de un avión comercial no contesta la llamada de un centro de control, se activarían todos los protocolos de actuación y el avión es inmediatamente interceptado para confirmar su estado y poder ver si se trata de una avería mecánica de cualquier tipo, o ha sido secuestrado.
Por otro lado, el hecho de que el Boeing 737-800 afectado permaneciese en el aeropuerto de Bratislava y se tuviese que enviar otro aparato de Ryanair para operar el vuelo de regreso, parece dar cierta credibilidad a la opción de algún problema mecánico, o eléctrico, aunque en este momento no hay ninguna confirmación al respecto.
Ryanair es la única compañía aérea que conozcamos se ha visto implicada en una situación similar, hasta 3 veces en los 3 últimos años.
En el mes de Octubre del 2017, en un vuelo entre Lituania y el aeropuerto londinense de Luton, otro Boeing de Ryanair era interceptado por varios Eurofighter de la RAF.
Este hecho causó un gran revuelo entre los habitantes de las áreas de Norfolk, Suffolk y Essex, ya que los cazas militares fueron autorizados para volar a velocidades superiores a la del sonido, algo que no se suele hacer sobre zonas pobladas, lo que provocó un enorme estruendo.
En aquel incidente, los pasajeros del avión de Ryanair se encontraron en el momento de su llegada rodeados por fuerzas de la policía y el ejército británico, sin que hasta el día de hoy haya quedado correctamente explicado lo sucedido, que en un principio se atribuyó a una sospecha de secuestro.
En Febrero del 2018, de nuevo se produjo un enorme revuelo con otro aparato de Ryanair, matrícula EI-EBK, el cual al parecer perdió comunicaciones mientras sobrevolaba el espacio aéreo de Holanda, operando la ruta entre Lublin (Polonia) y Londres Stansted.
Igual que en el caso que nos ocupa hoy, de manera inmediata se envió a dos cazas F-16 pertenecientes a la fuerza aérea de Bélgica, para interceptar el avión.
Dado que no era posible establecer contacto con la cabina del aparato, desde el Reino Unido también se ordenó el despegue inmediato de varios Eurofighter, con el fin de interponerse en la trayectoria del avión y evitar que entrase en el espacio aéreo inglés.
Después de 40 minutos, los pilotos del Boeing de Ryanair lograban reestablecer las comunicaciones, volviendo los cazas militares a sus bases y aterrizando posteriormente sin incidencia en el aeropuerto londinense de Stansted.
Si bien es cierto que esta nueva incidencia ha propiciado los típicos chistes, referentes a una posible tasa a mayores que se cobraría a los pasajeros ocupantes del vuelo afectado, por el concepto de «observación de caza de última generación», el asunto es bastante serio.
Cada despegue de estos aparatos militares es extraordinariamente caro, y más en este tipo de situaciones de emergencia, donde las salidas se ordenan en apenas unos pocos minutos y es necesario alcanzar el objetivo a la mayor brevedad posible.
Los cazas tienen que volar completamente armados, dado que desconocen la situación con la que se van a encontrar, y en un caso de gravedad se podrían ordenar medidas extremas.
Los pilotos militares están entrenados para volar en formaciones cerradas, y realizan a menudo maniobras de este tipo, pero los civiles no están preparados para volar con varios cazas a escasos metros, lo que se convierte en una situación de estrés añadida al problema que pueda existir.
No es necesario recordar que nos encontramos en un nivel de alerta antiterrorista alto, y este tipo de incidencias son tomadas muy en serio por todos los gobiernos, más todavía si tenemos en cuenta los recientes acontecimientos sucedidos hace escasos días.
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