Mi recorrido por los fiordos del oeste fué breve, pero intenso.
Mi aventura terminó en Patreksfjördur y no pude llegar a Isafjödur, donde tenía previsto dormir, porque el estado de la carretera era pésimo, con múltiples obras y enormes camiones bulldozers circulando por las angostas carreteras de grava (muy habituales en toda Islandia), y la meteorología no ayudó, con un terrible viento y nieve por todos lados.
Supongo que con una mejor meteorología y una vez acaben todas las obras que están realizando, la situación será totalmente distinta y se podrá disfrutar de las increíbles vistas y paisajes que nos ofrece esta zona.
Con diferencia, son las peores carreteras de toda Islandia: en muchos lugares apenas caben dos vehículos de frente, casi no hay quitamiedos en las curvas más peligrosas, con grandes caídas laterales, y hay zonas con un porcentaje de inclinación tan grande que hasta un 4×4 tiene grandes problemas para circular, con la superficie convertida prácticamente en hielo.
Aún así, seguiría recomendando a cualquiera darse una vuelta por esta zona de Islandia, como dije, las vistas, paisajes y el entorno que lo rodea es increíble.
Desde Stykkishólmur salí por carretera hacia Búdardalur, donde cogí la número 60, evitando el ferry (gran error por mi parte), en dirección Norte.
En Brjánslaekur (donde me hubiese dejado el ferry) seguí en la carretera 62, dirección oeste y llegué al final de la misma, en los fantásticos acantilados de Látrabjarg, donde apenas pude salir del coche debido al fortísimo viento que azotaba la zona.
Desde ese punto y volviendo sobre mis pasos, me dirigí hacia Patreksfjördur, donde ya no pude seguir, y me acabé alojando en el hotel Foss Vestfidir.
Los hoteles Foss son una cadena hotelera presente en toda Islandia. Yo me alojé en varios y tengo que decir que son bastante decentes, algunos de ellos totalmente nuevos.
Tengo que decir que, aunque la zona vale la pena, sin duda, hay que ser un poco cabal cuando se está viajando en un coche alquilado, por una zona que no conoces y con unas condiciones climáticas y de carretera muy complicadas.
Creo que es importante saber cuándo hay que parar y cuándo debes renunciar a tus ilusiones o pretensiones por visitar un sitio o ver algo en particular y asegurarte de preservar, por encima de todo, tu integridad física.
El tramo final de la carretera hacia los acantilados de Látrabjarg, es de película de miedo. Es una vía de grava donde, si te cruzas con otro vehículo de frente, vas a tener graves problemas para pasar. No hay quitamiedos en la curvas y la caída al fondo del acantalido es larga y, sin duda, dolorosa.
Cuando me dirigía hacia allí, sufrí un temporal de viento y nieve bastante grande, lo cual hace la situación peligrosa de verdad y, aún así, uno va casi hipnotizado con el paisaje que lo rodea.
Supongo que en verano tiene que ser un lugar increíble para pasar un día de picnic: hay múltiples mesas de madera preparadas por el campo, unas playas fuera de lo normal y las vistas, en fin, qué se puede decir de estas vistas.
Ahora bien, quien venga en verano tampoco verá la nieve sobre los acantilados y el paisaje salvaje que he visto yo, incluido uno de los fenómenos más bellos de la naturaleza: la aurora boreal, sólo visible durante el Invierno.