Dos amigas con resaca provocan el caos en un vuelo desde Singapur

La definición literal del término «liarla parda», podría aplicarse perfectamente a lo sucedido a dos viajeras del Reino Unido, que en el vuelo de regreso a su país desde Singapur provocaron tal vorágine de acontecimientos, que finalizaron en una cuarentena obligatoria de 14 días

Julia Walentin, de 26 años, y su amiga Dina habían decidido pasar unos días de vacaciones en Camboya, haciendo lo que mejor saben hacer nuestros excompañeros de la Unión Europea: beber como si no hubiese un mañana.

En un principio, esto no tendría nada de malo, si no fuese porque actualmente no están las cosas como para dejarse llevar demasiado cuando estás fuera de tu casa.

Según acaba de declarar Julia a varios medios de comunicación británicos, el día en el que tomaron su vuelo de regreso a Londres, llevaba levantada desde las 2 de la mañana, encerrada en el cuarto de baño y vomitando constantemente.

Esa misma noche ambas amigas habían decidido darse un pequeño homenaje, el cual incluía múltiples bebidas alcohólicas, pero absolutamente nada de comer.

Según Julia, esta fue la razón por la cual se sentía tan sumamente mal después de acabar la fiesta, a lo que se sumó que tenían que personarse en el aeropuerto a las 6 de la mañana y no tuvo un mínimo margen de tiempo para poder descansar.

Una vez el avión ya había despegado y se encontraban de camino al aeropuerto londinense de Heathrow, los efectos de la gigantesca resaca comenzaron a acentuarse, por lo que ambas amigas pensaron utilizar los mismos con el fin de conseguir un upgrade por parte de la tripulación.

De esta manera, se dirigieron al personal de cabina, solicitando pastillas para el dolor de cabeza y la posibilidad de ocupar algún asiento en Primera Clase, con el fin de poder descansar de una manera más cómoda.

La gracieta de ambas jóvenes no sólo no funcionó, sino que además alertó a todos los miembros de la tripulación, decidiendo llevar a ambas pasajeras a la parte trasera del avión y obligándoles a colocarse una mascarilla y tomarse la temperatura cada 30 minutos.

Poco después comenzó lo que Julia definió como un «interrogatorio», durante el cual se les preguntó qué habían hecho durante su estancia en Camboya, qué sitios habían visitado, con quién habían estado, y demás detalles de su viaje.

Para ese entonces, ambas habían decidido contar la verdad sobre lo ocurrido, aludiendo a la noche alcohólica que habían pasado, pero era ya demasiado tarde como para intentar convencer al resto de ocupantes de la cabina de que no se trataba de dos posibles casos de contagio por Coronavirus.

Dentro del aparato de la aerolínea Gulf Air, se les habilitó varias filas de asientos para ellas solas, mandando al resto de pasajeros que se encontraban a su alrededor a ocupar otras ubicaciones dentro del avión.

A su llegada al aeropuerto de Heathrow, tuvieron que esperar hasta ser escoltadas por varios miembros de la policía, bomberos y personal sanitario, el cual portaba los trajes de aislamiento reglamentarios para este tipo de situaciones.

Ambas amigas fueron llevadas a un lugar situado cerca del aeropuerto, y el cual se ha dispuesto para albergar a pasajeros sospechosos de portar el ya tristemente famoso virus, donde fueron obligadas a permanecer en cuarentena.

Durante su tiempo de estancia en aislamiento, aprovecharon para realizar varios pedidos de bebidas alcohólicas, lo cual ha servido para alimentar todavía más las críticas contra las dos viajeras.

Finalmente, acaban de ser devueltas a sus domicilios, y a la espera de los resultados de los tests médicos que les fueron realizados, lo cual también ha sido aprovechado por Julia para colgar de las redes sociales diversas fotografías riéndose de la situación en la que se encuentra a consecuencia de la sospecha de contagio.

Mientras ambas amigas siguen tomándose a broma todo lo sucedido, la indignación se ha apoderado de buena parte de la opinión pública británica, que considera que no son conscientes de los perjuicios que han provocado al resto de pasajeros de su vuelo, y también al Estado.

Mientras unos exigen una disculpa por parte de las protagonistas de esta historia, otros plantean diversos trucos para pasar desapercibidos en los aeropuertos en casos como el vivido por estas dos viajeras, lo que ha calentado todavía más, si es que esto cabe, los ánimos del resto.

¿Una broma inocente que no supo medirse, falta de criterio y de empatía hacia el resto, o un enorme desconocimiento del alcance de esta crisis?. Quizás la respuesta a esta pregunta sean las 3 opciones al mismo tiempo.

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