Cuando alguien se autodenomina «referencia» en su sector, está en la obligación de demostrarlo a través del ejemplo, la innovación, la optimización, y el liderazgo.
Nuestro país lleva años presumiendo de ser una «referencia» mundial en el sector turístico, sólo por el mero hecho de haberse convertido en el segundo destino más visitado del planeta, sin querer asumir el debate de un modelo de gestión con más de 50 años de antigüedad, que a estas alturas se ha quedado obsoleto.
Mientras la industria turística española se hunde por momentos, algunos piden que no cese la música para que los visitantes foráneos puedan seguir bailando, igual que pasó en los últimos minutos de vida del Titanic.
Sin embargo, así como España ha patentado el control visual en los aeropuertos como un método seguro y fiable para detectar a pasajeros infectados con el nuevo tipo de coronavirus, otros países se han dejado de tonterías y han decidido ponerse manos a la obra, y sin ser referencia de nada están en el camino de ganarse la confianza de los viajeros internacionales, la misma que a nosotros se nos está escapando por momentos de las manos.
Y ese es el caso de Turquía, país con un PIB per cápita muy inferior al español, y que ocupa la posición 64 en el ránking del Indice de Desarrollo Humano (IDH) que elabora la ONU (España está en el puesto 26).
De esta manera, el aeropuerto de Estambul sí se ha convertido en una referencia mundial en lo que se refiere a la lucha activa contra el coronavirus, algo que sin duda alguna redundará en beneficio tanto de sus propios ciudadanos, como en el de todos los turistas extranjeros que accedan a través de sus fronteras.
Con una población equivalente al doble de la española, Turquía tiene declarados a día de hoy un total de 220.572 contagios y 5.508 pacientes fallecidos, lo que se traduce en 5 veces menos decesos a consecuencia de la enfermedad que los registrados en nuestro país.
Con casi 46 millones de visitantes extranjeros anuales, Turquía es el sexto destino turístico más visitado del mundo, pero muy probablemente conseguirá mejorar esta cifra durante los próximos años, gracias al esfuerzo de sus autoridades por garantizar una estancia segura en el mismo (en términos sanitarios).
Es más que evidente que el único método fiable para recuperar la confianza del turista pasa por la realización de tests masivos.
El gigantesco aeropuerto internacional de Estambul cuenta en estos momentos con 50 cabinas para realizar las pruebas PCR´s a todos los pasajeros que entren o salgan del mismo.
Esto le otorga la capacidad de poder efectuar hasta 3.000 tests a la hora, durante el día o la noche.
Las pruebas no necesitan ser enviadas a ningún centro médico, ya que se analizan dentro de las instalaciones sanitarias habilitadas en el mismo aeropuerto, y los resultados pueden ser procesados en un tiempo aproximado de dos horas, enviándose directamente por correo electrónico a la dirección indicada por el pasajero.
Y lo mejor de todo es el precio por test, que en estos momentos está en 110 Liras Turcas, unos 14 euros al cambio actual.
Recordemos que en Austria realizar la misma prueba cuesta 190 euros, mientras que actualmente en Islandia tiene un precio de 70 euros.
Otro de los países que mejor se ha organizado en este sentido es Japón, que actualmente y con restricciones muy importantes de acceso, está efectuando alrededor de 2.300 tests PCR al día.
Las autoridades niponas quieren aumentar esta cifra hasta los 10.000 tests PCR diarios en el mes de Septiembre, fecha en la que cuentan con volver a recibir visitantes foráneos a través de los aeropuertos más importantes del país.
Grecia se ha propuesto realizar 6.000 tests PCR en la segunda quincena de este mes, pero en esta ocasión sólo a turistas que provengan del Reino Unido. Dependiendo del resultado final obtenido se plantearán la posibilidad de cerrar de nuevo sus fronteras al visitante inglés.
Hoy mismo también recibíamos la noticia de que China requerirá a partir de ahora la presentación de un certificado que confirme el resultado negativo en un test PCR, antes de volar al país.
Se ha dicho que también existe la posibilidad de someterse a esta prueba a la llegada a destino, aunque de momento no se han explicado las exigencias concretas que habrá que cumplir ni el costo que esto tendría.
Y mientras tanto en España se sigue negando la posibilidad de exigir o realizar este tipo de pruebas al visitante extranjero, a pesar de estar recibiendo vuelos de países vetados por la UE a diario y del importante y creciente número de rebrotes registrados cada día.
Igual que se hizo en su momento con el uso de las mascarillas, seguimos empeñados en discutir la efectividad de este método de control, muy probablemente hasta que seamos los últimos en implementarlo y cuando ya nos llegue el agua al cuello.
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